17 de abril 2020 - 11:51

Covid-19: lo que dejará de aprendizaje

Hay que debatir sobre el rol de cada uno. Que el 1% de los ricos del mundo concentre el 82% de la riqueza global, no va más.

La gran enseñanza será que no son los humildes los únicos dependientes del Estado.

La gran enseñanza será que no son los humildes los únicos dependientes del Estado.

Foto: Pixabay

Distintos estados alrededor del globo están lidiando de diversas maneras con la pandemia Covid-19. En la Argentina, las decisiones adoptadas parecen ser acertadas, siguiendo la premisa del presidente Alberto Fernández, que se despachó ante potenciales críticos con su frase: “Una economía que se cae, se levanta. Una vida que se pierde, no se recupera más".

Un Estado presente, republicano, con mayor cantidad de incumbencias que aquel Estado que no lo es, termina siendo más eficiente a la hora de combatir calamidades sociales.

Qué dejará de enseñanza la pandemia

El teletrabajo nos dio herramientas a muchos trabajadores para poder seguir sosteniendo estructuras. Descubrimos que podemos ser igual o más productivos. ¿Acarrea un problema? Muchos seguimos reticentes a ello, nos gusta vernos las caras a la hora de trabajar, pero el tiempo hará lo suyo. Lo que no podremos evitar, y generará una nueva brecha en Argentina, es la de los trabajadores que ejercen fuerza de trabajo ‘‘intelectual’’, por lo que, una vez más, tendríamos privilegiados en sus patios administrando áreas sensibles y por otro, laburantes que sí deben salir a la calle. ¿Cómo lograremos un equilibrio allí entre estos nuevos privilegiados y los que seguirán haciendo lo mismo que antes?

El exceso de información, las fake news y la viralización de mentiras irresponsables y peligrosas. Muchos colegas ya la han etiquetado: se llama Infodemia. Cualquier tipo de información falsa, que circula de manera extraoficial, por canales de rápida viralización como Whatsapp, hacen muchísimo daño, generan una pandemia también peligrosa, la del miedo, la de la automedicación, la de la anarquía y la anomia. Discutamos el rol de los medios, si, y cuánto ayudan a comunicar de forma eficaz, pero sobre todo el rol de todos nosotros, que ya nos convertimos en verdaderos medios de comunicación masivos unipersonales gracias a las herramientas virtuales de uso libre que poseemos.

¿Qué el capitalismo está en crisis? Bueno, en cierta medida siempre lo estuvo, pero hace mucho sobrevive y también sobrevivirá a esta crisis. El patriarcado se va a caer, pero no el capitalismo salvaje (por ahora) y los seres humanos a su servicio. Lo que sí se puede transformar, es que inevitablemente el capitalismo deberá ir a la escuela: ya no puede ser salvaje. Las condiciones sociales en las que ha condenado a gran parte de la población mundial, dan muestras claras de que la brecha entre quienes más y menos tienen es cada vez más profunda, y que es parte del problema. Que el 1% de los ricos del mundo concentre el 82% de la riqueza global, no va más.

No se trata de discutir si los Estados que más recursos destinan a sanidad pública son los que más controlada tienen a la pandemia, porque existen enormes diferencias entre ellos. Solo coinciden en un punto: priorizan el interés colectivo al individual, sin dejar de estimular las iniciativas privadas (incluso China está abierta al mercado mundial y está desplazando a EE.UU. como potencia económica).

La globalización, fenómeno hoy exacerbado a una gigantesca escala por la Internet, las migraciones, el turismo masivo y el comercio internacional seguirá con vida. La globalización no es el problema en sí, siempre existió, el problema son los Estados y como la administran y canalizan para su provecho.

Necesitamos un Estado cada vez con más incumbencias, inversor en industrialización, cultura, sanidad, educación, seguridad interna y externa y tantas otras carteras que garanticen las necesidades mínimas de sus habitantes, que controle la economía (nunca libre) en beneficio del pueblo, porque si seguimos delegando esa facultad en las grandes corporaciones, seguiremos parados en el mismo lugar, esperando una nueva pandemia o calamidad.

No hacían falta más excusas para emprender un verdadero proceso de federalización y descentralización de nuestro país. A la ciudad de Buenos Aires entran más del doble de sus residentes por día para ir a sus lugares de trabajo, lo que hace que nos hacinemos, que emitamos más gases contaminantes, que desarrollemos patologías, que nos surjan ataques de pánico, agorafobia y muchísimo estrés. ¿No es hora de que nos desparramemos un poco en este inmenso país?

La gran enseñanza será que no son los humildes los únicos dependientes del Estado: todos lo somos, porque ese sistema hemos estado creando durante los últimos siglos. Es hora de repararlo y que sea más justo, igualitario y preparado para subsistir como seres humanos, con una sola condición, que todos vivamos dignamente.

Subsecretario General de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, y Secretario del Honorable Consejo Académico de la Facultad de Derecho de la U.N.L.Z.

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