El arte forma parte de la vida; a veces, demasiado. En estos días, quien más apesadumbrado se encuentra por la inevitable existencia de ese vínculo, y más concretamente por los efectos devastadores de la crisis bancaria norteamericana sobre Hollywood, es Steven Spielberg. En los últimos meses, el director de «Los cazadores del arca perdida» se encontraba abocado de lleno a la mayor operación económica de su vida: el traspaso societario de su compañía de producción DreamWorks SKG. Es decir, que a Spielberg le ocurrió lo mismo que a un argentino que estuvo comprometido en una riesgosa e irreversible operación de compraventa societaria a fines de 2001, con los ruidos de los cacerolazos como música de fondo.
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Spielberg y su socio David Geffen habían vendido en 2006 DreamWorks SKG por 1.600 millones de dólares al grupo mediático Viacom, propietario del estudio de cine Paramount, pero ambos permanecieron como las mentes creativas de la empresa. Sin embargo, pronto comenzaron a sentirse incómodos con sus nuevas funciones dentro del conglomerado y, tras cumplir con una serie de compromisos, se propusieron abandonar Viacom este año y recuperar el nombre de DreamWorks a través de una alianza estratégica con la empresa de inversiones Reliance ADA, de Bombay, que participaría con entre 500 y 600 millones de dólares.
Además de la inversión india, DreamWorks buscaba un capital similar para asegurar a la productora la realización de seis películas al año. Para su distribución, Spielberg y Geffen contarían con otro gran estudio de Hollywood como socio, Universal Pictures, del conglomerado General Electric, aunque la Twentieth Century Fox, del grupo mediático News Corporation, también se había mostrado interesada. Lo que no imaginó Spielberg, por supuesto, es que la parálisis en la línea de créditosque siguió a la caída de Lehman Brothers y el desesperado salvataje de Merrill Lynch por parte del Bank of America tendrían un efecto más terrorífico que la aleta del tiburón en Amity Beach: su negocio con Reliance quedó, ahora, en ascuas, a la espera de la evolución de la crisis.
Naturalmente, Spielberg no es el único afectado. En un informe especial en su último número, la revista «Time» comparó la situación de quienes quieren acceder a una vivienda en estos días, sin lograr créditos hipotecarios, con la de cualquier productor en la industria del cine que desee darle luz verde a una película. «Todo es así hoy en Hollywood», dijo a «Time»
P. John Burke, abogado especializado en financiación de cine. «Si algún productor quiere cerrar un trato en estos días, sus intereses deben alinearse exactamente con los de los inversores. No hay margen de riesgo posible.»
Riesgos
La revista recordó que, luego de décadas en que Wall Street le había dado la espalda a Hollywood, en 2004 bancos como Merrill Lynch, JP Morgan y Goldman Sachs se encontraron con que disponían de capital ocioso y decidieron asumir riesgos en la producción de cine. Se abrió así una línea que permitía a los inversores tomar un portfolio de financiación de películas y, a la vez, adquirir acciones en estudios cinematográficos, comoen un fondo mutual. El objetivo era compartir las tasas históricas de beneficio (entre 13% y 18% anuales) de las que gozaban los estudios.
Merrill Lynch, apunta «Time», fue la entidad que más riesgos asumió: en abril de 2007 invirtió más de mil millones de dólares en Summit Entertainment, un estudio nuevo, y otros 500 millones en la división United Artists de la MGM, que estrenará el año próximo «Valkyrie», con Tom Cruise.
La crisis no sólo dio por tierra con estas aventuras cinematográficas, sino que, además, ahora los inversores quieren recuperar algo más que su dinero: han planteado exigencias para que los estudios recorten drásticamente gastos de publicidad, distribución, etcétera.
Además de la DreamWorks de Spielberg, hay otras muchas compañías cuyos planes de producción en los próximos meses dependían de las inversiones de este tipo, como Weinstein, Paramount y MGM. No faltó, desde luego, quien dijera que este cachetazo financiero terminaría siendo benéfico. Un ejecutivo no identificado por «Time» le dijo a la revista que la cantidad de dinero que empezó a entrar a Hollywood a partir de las inyecciones de Wall Street llegó a traducirse en la producción de muchas películas de calidad discutible, realizadas únicamente para justificar la inversión y esperar la ganancia. «Tal vez ahora retorne la sensatez a Hollywood», concluyó ese productor.
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