8 de julio 2021 - 15:11

En qué se basa el "Plan Elecciones" del Gobierno para los próximos 5 meses

¡Ya tenemos Plan Económico!... pero con Duration de apenas cinco meses. Se busca un puente para llegar hasta las elecciones sin demasiados sobresaltos y así poder ganarlas.

El Gobierno prepara cinco medidas para cerrar el año con un aumento en el PBI entre 6% y 7%.

El Gobierno prepara cinco medidas para cerrar el año con un aumento en el PBI entre 6% y 7%.

El Gobierno buscar revertir el malhumor social con la reapertura de los comercios, centros comerciales e incrementos salariales de una magnitud tal que, medida por año calendario, superen a la inflación. Claramente lo que se busca es que el consumo aumente todo lo posible, factor clave para, desde la óptica de la población, ganar la elección económica.

En el primer semestre las ventas minoristas acumulan una suba de 15,2% contra el mismo período del año pasado, pero no se trata de un dato relevante ya que en 2020, el 75% de la economía estuvo paralizada durante el segundo trimestre. Lo que el Gobierno mira es disminuir la caída de -13,7% contra el primer semestre de 2019. Los aumentos salariales que proyecta van a permitir cerrar en al menos -10% contra 2019, porque los sindicatos ya tienen la venia de Trabajo para pedir incrementos tres puntos superior a la inflación esperada. Esto significa que los salarios nominales van a incrementarse entre 45% y 50% este año.

Para las empresas se trata de una mala noticia. Es que la pandemia dejó al sector privado tan maltrecho que se consumió buenas partes de sus reservas monetarias o tuvieron que incrementar sus pasivos. ¿Pero acaso no hay una masa importante de pesos invertidos que no se está utilizando para capital de trabajo? Sí, pero ese no uso es transitorio. Buena parte de esos pesos están esperando a que el BCRA autorice el pago de importaciones. Mientras tanto son invertidos para que no se desvaloricen contra la inflación.

Pero no todas son pálidas. El desempleo cayó a 10,2%, lo que nos hablaría de que hubo creación de empleo… pero no, se destruyeron 175.000 puestos de trabajo y no hay perspectiva de mejora. El motor del menor desempleo estuvo motorizada por los cuentapropistas (+6%) que, parafraseando, perdieron su trabajo y agarraron la moto para hacer delivery; y el empleo público (+9%). El empleo privado cayó -2% en el sector formal y -12% en el informal. En otras palabras: hay menos cápitas para recibir el incremento real en los salarios.

¿Entonces en qué se basa el Plan Elecciones?

  • Aumento del salario real, con foco en el segundo semestre (las elecciones son en noviembre. Políticamente hablando, cierra).
  • Incremento del salario mínimo en 45%, el que impacta directamente en 900.000 beneficiados de planes sociales y, a la larga, 4,5 millones de programas para sectores vulnerables. Hablamos del 11% de la población.
  • Aumento en la Tarjeta Alimentar.
  • Devolución de Ganancias.
  • Incremento en Jubilaciones y Asignaciones.

Con estas cinco medidas el Gobierno aspira a cerrar el año con un aumento en el PBI entre 6% y 7%. Parece un buen número pero no lo es, ya que 2020 finalizó con un arrastre estadístico de 5%. Y si no hay un descarrilamiento, en 2022 se crecería entre 3% y 4%. Es más, hasta 2023 difícilmente se recupere lo perdido con la pandemia.

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Obviamente que para que los salarios les ganen unos 3 puntos a la inflación (incrementos en torno a 50%), más allá de que la política del Gobierno es que haya un trade-off desde las cuentas corrientes de las empresas a los bolsillos de sus empleados, a cambio de que produzcan menos que en 2019 (los pesos que se van a orientar al consumo se financian con rentabilidad y se restan de la inversión, es decir de la creación de empleo y calidad de consumo futuro); Economía va a tomar decisiones administrativas que están en línea con lo anterior: precios máximos, control de precios y tope a las tarifas.

Todas son decisiones que podrían llevar a que en algún momento haya una disparada de precios, porque lo que la historia nos dice es que los precios atrasados siempre terminan alcanzando a los adelantados. En otras palabras: la inflación subyacente termina emparejando al resto.

Por lo pronto, esto alcanza para desacelerar el ritmo inflacionario a una tasa que se va a ubicar entre 2,25% y 3% anual de acá hasta fin de año. Al fin y al cabo es lo que busca el Gobierno, un puente para llegar hasta las elecciones sin demasiados sobresaltos y así poder ganarlas.

A la desaceleración de la inflación (o no aceleración) la ayuda que los precios de las materias primas tocaron máximos a fines de la segunda quincena de mayo y no esperamos que vuelvan a ubicarse en esos valores. De hecho los futuros en Chicago muestran que durante los próximos nueve meses habrá caídas de 10% en dólares. Pero esto es una parte de la película, la otra está relacionada con lo que el BCRA hará con el dólar.

