19 de enero 2023 - 00:02

Boluarte enfrenta hoy una peligrosa jornada de protestas sociales

Lima - El Gobierno peruano tendrá una dura prueba hoy, cuando miles de personas tienen previsto movilizarse en todo el país, pero sobre todo en Lima, para exigir la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, cuya gestión de cinco semanas ya dejó medio centenar de muertos en acciones represivas de las fuerzas de seguridad.

Policías y militares se desplegaron desde ayer para evitar en lo posible la llegada de manifestantes a la capital, que podría convertirse en epicentro de protestas que hasta ahora se desarrollaron en el interior, sobre todo, en el históricamente relegado sur del país.

“Sabemos que quieren tomar Lima por todo lo que está saliendo en las redes. Y los llamo a tomar Lima, sí, pero en paz y en calma. Los espero en casa de Gobierno para dialogar sobre las agendas sociales que tienen”, afirmó Boluarte, una abogada quechuoparlante nacida en el sur andino, pero que es repudiada por las bases, que le reprochan haberse prestado a suceder a Pedro Castillo, removido y detenido tras un intento de cerrar el Congreso.

Analistas coinciden en que las protestas de hoy podrían ser el inicio de una movilización de amplio alcance contra una mandataria cuya renuncia se ha convertido en clamor de buena parte del país.

Análisis

“Tengo la impresión de que la lógica de movilización va a seguir. No es que vamos a estar, como temen algunos, frente a un asalto al poder, pero es evidente que va a ser un nuevo momento que se va a sentir en Lima y el interior del país y allí las distancias entre Lima y el interior del país se van a acortar”, afirmó el sociólogo Eduardo Ballón.

Hasta ahora hay marcadas diferencias entre las provincias –primero las del sur y después, con distinta intensidad, las de centro, norte y este–, que se suman a la lucha contra Boluarte, frente a una metrópoli que permanece en su rutina habitual y parecería aceptar el plan de la mandataria, que apunta a elecciones anticipadas en abril de 2024.

Esa situación cambió ligeramente en la última semana, cuando la capital también fue escenario de dos movilizaciones masivas, protagonizadas sobre todo por estudiantes y habitantes de los suburbios norte y este, los más deprimidos, a lo que ahora se sumaría la llegada de miles de personas de las provincias.

Las exigencias de los movilizados incluyen, además de la renuncia de Boluarte, el cierre del impopular Congreso, controlado por la derecha y ahora aliado del Ejecutivo, la celebración de elecciones generales este mismo año, la convocatoria de una Asamblea que cambie la Constitución de 1993 y libertad para Castillo, en detención provisional desde que fuera destituido al intentar dar un autogolpe.

Dispersión

Algunas exigencias, dicen los expertos, pueden sonar incoherentes. Por ejemplo, si renunciara Boluarte y se cerrara el Congreso, ¿quién organizaría las elecciones? ¿Acaso los cuestionados militares? Porque un retorno del expresidente destituido no tiene viabilidad. Para analistas, eso es explicable en medio de la dispersión de los líderes de las protestas.

“La característica principal de las movilizaciones es que no tienen una jerarquía organizacional”, afirmó el politólogo Fernando Tincopa, quien considera que por ello se ha pasado de principios “populistas” a un escenario de “caos social”.

Según una encuesta de esta semana del Instituto de Estudios Peruanos, Boluarte es rechazada por 71% de los ciudadanos, lo que sube a 80% en el sur y a 87% en el centro. Al Congreso lo rechaza un 88%.

Para los analistas, la gran causa del divorcio es que Boluarte, al asumir, dijo que gobernaría hasta 2026, el fin original del mandato, lo que implicaba no solo darle tres años y medio más de vigencia al repudiado Congreso, sino desatender el clamor popular que, en un 83%, exigía elecciones generales inmediatas.

La presidenta, formada ideológicamente en la izquierda, retrocedió y anunció elecciones para diciembre de 2023 -en el Congreso no quisieron antes de abril de 2024-, pero ya para entonces había varios muertos, con denuncias de excesos de fuerza en la represión y el ambiente estaba incendiado.

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