El valor de los FCIs para los pesos de corto plazo

Lograr una tasa igual o superior a un plazo fijo es el objetivo. La diferencia se encuentra en la incorporación de instrumentos con riesgo de mercado. Con los fondos de Renta Fija T+1 el inversor tiene la posibilidad de generar mayores retornos.

A la hora de elegir un FCIs es prioritario conocer la composición de su cartera.

A la hora de elegir un FCIs es prioritario conocer la composición de su cartera.

Los FCIs se han vuelto una herramienta muy importante para el manejo de los flujos de pesos más transaccionales. La razón es bastante simple: un manejo eficiente de los saldos más líquidos de una posición -en un contexto de alta inflación e incertidumbre macroeconómica- debe ser un objetivo en sí mismo.

No obstante, por definición, las estrategias para estos pesos deben combinar una liquidez rápida y bajo riesgo. Lógicamente, la primera respuesta serían los MM (T+0). Invierten en cuentas remuneradas, plazos fijos y cauciones, principalmente, por lo que devengan una tasa diaria (aunque negativa en términos reales) sin asumir riesgo de mercado, bajo carteras muy cortas -de menos de 7 días-.

Ahora, si nuestro horizonte de inversión es algo mayor, el abanico de opciones se amplía. Si somos didácticos, la diferencia se encuentra -en mayor o menor magnitud- en la incorporación a la cartera de instrumentos con riesgo de mercado. Entendiendo que, con ello no solo el inversor se expone a la posibilidad de generar mayores retornos, sino a también a la volatilidad implícita de esos instrumentos. Acá apuntamos, en concreto, a los fondos de Renta Fija T+1. Esto último haciendo referencia a las 24 horas que corren desde el rescate hasta la disponibilidad de los fondos, y que claramente no es inmediata como en los T+0, pero tampoco requiere de una inmovilización de 30 días como la que implican generalmente los plazos fijos tradicionales.

A grandes rasgos, a parte de la liquidez en cartera (que suele volcarse en plazos fijos, cauciones, FCIs o cuentas remuneradas), estos fondos pueden incluir activos de riesgo soberano y/o corporativo de corto plazo. Entre los primeros, podremos encontrar Letras Municipales, Provinciales o del Tesoro Nacional, o incluso Bonos Soberanos de corto plazo. Si hablamos de corporativos, podemos mencionar Obligaciones Negociables o Instrumentos Pyme -Fideicomisos Financieros, principalmente-. El objetivo de base: lograr una tasa igual o superior a un plazo fijo, con una cartera de duration corta (lo que deberia contener la volatilidad) priorizando instrumentos de corto plazo, y la liquidez necesaria que requiere un fondo con disponibilidad al día siguiente.

En la actualidad, la industria ya cuenta con más de 80 opciones de este tipo -sobre un total de casi 700 fondos-. Pero vayamos de atrás para adelante. En concreto, los fondos de Renta Fija suman cerca de 350 fondos (50% del total), pero si hacemos un doble clic y analizamos sólo los de Renta Fija en pesos el análisis se restringe a unos 270. Por ende, dentro de este número, las 80 alternativas RF T+1 explican en torno al 30% de ese total. Por lejos, la categoría de mayor peso dentro de los Renta Fija en pesos.

En ese sentido, en cuanto al patrimonio el segmento supera los $670 mil millones -o un 9,5% del total administrado por la industria-. Ponderación similar a la que presentaba al cierre de 2021, con un AUM de $343 mil millones, lo que implica que su crecimiento se mantuvo en línea con la industria (94% vs 92%).

No obstante, si analizamos su evolución mes a mes en el último año, este segmento no estuvo exento de la volatilidad que sufrió la industria por momentos. De hecho, en junio del año pasado, esta categoría ponderaba un 11% del total. ¿Qué pasó? La crisis de deuda local que los llevó a perder en muy poco tiempo más de $150.000 millones -un fuerte movimiento que no veíamos PASO del 2019-, y a cerrar el año en menos del 9%.

Ahora bien, ¿por qué esta tendencia parece revertirse en estas semanas? En principio, por la necesidad de mejorar los rendimientos sin asumir mucho mayor volatilidad que un T+0.

El movimiento de los flujos muestra claro este mayor apetito, e incluso los convierte en el segmento que mayores suscripciones netas tuvieron en el mes. Puntualmente, los T+1 acumulan unos cerca de $59.000 millones -a razón de un promedio diario de $3.000 millones -, lejos de los MM con un flujo positivo de 12.000 millones (pero prácticamente explicado sólo los ingresos de las últimas ruedas) o los identificados como los de cobertura que reflejan rescates por más de $ 38.000 millones.

Una tendencia que entendemos, en concreto, se mantendrá en un escenario en donde la incertidumbre se mantendrá y potenciará de la mano del proceso electoral; y, en consecuencia, el apetito por la liquidez rápida también.

¿En qué invierten los T+1?

Pero más allá del renovado apetito y las variables que pueden argumentar a favor de estos fondos, la realidad es que -como pasa en muchas categorías- es un segmento de la industria que puede armarse sobre diferentes estrategias. Ahora bien, ¿qué determina estas estrategias? La coyuntura económica-financiera como las opciones posibles sobre la mesa (y también, con cierta lógica, las regulaciones).

Tal es así que, si miramos la evolución de la composición general de las carteras en los últimos 12 meses, se refleja como la incertidumbre disparada sobre la deuda -en especial, en pesos y de corto plazo- a mediados del año pasado, pesó fuerte sobre las estrategias de estos fondos.

Incluso es relevante hacer un doble clic en ese juego de movimientos, y analizar cómo se fue modificando el tipo de letras que explican esa participación. Hoy, básicamente ese 50%, se compone en partes prácticamente iguales de Ledes y Leceres. Una foto diferente a la de principios del año pasado, cuando la mayor ponderación era de Ledes, y a la de mitad de año (antes de la crisis) cuando las Leceres eran quienes ganaban la pulseada.

Ahora, en toda cartera y ante cambios en la participación del instrumento principal (las Letras, en concreto, en el caso de los T+1), tiene que existir una o más variables de ajustes. Acá la más importante fue la liquidez. Esta ganó protagonismo durante la crisis de deuda local (a un máximo de 33% si incluimos las Lelites), y cayó en los últimos meses al 23%.

Un componente que es clave destacar y que esperamos se mantenga en esta línea -entre el 20/30% o incluso más a medida que la incertidumbre sea mayor-. Donde el marco de la actual coyuntura empuja a mantener corta la duration de estos fondos, y con una volatilidad acotada. Incluso, la suba de tasas recientes juega a su favor.

Por último, también debemos recalcar el rol en estos fondos de los instrumentos privados, que hoy ponderan en el general en torno al 20% -por una participación de activos PYMES que se duplicó y un crecimiento de las ON en unos 5 puntos porcentuales año contra año-. Acá nuevamente las razones se explican, en gran parte, por las dudas que pesaron (y pesan) sobre el riesgo soberano.

No obstante, vale aclarar que -dado el contexto de alta incertidumbre- el manejo de las estrategias por parte de los Portfolios Managers de cada fondo es cada vez más activo; por ende, la configuración de estos fondos es probable que pueda ir variando (incluso en tiempos acotados).

Por ello es muy importante hacer un doble clic en la composición de la cartera a la hora de elegir. Entenderlo, nos permitirá encontrar, de manera más fácil y eficiente, el fondo que mejor se adapte a los objetivos de inversión de cada perfil.

La autora es Team Leader de FCIs de ppies

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