26 de agosto 2020 - 00:00

Dólar, tiempo circular y milagro argentino

Vemos a diario a los avispados "coleros" orejeando las pizarras a la caza de los cada vez más escasos dólares. Más de 4 millones de personas habrían comprado en julio pasado. En el corto plazo no es posible eliminar el control de cambios ni las retenciones, pero debería formularse un programa integral que promueva las inversiones y tenga el apoyo del Congreso y la oposición.

dólares

Como dice Borges -citando a Marco Aurelio- en su cuento “El tiempo circular”: “Quien ha mirado lo presente, ha mirado todas las cosas: las que ocurrieron en el insondable pasado, las que ocurrirán en el porvenir”. Vemos a diario a los avispados “coleros” orejeando las pizarras a la caza de los cada vez más escasos dólares. Más de 4 millones de personas habrían comprado en julio pasado. Invariable, el ciclo se repite a lo largo de nuestra historia. El dólar adopta diversas identidades: minorista, mayorista, MEP, “contado con liqui”, turista, paralelo o blue, Rofex. Cauteloso, el Banco Central mueve a diario la cotización aplicable a los estoicos exportadores y afortunados importadores, como se mueve la atemorizada barrera futbolera en los tiros libres al borde del área.

El mercado “único y libre” de cambios no es un mercado ni es único ni libre. No lo ha sido a lo largo de nuestra historia, salvo por muy breves períodos. Cuando en 1883 fue establecida la convertibilidad en la relación 1 a 1 del peso con el oro -un peso equivalía a 1,61 gramos- nadie imaginaba que ese peso “fuerte” tiraría la toalla en 1885, inaugurando una sucesión de reveses tal, que un peso de 1883 equivale a $250.000.000.000.000 de nuestro peso actual. Mirando a nuestros vecinos, en los últimos 20 años el peso perdió 95% de su valor contra el real, el peso chileno y el peso uruguayo. Más rotunda es la pérdida contra el guaraní, que pasó de G$4000 por peso en 2001 a G$ 97 hoy (97,5% de pérdida del peso). Peor aún con Bolivia que fortaleció su moneda contra el dólar. ¿Qué hemos hecho con los dólares en los últimos años?.

Entre enero 2003 y julio 2020 la cuenta corriente de nuestro balance de pagos -que refleja el resultado del comercio exterior y los servicios de intereses, dividendos y otros con el exterior- fue positiva en u$s98.000 millones. Adicionalmente, ingresaron inversiones netas del exterior por u$s41.000 millones y préstamos financieros netos por u$s15.000 millones. En total entonces ingresaron u$s154.000 millones. Como la “formación de activos externos” (venta de dólares al público y transferencias al exterior) del período fue de u$s150.000 millones, prácticamente el saldo neto -luego de 18 años (!!!)- es nulo. Un “milagro argentino”: haber defaulteado 8 veces en su historia, que -entre 2003 y 2020- los inversores externos hayan puesto u$s56.000 millones en el país y que los argentinos hayan puesto u$s150.000 millones en el exterior.

La buena noticia es que los argentinos tienen el capital para financiar su desarrollo. La mala noticia es que el contexto para el inversor no es atractivo, en particular para invertir en proyectos de exportación. En los países vecinos -con un amplio arco político en sus gobiernos- no se cobran retenciones a la exportación. El mercado de cambios no está intervenido como en la Argentina. Hay que tener en cuenta que nadie entra adonde no sabe si podrá salir. Quien invierte dólares hoy en la Argentina no tiene ninguna certeza de si podrá remunerar (dividendos) y recuperar su inversión ni a qué valor liquidará sus ingresos de exportación. La economía argentina -con aisladas y muy breves excepciones- ha mantenido un sesgo anti-exportador desde 1931 (creación de la Comisión de Control de Cambios) hasta la actualidad. En el corto plazo no es posible eliminar el control de cambios ni las retenciones, pero debería formularse un programa integral -con rango de política de Estado refrendada en el Congreso por el Gobierno y la oposición- para promover las inversiones en el sector exportador y colocar a la Argentina a la par de sus vecinos en materia cambiaria y sin retenciones. Solo así lograremos un verdadero milagro argentino y quebraremos -para bien- el ciclo de nuestro “tiempo circular”.

(*) Presidente de Sociedad Comercial del Plata y dueño de Morixe

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