Vuelven las intervenciones cambiarias

El campo va a seguir liquidando porque los precios récord no van a volver y el dólar no va a subir más de 2% mensual. Pero la realidad es que entre septiembre y noviembre inclusive, van a ingresar sólo u$s1.000 millones. Durante esos meses, habrá intervenciones. Máxime cuando en la previa a las elecciones siempre hay ruido cambiario.

Para hacer frente a las presiones cambiarias, el BCRA tiene poder de fuego, ya que no posee posiciones en los Futuros de dólar. Pero obviamente que quiere retener la mayor cantidad de reservas posibles, por eso el BCRA y la CNV les están pidiendo a las grandes empresas, bancos y Alyc que disminuyan sus operaciones en el Contado contra Liquidación (CCL) y en el dólar MEP, de lo contrario impondrán restricciones, como incrementar el parking. A priori, una limitación que vamos a ver es que las trabas a las importaciones se fortalezcan.

Si no hubiera intervención, a juzgar por la cantidad de empresas y ahorristas que se apuran por dolarizar sus tenencias y enviarlas al exterior, no habría que descartar un CCL cotizando entre $180 y $185. Ahora, como intervención va haber, estamos hablando de una suba potencial entre 8% y 10% a darse durante los próximos 4, o sea 2,5% mensual máximo. Para que no suba por encima de ese valor, vamos a ver al BCRA vendiendo bonos AL30 contra pesos y luego los recompra contra dólares, cuando las reservas netas son de u$s7.000 millones. Cuando hace esto, la autoridad monetaria no sólo limita el alza de los dólares bursátiles sino que también retira pesos pero tiene que usar sus dólares…

Si pensamos que la tasa implícita en inversión con devengamiento ronda 4% mensual, tendríamos que desarmar posiciones en dólares, colocarlas en pesos y cuando la brecha cambiaria se reduzca, volver a posicionarnos de dólares. El resultado es que vamos a terminar comprando 6% más de dólares en ese mismo lapso de tiempo. Sin ir más lejos, hoy la tasa de las Ledes es consistente con un CCL en $198 hacia diciembre, o sea que podemos pasarnos a pesos, ver cómo el CCL sube 19% y no perder ni un solo dólar cuando volvamos a posicionarnos en moneda dura.

Post elecciones el juego va a ser otro. El Gobierno va a acelerar el ritmo de ajustes cambiarios diarios y no descartamos que efectúe un incremento de 20% de golpe. Ese achicamiento de brecha es ideal para recomponer posiciones en dólares bursátiles “baratos” (cuando hay intervención, no se compra por precio sino por brecha), siempre que no sea importador, porque en ese caso va a convenir comprar activos Dollar Linked.

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A todo esto, ¿cómo está el dólar multilateral? A pesar de que el dólar oficial pierde por varios cuerpos la carrera contra la inflación, el dólar multilateral no está retrasado por la revaluación de las monedas de los principales socios comerciales de la Argentina, el alza de los commodities y una inflación global superior a la esperada. Es por esto que hacia fin de año el dólar oficial se va a ubicar entre $110 y $112. Esto no quiere decir que el tipo de cambio real no deba ser mejorado. Las exportaciones de manufacturas no tienen rentabilidad y las importaciones se ven favorecidas al punto de parecer subsidiadas.

La Argentina es sinónimo de desconfianza

A partir del fuerte downgrade que recibió la Argentina por parte de MSCI, será más difícil para las compañías locales conseguir interesados que les permitan conseguir dinero para sus inversiones. Incluso es probable que algunas no puedan renovar sus deudas y se terminen descapitalizando.

Para el Sector Público, a pesar que estamos caídos del mapa desde hace bastante tiempo, el escenario es peor porque el mundo financiero nos mira como si estuviéramos en la puerta de un default. Sin ir más lejos, la deuda argentina a 10 años rinde 19,9% anual, mientras que el promedio de las economías autónomas rinde 6% anual.

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Para ser gráfico: Jamaica, Trinidad y Tobago, Bosnia, Malta, Líbano, Palestina, Botswana y Zimbabwe se pueden endeudar, a diez años, 1.400 puntos básicos por debajo a lo que lo haría la Argentina, si es que tuviéramos chances de hacer una colocación de deuda en los mercados internacionales con la misma estructura de flujo que poseen los actuales bonos argentinos en dólares. Porque éste es el otro tema: los mercados están cerrados para la Argentina. Sólo nos financian los acreedores locales y los organismos de créditos... bueno, en éste último caso, nos refinancian.

Si pensamos en lo mal que estamos, y nos esforzamos en mirar el vaso medio lleno, un acuerdo con el FMI (la Carta de Intención se firmaría en diciembre y el acuerdo se podría sellar marzo o abril), podría comprimir las tasas de interés e incrementar los precios de las acciones. Piensen que a los papeles de las empresas se les aplica una tasa de descuento de 20% anual en dólares. Una mejora en los rendimientos de los bonos, haría que la tasa de descuento a aplicarle a las acciones sea menor, con lo cual el valor de mercado sube.

Hay valor, lo que falta es un Plan Económico con Duration de 10 años, en vez de 5 meses.

Presidente de Wise.

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