En medio de una creciente tensión, el gobierno catalán espera un "tsunami democrático" en el referendo
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"Naturalmente que será vinculante. Cataluña se pronunciará muy claramente el 1 de octubre. Hoy hay en Cataluña más personas que quieren votar de las que había hace un mes. Esto no es solo consecuencia de la campaña, sino también de la represión por parte del Estado (español). Las personas tienen ante sí la posibilidad de elegir entre construir una república desde abajo o continuar viviendo en un Estado en el que se les limita sus libertades básicas", declaró.
Sobre los pasos a seguir en el caso de que salga el "sí", Puigdemont explicó que tras dar a conocer oficialmente el resultado, "la ley electoral prevé un plazo de 48 horas después del cual se debe declarar la independencia. Después comienza la fase de negociaciones".
Sin embargo, el jefe del Gobierno catalán reconoció que con independencia de lo que ocurra el domingo deberán negociar. "No podemos continuar como hasta ahora. Cataluña es un aliado de España. No un enemigo. Queremos seguir contribuyendo al desarrollo y al pago de la deuda de España al extranjero", dijo.
Respecto a las advertencias del banco central de España sobre las consecuencias económicas que tendría la independencia, Puigdemont quitó hierro y recordó que "este tipo de declaraciones apocalípticas sobre la independencia catalana son típicas del banco central". "Sin embargo, el organismo no tiene credibilidad al no haber reconocido a tiempo la gran crisis financiera", señaló.
A pesar de que hasta ahora los demás países de la Unión Europea se han mantenido al margen aludiendo a que se trata de un asunto interno de España, Puigdemont lo tiene claro: "Después del 1 de octubre Europa no podrá continuar mirando hacia otro lado".
El referendo de este domingo marca el pico máximo en la tensión entre Madrid y Barcelona y abre un escenario impredecible en la mayor crisis institucional de las últimas décadas en España.
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