11 de julio 2022 - 00:00

La polarización, un juego que enciende a Brasil peligrosamente

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Los indicios se acumulan y llenan de sombras el futuro. La campaña para la elección presidencial de octubre en Brasil está rodeada de un clima de extrema polarización, uno que no es nuevo, pero que esta vez incorpora elementos de enorme cuidado, como el estímulo que da Jair Bolsonaro a sus simpatizantes a armarse y a las fuerzas policiales y militares, a “prepararse”, todo en base a un supuesto fraude que solo existe en su mente. El asesinato del militante del PT Marcelo de Arruda a manos de un policía federal bolsonarista en el estado de Paraná es el recordatorio más reciente y dramático de la tendencia.

Brasil es un país sonriente, pero la violencia política no le es ajena. El propio Bolsonaro fue víctima de ella el 6 de septiembre de 2018, cuando recibió una puñalada de un izquierdista mientras hacía campaña en Minas Gerais, hecho que le costó varias internaciones y cirugías y que pesa aún sobre su salud.

Sin embargo, aun escaldado por la intolerancia, el presidente de ultraderecha no hace más que pisar el acelerador. No deja de denunciar un fraude que solo vive en su imaginación, según el cual las urnas electrónicas usadas sin problemas desde 1996 serían la herramienta del Poder Judicial y Dios sabe quién más para darle el triunfo a Luiz Inácio Lula da Silva.

Su imaginación no repara en que las encuestas arrojan hoy un panorama todavía más favorable al líder de la izquierda que el de la elección anterior, de la que fue excluido, se sabe ahora por lo dicho por la Justicia y hasta la ONU, por una persecución que lo llevó a la cárcel sin pruebas ni debido proceso.

A la zaga

Los sondeos hoy le dan a Lula da Silva una ventaja de entre 15 y 20 puntos para la primera vuelta del 2 de octubre. Tanto es así, que la duda no es –por el momento– si ganará, sino si logrará el hecho inédito de hacerlo sin necesidad de ir a un segundo turno el 30 de ese mismo mes.

La economía le juega en contra al excapitán. El crecimiento del año será magro –no mayor al 1,5%– y la inflación vuela en torno al 12%, destruyendo el poder adquisitivo de la población, en especial de la más pobre, en la que logró hacer pie cuatro años atrás con un discurso tan conservador como populista.

Sus denuncias replican las de Donald Trump en Estados Unidos, las que derivaron en el trágico copamiento del Capitolio del 6 de enero de 2021. La preocupación de Joe Biden por la posibilidad de que el gigante sudamericano caiga en la inestabilidad es tal que ha dado lugar a advertencias inusuales del Departamento de Estado y la CIA.

El sonsonete del fraude ha llevado a Bolsonaro a embestir contra el Supremo Tribunal Federal (STF) y el Tribunal Superior Electoral( TSE), además de recomendar a sus partidarios que se armen porque todas las tiranías –como la que augura que encabezaría la izquierda en caso de volver al poder– “comienzan cuando el pueblo está desarmado”. Igualito que Trump.

Precedentes

El último jueves, un hombre fue detenido en Río de Janeiro por haber lanzado una bomba de fabricación casera, que contenía excrementos, contra una multitud que aguardaba un discurso de Lula da Silva. El exmandatario fue visto luego, por primera vez, con un chaleco antibalas. El sábado, cientos de bolsonaristas marcharon en Brasilia a favor de la libre portación de armas de fuego.

El viernes, en tanto, Bolsonaro sorprendió durante un acto de graduación de cadetes de la Fuerza Aérea en la base de Pirassununga –interior de San Pablo– al instar a los militares a “prepararse” para una “agresión interna”.

Aprovechando el magnicidio de Shinzo Abe en Japón, Bolsonaro dijo que “nosotros, los militares, y todos ustedes, jóvenes cadetes, hicimos un juramento de dar la vida por nuestra patria. Eso no es solo ante posibles agresiones externa, sino sobre todo internas. Debemos prepararnos cada día para esa posibilidad”.

Abe “pagó por haber luchado por su país. La mayoría de las veces, el enemigo no está afuera, está dentro de nuestra patria”.

El juego es cada vez más peligroso.

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