15 de noviembre 2023 - 09:29

Dólar, inflación y el riesgo Milei

Javier Milei.

Javier Milei.

Prensa Javier Milei.

Según una consultora, hace una semana se esperaba un salto del dólar oficial de 56,8%, para alcanzar $1.351 hacia fin de 2024. También proyectaron un salto de la inflación a 189,7% en el promedio anual, 17,6 puntos por encima de la medición del mes pasado.

Sin embargo, cuanto mejor performance electoral exhibe Massa, más se sosiegan las variables. El IPC (Índice de Precios al Consumidor) descendió de alrededor de 12% a 8%; es decir, la inflación cayó un tercio. Además, se desplomó de $1.150 a $900 el dólar blue, y esta semana promedia casi 22% menos.

Insistimos en explicarles a los maestrandos que el funcionamiento de los mercados y los modelos matemáticos, parten de supuestos abstractos, que prescinden del marco político que suele condicionarlos en la Argentina más, pero también en todo el mundo. Les preguntamos: ¿A cuánto cotizaría el dólar en la Argentina si se produjese un atentado y muerte de un candidato como en México o Ecuador? - ¿A cuánto cotizaría el CCL o el MEP, si se produjese un estallido social, aun con equilibrio fiscal y monetario? – Todos los supuestos técnicos son idealizaciones que parten de supuestos imaginarios.

PODRIAN INTENTAR INVALIDAR EL RESULTADO ELECTORAL

Ya hace dos semanas que se vienen manifestando posibilidades de fraude. Milei y Macri ordenaron un sugestivo operativo de fiscalización para el balotaje y les bajaron línea a sus equipos. Dialogan como el patrón y el empleado de una Pyme. No poseen mediadores, traman sin más, y son impenetrables. Nadie de sus alrededores está al tanto de cuándo hablan ni de que asunto conversan. Pero el candidato Milei y Mauricio Macri ultimaron detalles para “asegurar la custodia de la elección” contra Massa. Patricia Bullrich dirigió ayer una reunión con militantes de todo el país para “concientizar sobre la importancia de fiscalizar”. Esperamos.

La falta de entrega de boletas de La Libertad Avanza (LLA) ha sido denunciada por la justicia electoral, advirtiendo que la escasez entregada puede generar conflictos.

Si faltan boletas en las mesas, cada votante saldrá del cuarto oscuro a quejarse, y si el presidente de mesa no tiene boletas para reponer, la fiscal o el fiscal de LLA de cada mesa podría detonar de furia. Los medios podrán levantar las noticias de los “estallidos de ira” y será la “noticia del día”, junto a las protestas callejeras, con resultados muy distintos a los que tuvo la misma operación política en EE.UU. y Brasil, porque aquí puede haber respuesta popular. Del otro lado hay un peronismo por mucho tiempo impasible.

ANTECEDENTES DE TRUMP Y BOLSONARO

Trump y Bolsonaro denunciaron probabilidades de fraude antes de las elecciones. Después de las elecciones siguieron “asalto al Capitolio” y disturbios extraordinarios que enturbiaron los primeros días de Lula presidente electo. “No fue un acto cualquiera, eso fue un intento de golpe de Estado, hecho con la mayor insolencia por un grupo de reaccionarios, por un grupo de fascistas, por un grupo de derecha que no quería dejar el poder, que no quería aceptar el resultado electoral”, (Lula, CNN, 23 de abril 2023). En EE.UU. fue un intento desesperado de anular la elección por parte de Trump, rompiendo las reglas mas elementales de la primera democracia del mundo libre, a través de una iniciativa de furiosos y patéticos delirantes furibundos. Nos recuerda los ataúdes y horcas en Plaza de Mayo, la quema de barbijos, los anti vacuna y, como la pandemia fortaleció la pretensión de encarnar una alternativa anti sistema. El auge de esta nueva tendencia política es asombrosa y alarmante, no solo por el valor del dólar.

