Con el cierre de la semana siguiente a las elecciones de medio término, el dólar en el Banco Nación se ubicó en $1.475, un retroceso de $40 respecto al viernes anterior. En el segmento mayorista, la cotización alcanzó los $1.445, un 3,4% por debajo del techo de la banda cambiaria establecida por el Banco Central.
El dólar se resiste al rally postelectoral: ¿por qué el peso no acompaña la euforia?
El triunfo oficialista desató un rally histórico en bonos y acciones, pero el dólar apenas retrocedió. Con bandas desfasadas, flujos estacionales y presión por reservas, el tipo de cambio enfrenta un noviembre de transición crítica.
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El tipo de cambio y un mes de transición crítica.
El veredicto de las urnas tomó por sorpresa a los operadores, que en su mayoría habían apostado por un revés del oficialismo. En cambio, el gobierno se impuso con claridad, capturando el 40% de los votos a nivel nacional y triunfando en la mayoría de las provincias. Este giro inesperado reconfiguró las expectativas, impulsando un repunte inmediato en los activos argentinos que, según los analistas, debería prolongarse desde el lunes.
Y así ocurrió: bonos y acciones registraron alzas históricas tanto en Buenos Aires como en los mercados globales. Los ADR argentinos listados en Wall Street escalaron hasta un 100% en la semana, mientras que los bonos soberanos avanzaron entre un 25% y un 30%. Sin embargo, el dólar no siguió el mismo guion. El lunes abrió con una caída cercana al 10%, pero rápidamente moderó el descenso y cerró con una baja inferior al 4%. ¿Qué explica esta divergencia? ¿Por qué el peso no exhibió la misma vigorosidad que el resto de los instrumentos locales?
Los ADR argentinos listados en Wall Street escalaron hasta un 100% en la semana,.
Una primera lectura apunta al desarme de posiciones en bonos dollar-linked y contratos de futuros, con inversores migrando hacia el billete verde en busca de refugio. Pero esta no es la única clave. En las semanas previas, el consenso del mercado convergió en que las bandas cambiarias —entre $1.400 y $1.500— han quedado desactualizadas. En términos de productividad, el tipo de cambio no luce atrasado para la economía real, pero tampoco refleja un equilibrio sostenible una vez disipada la demanda especulativa preelectoral.
Para proyectar el flujo de divisas en el corto plazo, consideremos varios factores. Por un lado, la eliminación temporal de retenciones en septiembre adelantó liquidaciones que deberían ingresar al mercado en las próximas semanas. Aunque la demanda minorista tenderá a menguar, el Banco Central —o el Tesoro— enfrentará presiones para acumular reservas, un reclamo unánime del mercado, el FMI y hasta el Departamento del Tesoro de EE.UU.
A ello se suma un detalle técnico no menor: los pesos que el Tesoro de EEUU obtuvo a cambio de dólares vendidos al BCRA —estimados entre $2,9 billones y $3 billones— están colocados en una letra de renovación diaria que devenga un 4% mensual. Esos fondos, junto con los intereses acumulados, comenzarán a liberarse gradualmente en los próximos días, con el objetivo de mitigar el impacto en los precios dada la magnitud de los volúmenes diarios.
Además, el gobierno ha anunciado que levantará las restricciones cambiarias pendientes para las empresas a partir de enero. Incorporando estos elementos, el tipo de cambio de equilibrio debería inclinarse al alza.
La apuesta oficial pasa por incentivar a las compañías a emitir deuda en dólares para generar oferta adicional. No obstante, una porción significativa de esos recursos se destinará a refinanciar pasivos previos, lo que reducirá el neto disponible para el mercado.
Un vistazo a los volúmenes operados esta semana revela otro indicio: desde el miércoles, las transacciones se contrajeron abruptamente. Las subas observadas en las últimas sesiones responden más a una escasez de oferta que a un repunte genuino de la demanda.
Octubre, un mes de extrema tensión cambiaria, quedó atrás. Noviembre arranca sin el ruido electoral, pero el camino dista de ser llano. Los inversores harán bien en monitorear de cerca la dinámica de reservas, la evolución de los flujos estacionales y las señales del BCRA, en un contexto donde la estabilidad del peso sigue siendo el talón de Aquiles de la recuperación postelectoral.
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