8 de febrero 2022 - 00:12

Negociación con el FMI: un mayor ajuste

Se va terminando el doble discurso del Gobierno, que sostenía que era posible alcanzar un acuerdo con el Fondo "progresista", o "con inclusión social". El ministro Guzmán reconoció que el FMI exige un mayor ajuste. Mientras tanto, se "rasca la olla" de las reservas del Banco Central y se pagarán en estos días más de 1.100 millones de dólares.

El Gobierno Nacional terminó reconociendo que no hay margen para un acuerdo que no contenga un mayor ajuste.

La negociación con el FMI entra en su recta final. Se acerca la hora de la verdad. En breve se deberán abonar al organismo 720 millones de dólares en concepto de pagos de capital por el préstamo tomado por Macri en 2018. Y otros 366 millones en intereses. Pero el 22 de marzo hay un vencimiento mayor: 2.828 millones de dólares. A los que hay que sumarles otros 300 al Club de París. Estos últimos pagos son superiores al total de las reservas líquidas del Banco Central. Por eso el Gobierno trata casi desesperadamente de firmar el acuerdo antes de esa fecha.

Lo novedoso de estas semanas es que el Gobierno Nacional terminó reconociendo que no hay margen para un acuerdo que no contenga un mayor ajuste. Ya quedaron atrás las fantasías de un plan de pago a 20 años (como planteaba el kirchnerismo hace un año) o de que no nos iban cobrar las sobretasas de interés que exigía el mega-préstamo macrista. El acuerdo será a 10 años, comenzando a pagar capital en 2026, pero los intereses se seguirán pagando todos los semestres. Quedó expuesto también que el Fondo exige un mayor ajuste al ya muy fuerte que viene llevando adelante el Gobierno de Alberto Fernández: plantea un “sendero de convergencia fiscal” (la nueva palabra para esconder la más real de “ajuste”) donde se llegue al déficit cero en 2024, mientras se negocia ir ajustando un poco menos, y llegar a dicho déficit cero en 2027. Seamos claros: en una fecha u otra, se trata de una fenomenal hipoteca sobre el pueblo trabajador, que lo pagarán los jubilados y los empleados del estado con la caída del poder adquisitivo de sus ingresos y el conjunto del pueblo trabajador con mayores tarifazos y con la reducción de la obra pública (lo que generará más desocupación).

A todo esto hay que agregar otro elemento importante: el Fondo exige una revisión trimestral del acuerdo. Liquidando así las fantasías de algunos que sostienen “firmemos cualquier cosa y luego no lo cumplamos”. El FMI enviará auditorías cada tres meses, en lo que será una virtual intervención de toda la política económica. Un avance impresionante en la ya semicolonizada economía argentina.

Mientras tanto, seguimos pagando

Tal vez se podrá plantear que la “táctica” del Gobierno fue alargar la negociación sin firmar nada. Pero la realidad es que no fue gratis: lo que sí se hizo fue cumplir estrictamente con todos los vencimientos. De hecho, desde la asunción del Frente de Todos ya se llevan pagados al FMI 6.359 millones de dólares (5.160 de ellos el año pasado), más de lo que se puso para atender la pandemia en 2021.

La deuda externa es la hipoteca que sigue hundiendo a la economía argentina desde hace décadas, pagada por todos los gobiernos, sin excepción. Los pagos son infinitos: así, este mes de enero, además de los vencimientos antes citados al FMI (1.100 millones), se tienen que pagar 68 millones al BID, 17 millones al Banco Mundial. A esto hay que sumarle los 700 millones de dólares que ya se abonaron a los acreedores privados, fruto de los vencimientos acordados en el canje de agosto de 2020.

En síntesis: si se acuerda con el Fondo se viene un súper-ajuste, mayor al actual. Y se seguirán pagando miles de millones de dólares de intereses. Y luego, en 2026, tendremos otra vez una montaña de vencimientos impagables. A la vez que el Fondo, cual virrey será el que subirá o bajará el pulgar sobre cada decisión de nuestra política económica.

Así no tenemos salida. Por eso insistimos en que la única solución es romper las negociaciones con el FMI y suspender todos los pagos en concepto de deuda externa, para así volcar todos los recursos a atender las más urgentes necesidades de trabajo, salario, vivienda, salud y educación. Único camino para apostar a la reactivación de nuestro mercado de consumo y a una verdadera redistribución de la riqueza.

Economista. Dirigente de Izquierda Socialista. Docente e Investigador de la UBA

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