7 de julio 2020 - 20:55

Brasil: impenitente, un enfermo Bolsonaro ataca otra vez la cuarentena y busca sacar rédito político

El presidente de Brasil se mostró de buen ánimo y reforzó su relato. Insistió en que la economía debe normalizarse a cómo dé lugar. Sin embargo, el país es el segundo más afectado del mundo con 1,6 millones de contagiados y más de 65.400 muertos.

Jair Bolsonaro.

Jair Bolsonaro.

Con una grieta exacerbada, ante la que la Argentina se sonrojaría cohibida, Brasil es dos países en uno desde hace tiempo: uno que rechaza todo lo que Jair Bolsonaro dice y hace y otro que lo celebra sin condiciones. La confirmación de que se contagió de Covid-19 generó conmoción pero no sorpresa, dado el modo empecinado en que el presidente salió a buscar al virus desde marzo. Confirmado este martes el positivo, el ultraderechista no perdió un minuto para reforzar su prédica anticuarentena y, con palabras y gestos, mostrarse más desaprensivo que nunca ante los peligros de un mal que mató hasta el lunes a 65.487 brasileños y que va por más. Con la grieta, hasta eso parece ganancia para él.

Citando fuentes del Palacio del Planalto, la prensa informó inicialmente que los síntomas habían comenzado el sábado, a pesar de lo cual Bolsonaro visitó con ministros y miembros de su entorno al embajador de Estados Unidos para festejar la independencia de ese país. El mandatario aclaró que sintió cansancio, dolor muscular y, finalmente, fiebre, recién el domingo, pero la realidad es que tampoco eso lo disuadió de circular sin prevenciones y de reunirse con funcionarios. Todo sin tapabocas ni distancia preventiva, por supuesto. Ahora las cúpulas de aquella sede diplomática y de la propia administración brasileña, 55 personas en total, desfilan frente a los hisopos que buscan al SARS-CoV-2 en la hondura de las cavidades nasales.

Este martes mismo, para anunciar que estaba enfermo, Bolsonaro violó el aislamiento. Primero habló a la distancia a un grupo de simpatizantes y periodistas, luego se puso el tapabocas para ubicarse demasiado cerca de estos últimos y, por último, retrocedió unos pasos y, quitándose de nuevo el barbijo, afirmó sonriente: “Miren mi rostro. Estoy bien, gracias a Dios”.

Jair Bolsonaro
Jair Bolsonaro, contra el uso de mascarillas. 

Jair Bolsonaro, contra el uso de mascarillas.

Además, anunció que comenzó a recibir hidroxicloroquina, la droga antipalúdica que ha promocionado desde el inicio de la saga como la cura para esa enfermedad a pesar de que los estudios médicos no logran comprobar que tenga efecto benéfico alguno. Entre otras drogas, claro.

“Nada convence al presidente de tener una actitud responsable ante el Covid-19”, tituló la prestigiosa periodista Miriam Leitão su columna de este martes en O Globo. Nada lo va a convencer, cabría añadir: ese es su modo de fidelizar a un núcleo duro que, pase lo que pase, no cae del tercio del electorado y que lo mantiene por ahora a salvo de cualquier intento serio de juicio político.

Ningún país puede evitar muertes", afirmó Jair Bolsonaro, hoy con Covid-19 positivo

Si el jefe de Estado se permitió ser desaprensivo hasta el punto de que Brasil se convirtiera en el segundo país del mundo más golpeado por la pandemia, con un saldo fatal que, como recuerda Leitão, ya supera –para ilustración de los relativizadores de decesos– la totalidad de los asesinatos registrados en 2017, el año más violento en una de las naciones más violentas del planeta. Así, ¿por qué habría de cambiar de discurso ahora que se enfermó y, que, ya que se lo vio de buen semblante, puede comprobar en carne propia lo que dijo desde un principio? ¿Por qué, si hasta él, parte del grupo de riesgo etario por tener 65 años, padece un cuadro apenas leve? Su gestualidad, más que nunca, indica que considera el COVID-19 una simple “gripecita”.

Ante los periodistas, volvió a embestir contra los confinamientos al reiterar que “no se puede hablar solo de las consecuencias del virus”, que las medidas de prevención no pueden causar daños mayores que la propia pandemia en la economía y que "ningún país puede evitar muertes”.

Bolsonaro anuncia que tiene coronavirus

Jair Bolsonaro al confirmar su positivo de coronavirus.

Su contagio, sin embargo, permite otras lecturas, diferentes de la que el mandatario propaga para fundamentar su narrativa.

Una, que el virus circula tanto en Brasil que los contagios entran hasta en el palacio de gobierno, al punto que especialistas creen que el país se mantendrá en una meseta demasiado alta por varias semanas o meses más, con más de un millar de muertos cada día hasta alcanzar o superar acaso los 100.000. En ese sentido, cabe preguntarse qué hizo Bolsonaro, incluso dentro de su idea de que el cuidado de la economía debe prevalecer, para liderar un proceso ordenado, con protocolos en las empresas y consejos para concientizar a la población. Cabe recordar, en ese sentido, que el viernes último usó su poder de veto para tachar varios artículos de una ley votada por el Congreso acerca de los tapabocas, entre ellos la obligatoriedad de su uso en lugares cerrados, que las empresas los provean a sus trabajadores y que el Estado los suministre a quienes no pueden comprarlos. Todo eso, explicó, viola la Constitución.

Test positivo Bolsonaro
El test positivo de Covid-19 de Jair Bolsonaro.

El test positivo de Covid-19 de Jair Bolsonaro.

Lo dicho: Brasil lleva en cuatro meses demasiados muertos –según indicios, la cifra real podría duplicar la reportada– y 1,6 millones de contagiados, algo que dejará secuelas pulmonares a muchos. Más añosa que el presidente, la abuela de 80 años su esposa Michelle, Maria Aparecida Firmo Ferreira, está con respirador en una terapia intensiva de Brasilia.

“La vida continúa. Hay que cuidar a los más ancianos, pero no entrar en pánico”, añadió en su diálogo con los periodistas. Lo que no entienden los escépticos de la prevención y el aislamiento es que no solo el desaprensivo corre peligro sino que, al circular, se convierte en un vector de propagación del virus en una comunidad. Los derechos individuales solo pueden ser pensados dentro de la sociedad, nunca en el vacío.

La conducta del impenitente presidente de Brasil no parece un ejemplo de cuidado por los otros. Seguramente no es eso para lo que lo votaron.

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