4 de agosto 2022 - 17:01

La política en la voz de los jóvenes

El estudio de la historia de las ideas es decisivo en nuestros tiempos, porque un estudio de tal índole contribuye a perfilar nuestra concepción a las soluciones que necesita nuestro país.

La participación de los jóvenes resulta importante para la organización crítica de la vida social.

La participación de los jóvenes resulta importante para la organización crítica de la vida social.

La participación de los jóvenes en la política argentina se basa en el desarrollo de nuevos valores y paradigmas sociales que el futuro demanda en una sociedad y en la política de un país.

Mas de la mitad de los jóvenes no se siente representado ni identificado por los arcaicos partidos políticos o por los políticos que no lograron llegar a un sector etario que, cada día más, demanda participación política.

La participación de los jóvenes resulta importante para la organización crítica de la vida social; la realización individual y colectiva de un proyecto comunitario y el fortalecimiento de procesos de integración. Pero, además, es necesario fortalecer la capacidad de los jóvenes de ser actores de su propia vida; actores que puedan elegir, juzgar y ser capaces de llevar a cabo ellos mismos proyectos que les permitan desarrollar relaciones sociales. La participación de los jóvenes en los lugares donde se toman decisiones que afectan sus vidas es un derecho constitucional. Y también un medio para mejorar la forma de vida. Estimular la participación de los jóvenes en el espacio político y social, responde a la necesidad de fortalecer las prácticas y valores democráticos en la ciudadanía.

Tuvimos recientemente un episodio para analizar, cuando se produjo la asunción de la nueva presidente de la HCDN, la diputada Camaño decidió hacer alusión a la condición de mujer de la flamante presidenta de la Cámara baja como su principal “virtud” a destacar; nos dio el pie para abrir un debate mucho más profundo y que va más allá de la discusión sobre quién merece ocupar el cargo en cuestión:

¿Debemos alegrarnos por la designación de una mujer en un cargo importante, por el simple hecho de que se trata de una mujer y no de un hombre?

Un progresista respondería que sí, sin dudarlo, cobijándose en el argumento de que, al designar a una mujer, se estaría saldando una deuda histórica para con el sexo femenino (incluso si esto implica incurrir en casos de discriminación positiva) y que, por ende, estaríamos hablando de algo positivo y hasta de un avance en materia de igualdad y derechos humanos.

Suena poco feminista que lo importante a la hora de seleccionar a una persona para ocupar un puesto de poder no debería tener que ver con su sexo sino con su formación, su capacidad, su mérito y su intelecto.

No es de extrañarse que para los habitantes de un país cuyos funcionarios deciden dar la lucha contra la violencia machista inaugurando bancos rojos o puntos violeta en las esquinas, en lugar de debatir la posibilidad de que los femicidas tengan cárcel de por vida, el simple hecho de posicionar a una mujer en un cargo destacado pueda ser considerado revolucionario.

Sin ir más lejos, existe una parte de la juventud representada por el feminismo hegemónico actual que insiste en culpar a un supuesto patriarcado por todos los males que la aquejan, aún cuando desde hace años y muy felizmente ya gozamos de igualdad ante la ley para varones y mujeres en Argentina. Son los mismos que aplauden los cupos para mujeres y homosexuales como si pertenecer al sexo femenino o a la comunidad gay representara una discapacidad que nos impida llegar al mismo lugar que un hombre heterosexual.

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