"Muchas veces soñé decapitar a mi captor"
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Natascha afirmó en ambas entrevistas su constante deseo de escapar y declaró haber tenido «pensamientos terribles» en los que soñaba con decapitar a Priklopil, un técnico en telecomunicaciones, quien se suicidó, arrojándose a las vías del tren, tras enterarse de la fuga.
Sin embargo, afirmó haberlo ayudado en la construcción de su casa, para ocupar su tiempo.
Calificó la muerte de Priklopil como «un desperdicio porque nadie debe quitarse la vida» y añadió que de estar vivo habría podido darles a ella y a la policía «muchas informaciones».
Según Natascha, su fuga se produjo luego de un intento previo, mientras se desplazaba en un auto con el secuestrador, en el cual trató de arrojarse del vehículo sin conseguirlo por la intervención enérgica del hombre.
Dos semanas después, mientras Priklopil se encontraba distraído hablando por teléfono, Natascha se escapó, «totalmente en pánico», a través de la reja del jardín, y corrió hacia un poblado en la periferia de Viena.
Allí pidió la ayuda de varios residentes de la zona y, al no disponer de un teléfono celular para comunicarse con la policía, ingresó en una vivienda donde una mujer hablaba por teléfono para pedirle que se comunicara con las autoridades.
News ilustró la entrevista con varias fotografías de la joven, quien recibió a los periodistas en el Hospital General de Viena, donde es sometida a varios análisis tras los problemas cardíacos adquiridos durante su cautiverio.
En la portada del semanario, Kampusch apareció con su cabeza envuelta en un pañuelo de seda, mientras las fotos del interior mostraron su rostro sonriente y sereno.
La joven afirmó que durante los primeros días de su cautiverio rezó en varias oportunidades, aunque cree sólo «un poco» en Dios, pero que con el paso del tiempo dejó de hacerlo.
«Hasta el secuestrador rezaba, por lo cual hay algo que no funciona como debe, además creo que inclusive Fidel Castro lo hace», subrayó Natascha.
Dijo además que en una ocasión le reprochó a Priklopil su situación, diciéndole que le darían 20 años de cárcel, pero lo tranquilizó diciéndolo que «hoy por hoy hasta los viejos de 60 años se mantienen en forma».
La joven también describe en la entrevista a su secuestrador y dice de él que era un hombre de una «personalidad lábil».
Declaró también que en su celda, de apenas seis metros cuadrados, llegó a tener episodios de claustrofobia y que «golpeaba con los puños las paredes».
Varios protagonistas de la vida pública austríaca propusieron, a raíz del caso de Natascha Kampusch, penas más severas para los secuestradores, de entre 10 y 20 años.
Natascha se mostró favorable a esta iniciativay aseguró que «seguramente no estaría de acuerdo con sólo diez años».
Aseguró también que actualmente su deseo es «ayudar a todos aquellos que han padecido mi situación» y anunció que quiere colaborar con las mujeres maltratadas en México y el hambre en Africa, a través de su futura fundación.
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