En ambos casos (Trump y Bolsonaro) en medio de las revueltas, hubo una mixtura de fuerzas de seguridad apáticas combinadas con una preponderancia cultural fogoneante (medios y redes) que permitieron que los perdedores, en vez de verse como tales, intentaran al principio mostrarse victimizados y estafados. Estas fueron las premisas para unas semanas de inestabilidad fenomenal en países que ni remotamente se parecen a la Argentina en la magnitud de un potencial impacto en la cotización del dólar o los estallidos sociales. El salvajismo que generan estas noveles tendencias autoritarias mundiales en la política, en la Argentina pueden ser funestas.

A Trump, Bolsonaro y Macri, como a Jeanine Áñez (mediante un golpe de Estado) los hicieron presidentes las elites corporativas, las clases medias altas, los “defensores de valores contra la Leyes 26.618-27.610”. En EE.UU., Bolivia y Brasil, los siguieron también las clases populares blancas. Recuerde que coincidentemente con Bolsonaro y Milei, Patricia Bullrich sostuvo: “el que quiera estar armado que ande armado…Argentina es un pais libre” (TN, 2 de noviembre, 2018). Todos los actores mencionados consideran que la posesión individual de armas es una característica de la libertad. En la Argentina la idea viene desplazándose en una dirección cuyo destino final es incierto. La descalificación La ambigüedad conceptual de llamar a Massa “kirchnerista”, es una categoría que habla más de quienes la utilizan que del candidato del oficialismo. Es un instrumento de ofensiva política que apunta a estigmatizar a Massa, capitalizando “la inversión publicitaria” realizada durante 16 años. Sin embargo, el uso recurrente de terminar con el “kirchnerismo”, revela el desprecio que expresa por un tercio de la ciudadanía. Según esta lógica, todos aquellos que se oponían a Macri eran populistas y, los que se enfrentan a Milei son socialistas y comunistas: lo fue Macri primero, Rodríguez Larreta después, pero ahora entro la historia de Yrigoyen, Alfonsín y sigue la lista. Todos caen en la misma bolsa. Cuando el plan de la alianza Macri-Milei es “ajuste brutal con caídas del salario, las jubilaciones y pensiones, suspensión de los servicios sociales, interrupción de la obra pública, devaluación e hiperinflación”, todas las opciones diferentes son “kirchneristas” o “populistas”. Usan esta categoría, como una opción que los inmuniza de “la casta” (chivos expiatorios), haciéndoles gerentes de intereses económicos, alejándolos cada vez más del pueblo que pretenden representar. A esta altura, los rasgos fascistoides (no fascistas clásicos, ya que estos no eran neoliberales, sino nacionalistas) son indiscutibles, pero los libertarios ahora “blanquean”, se han abrazado al neoliberalismo puro y duro, individualista y darwinista. Las postulaciones fascistas de todos los integrantes de esa alianza son inconscientes e involuntarios, porque sin lugar a dudas la mayoría no ha leído un libro sobre el fascismo, en algunos casos, ningún libro que no sea de negocios o economía neo cuantitativista. El líder y la potencial canciller revelaron a través de sus palabras que no estudiaron comercio internacional, ni relaciones internacionales. Hoy representan una mina en medio de la niebla, una bomba inadvertida e incontrolable. Estan apareciendo personajes de “categoría F” o fascista (Fromm y Adorno), que no se reduce al temperamento de un conductor, sino que se dirigen a las predisposiciones psicológicas de muchos seguidores. Contrariamente a los seguidores, los lideres encarnan un estilo de vida lujoso: clonan perros, tienen empresas de bolsa, cacarean tener dinero en el exterior, que parece generarles la respetabilidad de los acólitos aspiracionales de modestos recursos como los de Susana Giménez y Mirta Legrand. Alguien podría decir si esto no llegara a prosperar, que más que una alianza política era un instituto de frenopatía. Sin embargo, parece más adecuada la definición de “un conjunto de contra poderes que toda democracia necesita, pero que puede matarla si la sustituye” (Pierre Rosanvallon).

MILEI SIEMPRE FUE MACRI

Lo cierto es que, al retomar el eslogan “lo mismo, pero más rápido” con Milei poniendo la cara para rechazar el resultado de las elecciones del domingo, existen tres grandes peligros: dólar sin precio, hiperinflación y estallido social. Las consecuencias de la estrategia elegida constituyen el máximo de indecoro, infranqueables barreras a la hora de lograr credibilidad y confianza.

Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros

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