“¿Quién me ha robado el mes de Abril? ¿Como pudo sucederme a mí? Pero ¿Quién me ha robado el mes de abril? Lo guardaba en el cajón, Donde guardo el corazón” expresan las letras del cantautor y poeta español Joaquín Sabina. Un tema que suena mucho estos días para representar lo que nos ha pasado con la cuarentena a nivel social y cultural pero no menos representativa para lo que nos está pasando con la “cuarentena económica”.
¿Quién se ha robado el mes de abril?
En el marco de la pandemia, el aislamiento social preventivo y obligatorio tuvo un impacto negativo en la economía.
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La actividad económica se ve seriamente afectada por la expansión del coronavirus.
De acuerdo a datos del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación la actividad económica mostraba daños importantes en su nivel de medición entre el 12 de Marzo y 12 de Abril de 2020.
Hoteles y restaurantes -57,3%, Servicios artísticos, culturales y de esparcimiento -55,4%, Venta minorista de pinturas -48,0%, Venta de materiales para la construcción -47,0%, Venta de artículos para ferretería -40,0%, Industria manufacturera -25,9%, Transporte y almacenamiento -23,7%, Comercio y reparaciones -23,0%, Servicios inmobiliarios y empresariales -22,9%, -Servicios personales y de asociaciones -21,9%, Enseñanza -15,9%, Construcción -14,5%.
Sin embargo, los malos datos aún tenían a favor una cuarentena preventiva en la Ciudad de Buenos Aires y recién obligatoria a partir del 20 de Marzo de 2020. La palabra “robar” el mes de Abril suena muy fuerte en medio de una pandemia. Pero suena aún más fuerte cuando desgraciadamente detrás de las cajas de los comercios no hay nada para robar sino cuentas por pagar.
De acuerdo a la CAME las ventas minoristas en el mes de Abril 2020 cayeron 57,6% anual. Los rubros esenciales descendieron 31% anual, el resto tuvo una baja promedio de 75%. El 94,5% de los comercios pymes relevados tuvieron declives en sus ventas y no cubrieron sus costos operativos.
En una actividad económica cada eslabón cumple un rol dentro del producto final de la intervención en cada fase. Si un eslabón tiene inconvenientes le transmitirá tarde o temprano las consecuencias al resto de los eslabones asociados.
Tomemos el caso del sector textil. Si el comercio de indumentaria puede vender y en el mes de abril las ventas cayeron 79,1 % le transmitirá todo sus males al resto de los participantes y actores económicos del sector. La industria textil no produce por el comercio no repone. La parte informal asociada a la fábrica como el corte de material, cosido y armado en muchos casos tercerizado pierde el ingreso. Los diseñadores se quedan en su casa pero sin trabajo. Los matriceros no tienen moldes para armar. Las tejedurías no tienen demanda. La hilandería encargad del cardado, ovillado, peinado y bobinado para la obtención de hilados reduce su empleo. Los insumos de materia prima en origen perderán a sus clientes y ventas como el caso de fibras vegetales (algodón, linos, etc), artificiales; (acetato, rayón, etc); animales (lana, seda, etc.), sintéticas (poliéster, acrílicos, etc.).
No es esta una “cadena de favores” sino una cadena de rubros asociados de un sector de la economía para elaborar un producto final. Cada uno de esos rubros acuarentenados generan un perjuicio uno a otro. Según una encuesta elaborada por el Índice de Producción Industrial Pyme de CAME, solo el 57% de las pequeñas y medianas industrias cubrieron todos los cheques entregados en marzo. Si bien la cifra es preocupante, la situación es mejor que en los comercios donde solo el 24% cubrió el total.
En este cuadro sobre una medición de Focus Market vía scanntech (lector de código en 603 puntos de venta de todo el país) observamos el otro lado del mostrador que es el consumo masivo (alimentos, bebidas, artículos de limpieza y cuidado personal). La caída de las ventas minoristas involucra a comerciantes, profesionales independientes, autónomos, sociedades que son el sector mipyme. Es decir la clase media integrada en eslabonamientos de diferentes rubros económicas en quizás la crisis más grande que les a tocado atravesar. Pero así como las ventas se derrumban en sus mostradores también comienzan a mostrar un comportamiento de fuerte restricción del gasto por caída fenomenal de sus ingresos cuando actúan en posición de demanda para la reposición de productos básicos en sus hogares. Vemos que semana tras semana el consumo masivo desacelera el crecimiento de las semanas previas a la cuarentena y las de inicio de la cuarentena pasando de un crecimiento exponencial del 56,3 % interanual a un leve crecimiento del solo 2,5 %.
El Estado Argentino con incremento de su déficit fiscal, sin financiamiento externo, elevada inflación, restricción externa por escasez de divisas, deterioro histórico de su crecimiento en términos de la curva de contagios del corona virus es un paciente de 85 años. A este problema de la distorsión de su salud macroeconómica le ha sumado los efectos micro que le está provocando esta “cuarentena económica” con caídas históricas de la recaudación vía imposibilidad del pago de impuesto que se sustituye con emisión monetaria por parte del Banco Central de la República Argentina para asistir al Tesoro Nacional y a más de 32 millones de argentinos entre empleos públicos, jubilaciones, pensiones, planes sociales, ingreso familiar de emergencia y asistencia al trabajo y la producción ahora vía subsidios para sectores económicos y créditos a tasas subsidiadas con freno forzado de su actividad. Es decir un Estado que es un paciente de riesgo con asistencia a casi un 75 % de la población argentina. Ninguna persona de 85 años débil de salud con problemas económicos y financieros en términos comparativos puede hacer frente a los problemas económicos de sus hijos y nietos.
Honoré Gabriel Riquetti conocido en la Francia Revolucionaria como El Conde de Mirabeu supo decir que “para vivir existen tres métodos: mendigar, robar o realizar algo”. No “se ha robado el mes de abril” sino que a quienes realizaban algo, es decir el sector privado se han convertido en nuevos mendigos por fuerza del Estado a quien no le alcanza su benevolencia por que la única forma de ser generoso es con los impuestos que paga la actividad económica privada en cuarentena. El otro método la emisión monetaria con sus consecuencias inflacionarios posteriores.
Para parafrasear al gran Joaquín Sabina “el amor es una epidemia que acaba con el tiempo”. El coronavirus es una pandemia que acaba con la actividad económica. No se trata de saber cuando se va a retomar con la economía solamente sino “como” y “donde”. Hasta ahora ni noticias de ambas. Tampoco ningún comité de expertos reunidos para tal fin. La pandemia obtura el lente de la realidad social y económica cuando el foco está puesto solo en la realidad sanitaria.
(*) Director de Focus Market
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