En este 2024 se cumple el 25.° aniversario de la designación del 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en memoria de las hermanas Mirabal, que fueron brutalmente asesinadas en esa fecha, en el 1960, en la República Dominicana.
25N. ¿Se puede erradicar la violencia contra las mujeres sin trabajar con los hombres?
Durante 2023, una mujer murió a manos de su pareja o de un familiar cada 10 minutos, según ONU mujeres. Grow - género y trabajo, plantea un programa de iniciativas para construir espacios y ambientes libres de violencia.
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Veinticinco años después, las mujeres y niñas siguen siendo asesinadas por razones de género y, en 2022, la cifra de femicidios fue la más alta en las últimas dos décadas. Desde Grow - género y trabajo nos preguntamos, ¿se puede erradicar la violencia contra las mujeres sin trabajar con los hombres? La respuesta corta es NO. Veamos qué podemos hacer entonces.
La violencia contra las mujeres es un problema de los hombres. El femicidio es un problema universal que afecta a todos los países y regiones, y es la manifestación más extrema y brutal de un continuo de violencia contra las mujeres y niñas. Sin llegar al desenlace letal, también alarman otras modalidades de violencias físicas, sexuales, psicológicas, simbólicas, económicas y patrimoniales, políticas y digitales, que se ejercen contra las mujeres en razón de género, y que impactan gravemente sobre sus vidas, integridad, dignidad y libertad.
Según ONU Mujeres (2024), casi una de cada tres mujeres sufre violencia a lo largo de su vida, y una de cada cuatro niñas adolescentes sufre maltrato por parte de su pareja. Durante 2023, una mujer murió a manos de su pareja o de un familiar cada 10 minutos.
Pero si son las mujeres quienes padecen de las violencias, ¿por qué afirmar que se trata de un problema de hombres? Sencillamente, porque son casi siempre hombres quiénes ejercen dichas violencias. La mayoría de los actos de violencia contra las mujeres son perpretados por sus esposos o parejas actuales o anteriores. Según un informe de la Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral (OAVL) que aborda la violencia en los espacios de trabajo, de cada diez personas denunciadas, siete son hombres (OAVL, 2021).
De la incomodidad a la transformación. Asumir lo que estas ciras exponen suele ser profundamente incómodo para los hombres, y genera resistencias; "yo no soy eso, no generalicen", "no nos metan en la misma bolsa", "no todos los hombres". Así como está claro que no todos los hombres son femicidas, violadores o abusadores, también lo está que quienes ejercen esas violencias son mayormente hombres. ¿Por qué?
Básicamente, porque en el marco de la cultura machista, los mandatos de masculinidad, que dictan cómo debe ser un macho de verdad (sic), naturalizan el uso de la violencia como recurso legítimo de los hombres. Una violencia autoinfligida (que lleva, por ejemplo, a que el 77% de los casos de suicidios sean de hombres), la violencia interpersonal entre hombres (que lleva a que el 88% de los homicidios sean de hombres) (OPS, 2019) y las violencias contra mujeres y diversidades, con las cifras que repasamos anteriormente.
La buena noticia es que la violencia contra las mujeres y niñas puede prevenirse. Desde Grow - género y trabajo desarrollamos el Programa Hombres Trabajando(se), con iniciativas de sensibilización, formación y capacitación para empleados y líderes, con el objetivo de implicarlos en la agenda de diversidad, equidad e inclusión, y en la promoción de masculinidades positivas, ayudándoles a ser mejores aliados en la construcción de ámbitos laborales libres de violencias.
En ese camino, sabemos que encontraremos resistencias propias de las incomodidades mencionadas, por ello, hemos desarrollado encuadres pedagógicos basados en los cuidados y la confidencialidad, con recursos didácticos y lúdicos, que facilitan alojar y trascender las incomodidades para devenir en agentes de cambio y mejores aliados, corresponsables de los procesos de transformación. El derecho humano a una vida libre de violencias, además de compromiso de los Estados, las empresas y los sindicatos, entre otros actores, requiere del compromiso activo de los hombres.
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