23 de diciembre 2004 - 00:00

Euforia en Francia por regreso de periodistas

El ex rehén Georges Malbrunot abraza a su madre al pisar suelo francés, ante la vista del presidente Jacques Chirac y del premier Jean-Pierre Raffarin. El gobierno negó haber pagado rescate por los dos rehenes.
El ex rehén Georges Malbrunot abraza a su madre al pisar suelo francés, ante la vista del presidente Jacques Chirac y del premier Jean-Pierre Raffarin. El gobierno negó haber pagado rescate por los dos rehenes.
París (ANSA, EFE) - Los periodistas franceses Christian Chesnot, de Radio France, y Georges Malbrunot, de «Le Figaro», liberados el martes en Irak, arribaron ayer a Francia, donde fueron recibidos por sus familiares y por el presidente Jacques Chirac.

En medio de un clima de euforia nacional, elogios a los servicios secretos y desmentidas de que se haya pagado rescate, los periodistas partieron en la mañana desde Bagdad a bordo de un C-130 de la aeronáutica militar francesa, directamente hacia Chipre, desde donde prosiguieron viaje hacia París en un Falcon 900 junto con el canciller, Michel Barnier.

«No perdimos nunca la esperanza de ser liberados», dijeron los periodistas en una improvisada conferencia de prensa en el aeropuerto militar de Villacoublay, donde llegaron por la tarde.

• Confianza

Ambos periodistas, secuestrados durante 124 días por el ejército islámico en Irak, aseguraron haber tenido siempre «confianza» en las autoridades francesas, aunque reconocieron que haber vivido «una experiencia difícil, muy difícil».

Chesnot, de 38 años, periodista de Radio France internacional, y Malbrunot, de 41, enviado especial de «Le Figaro», descendieron del avión en buena forma, algo más delgados, pero sonrientes.
Dijeron que no fueron maltratados y que intentaron explicarles a sus raptores que eran periodistas de una nación como Francia, contraria a la guerra en Irak.

Chesnot y Malbrunot dijeron que se comunicaron en árabe con los captores para tratar de disolver las tensiones que había en torno a ellos.

La liberación, dijo Malbrunot, fue «inesperada, sin gran organización». «Cuando salí del baúl del Mercedes y vi el distintivo tricolor (de la bandera francesa), me dije: 'Es como el fin del servicio militar'», relató.

Los periodistas se reservaron dar más detalles sobre su cautiverio. Sólo Chesnot reconoció que «el momento crítico fue hacia el 8 de noviembre y duró una semana».

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