Berlín - El nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, enfrenta su primera crisis política debido a las crecientes críticas que apuntan a la supuesta cercanía de su Partido Socialdemócrata (SPD) con Rusia, en un momento en que las potencias occidentales intentan unirse en respaldo a Ucrania. Esos señalamientos repercutieron en Estados Unidos, que comienza a considerar al jefe de Gobierno como un interlocutor en el que no puede confiar.
La ambivalencia con Putin le causa una crisis al Gobierno de Scholz
Su administración se muestra errática en la actual crisis en Europa del Este. Entre la lealtad a los aliados y la necesidad del gas importado. La socialdemocracia, en el banquillo de los acusados.
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“La principal desventaja para la política exterior alemana es el partido del canciller”, dijo el influyente semanario Der Spiegel.
La dirección del SPD convocó para hoy a una reunión a fin de clarificar su posición respecto de la embestida de Rusia sobre Ucrania.
“La línea del SPD es muy clara”, replicó ayer el copresidente del partido, Lars Klingbeil. “El aumento de las tensiones que observamos actualmente viene de Rusia”, añadió a la cadena ZDF.
Idas y vueltas
Desde hace varias semanas, el canciller envía señales contradictorias sobre las tensiones ruso-ucranianas. A veces promete sanciones duras a Moscú en caso de que invada Ucrania, pero en otras ocasiones advierte sobre las consecuencias que ello tendía para Alemania, que le compra a Rusia el 55% del gas que consume.
El Gobierno de Scholz, en el poder desde hace menos de dos meses, recibió duras críticas de Ucrania y los países bálticos por su rechazo a entregar armas a Kiev, como sí lo han hecho Estados Unidos y el Reino Unido. La propuesta alternativa del Ministerio de Defensa de enviar 5.000 cascos militares y un hospital de campaña, fue recibida con sarcasmo.
Según la edición de este fin de semana de Der Spiegel, la embajadora de Alemania en Washington alertó en un mensaje confidencial que en Estados Unidos comienza a tomar fuerza la tesis de que “no se puede confiar” en Alemania en la crisis con Rusia y gana terreno la idea de que Berlín está con Vladímir Putin.
Dependencia
El futuro del gasoducto germano-ruso Nord Stream II, construido en el Báltico para evitar territorio de Ucrania, cristaliza las tensiones. El ducto está a la espera de autorización para funcionar, pero para muchos es un instrumento de dependencia geopolítica de Alemania respecto al Kremlin.
Uno de los principales responsables de ese proyecto controvertido, que suscita la ira de Estados Unidos y países de Europa del Este, es nada menos que el excanciller socialdemócrata Gerhard Schröder. Este defiende con insistencia las posiciones de Rusia en la crisis.
Este comportamiento “es molesto e indigno por parte de un excanciller”, dijo uno de los responsables del partido conservador de Angela Merkel, Christoph Ploss, al reclamar que se le retire su oficina en la Cámara de Diputados. Si él prefiere “practicar el ‘lobby’ de manera abierta a favor de intereses del Estado ruso a cambio de buenos ingresos, no debería beneficiarse del dinero de los contribuyentes alemanes”, dijo.
La actitud conciliadora del SPD con Rusia se remonta a la “Ostpolitik” impulsada por el canciller Willy Brandt en los años 1970. La misma buscó acercarse al bloque comunista y, en particular, de la extinta Alemania del Este, mediante los intercambios comerciales, con miras a lograr un apaciguamiento en la Guerra Fría. Esta estrategia contribuyó a la reunificación alemana en 1990.
Tal concepción está muy anclada en la formación socialdemócrata, e incluso a nivel nacional, ya que fue mantenida con algunos ajustes por la canciller conservadora Angela Merkel, también criticada a veces por su cercanía con Putin.
Concepciones
A eso se agrega un pacifismo muy arraigado en la opinión alemana, marcada por la culpabilidad tras los horrores cometidos del régimen nazi.
Según una encuesta publicada esta semana por el instituto Yougov, 59% de la población rechaza suministrar armas a Ucrania.
El problema es que la lógica con la que funciona la diplomacia alemana desde hace más de 40 años parece ahora caduca.
“La ‘Ostpolitik’ conciliadora con Rusia, las dificultades para afrontar las amenazas militares” simplemente “ no están adaptadas a la confrontación actual”, considera Andreas Umland, analista del Swedish Institute of International Affairs.
Además, “los crímenes nazis no solo tuvieron como objetivo a Rusia sino de manera especial Ucrania, Polonia, los países bálticos y esos países se sienten amenazados ahora por Rusia”, subraya Thomas Enders, presidente del centro de reflexión German Council on Foreign Relations.
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