13 de noviembre 2024 - 09:55

Un esfuerzo extraordinario con resultados limitados: inflación 2,7%

La estabilidad económica de Argentina no solo depende de factores internos, sino que está expuesta a eventos y decisiones externas que pueden amplificar la vulnerabilidad del país.

La Argentina, con un alto nivel de endeudamiento en dólares, podría enfrentar serias dificultades.

La Argentina, con un alto nivel de endeudamiento en dólares, podría enfrentar serias dificultades.

La economía argentina atraviesa un período complejo en el que los esfuerzos de la ciudadanía para contener la inflación han sido extraordinarios, aunque con resultados dejan mucho que desear. Existen señales de desaceleración en el ritmo inflacionario, pero las mejoras no han sido suficientes para asegurar un futuro económico estable. A menos que se implementen políticas efectivas y sostenibles, el año 2025 podría presentar riesgos de envergadura, con posibles turbulencias.

Los ingresos fiscales de octubre ofrecen un escenario mixto. La recaudación real total de impuestos mostró una disminución del (-0,4%) intermensual, tras el fuerte repunte del 7,7% en septiembre. A pesar de un crecimiento del 10,5% desde los mínimos de marzo, la recaudación aún se mantiene un 8,8% por debajo de los niveles observados en los primeros 2 años de Mauricio Macri. Este leve repunte se debe en gran medida a ingresos temporales y extraordinarios, como el “impuesto PAIS” y los ingresos de la (fase 1 del blanqueo), que juntos representan solo un 1,3% del PBI hasta la fecha.

Por ejemplo, el “Impuesto PAIS” experimentó un repunte del 2,6% intermensual en octubre, tras una caída del 44,7% en septiembre. A nivel interanual, este impuesto ha incrementado un 135%, pero es una medida temporal que se eliminará en diciembre. Por otro lado, el blanqueo fiscal ha contribuido con ingresos adicionales, pero también es una solución de corto plazo que no garantiza la sustentabilidad.

La cifra de IPC fue de 2.7% (37,67% anualizada), e indica una inflación mensual con una desaceleración desde el 3,5% de septiembre. Esta podría interpretarse como una tendencia positiva, pero debe abordarse con cautela: el IPC de CABA, por ejemplo, fue del 3,2% en octubre, mostrando también una desaceleración. No obstante, estas mejoras responden a factores estacionales y regulaciones puntuales, sin una base económica sólida que garantice su continuidad.

La inflación en alimentos, uno de los sectores más sensibles, ha mostrado la mayor desaceleración desde julio de 2020, situándose en un 1,7% mes contra mes. Sin embargo, las verduras y frutas frescas han experimentado repuntes significativos, lo que indica que la reducción en el costo de vida es, en gran medida, inestable y vulnerable a factores externos y climáticos.

En este contexto, vuelve a surgir una pregunta recurrente desde esta columna: ¿podrá Argentina mantener su recuperación fiscal en 2025, sin los ingresos extraordinarios del “Impuesto PAIS” y otras medidas temporales?

Si bien las proyecciones sugieren que la actividad económica podría despuntar, en sintonía con un leve aumento del PBI (“ceteris paribus”), la eliminación de estos impuestos temporales y la falta de un crecimiento sostenible ponen en riesgo el draconiano ajuste fiscal. Sin una reestructuración de deuda y una promoción más efectiva de la inversión, la recaudación de impuestos podría experimentar una caída significativa, incrementando el déficit y debilitando aún más la economía.

La inminencia 2025

El próximo año, en el mes de octubre, llega la elección de medio termino. Sabemos que el Gobierno desea consolidar una mayoría en el Congreso, y no ignora que una profunda recesión y una inflación que supere el 35%, no contribuirían. De continuar esta situación, el panorama para el año 2025 parece complejo. La falta de crecimiento sostenible, un sistema impositivo dependiente de medidas transitorias y la incapacidad de bajar la inflación a un digito, auguran un escenario de turbulencia. Es imperativo que el Gobierno salde la deuda electoral de eliminar las restricciones cambiarias, fomentando una política monetaria y fiscal consistente, en un entorno económico que permita una recuperación genuina.

Los esfuerzos ciudadanos han sido admirables, pero se necesita mucho más que buena voluntad para soportar el deterioro del poder adquisitivo actual. Sin cambios de fondo, el esfuerzo colectivo podría diluirse, la débil recaudación producto de la recesión y la volatilidad financiera potencial, ponen riesgo a la estabilidad social y económica del país.

Este análisis sirve como llamado a la acción para quienes diseñan y ejecutan las políticas económicas. En caso contrario, la sociedad argentina podría fatigarse de tanto ajuste, así tendríamos un 2025 marcado por la incertidumbre y el descontento, con efectos para la economía y el bienestar de todos.

Riesgos exógenos

Gano Donald Trump, la estabilidad económica de Argentina no solo depende de factores internos, sino que está expuesta a eventos y decisiones externas que pueden amplificar la vulnerabilidad del país. La incertidumbre en torno a la política proteccionista de los EEUU, una segura vuelta a la “guerra comercial con China”, la política monetaria y económica en general de los EEUU, especialmente en un contexto poselectoral decisivo, podría traer efectos indeseados que Argentina no está preparada para resistir.

La mayoría de las proyecciones actuales han asumido un escenario de continuidad en las políticas de los principales bancos centrales. Esto implica una desinflación pura que llevaría las tasas de interés de política hacia niveles neutrales, acompañada de un regreso de la inflación al objetivo del 2% en economías avanzadas. Sin embargo, esta perspectiva ha sido cuestionada. Factores como el crecimiento robusto en el sector servicios y el aumento de los salarios mantienen rígida la inflación básica, cerca del 3%. Esta persistencia podría impedir que los bancos centrales relajen sus políticas en el corto plazo.

De mantenerse este escenario restrictivo, la Argentina, con un alto nivel de endeudamiento en dólares, podría enfrentar serias dificultades. Un contexto como el actual, de tasas elevadas a nivel global implica una elevada carga para el frágil sistema de pagos. Además, la simetría entre las políticas monetarias de EEUU (apreciación del dólar) y Argentina (apreciación del peso) significaría nuevas presiones que se agregan a la devaluación competitiva de Brasil.

A medida que los impulsos de sincronización global de políticas y de inflación disminuyen, surgen diferencias notables entre países en cuanto a la demanda y la oferta. La Fed expresa una visión optimista de la desinflación, señalando que el mercado laboral estadounidense no está generando presiones inflacionarias significativas. Sin embargo, la persistente inflación en servicios y el incremento salarial hacen que esta postura sea incierta y sujeta a revisión.

Para Argentina, el contexto: “somos amigos de Trump” es un arma de doble filo. Argentina depende de China de manera que EEUU no podría reemplazar.

Por otra parte, una inflación más alta de lo esperado en EEUU presionaría al alza las tasas de interés internacionales, elevando el costo de financiamiento externo y el riesgo del eventual inconsulto “canje de deuda en pesos por deuda en dólares”.

Recuerde, dado el déficit fiscal argentino que se capitaliza mes a mes, esta dependencia de aumentar la deuda, con una política monetaria más restrictiva en EEUU se traduciría en un encarecimiento de la deuda. Una apreciación del dólar, generaría presiones cambiarias y esto a su vez, generaría mayores desafíos para contener la inflación doméstica.

Si bien la política económica argentina se encuentra en una fase de ajuste y la sociedad está haciendo sacrificios para contener la inflación, el entorno internacional plantea riesgos adicionales que pueden agravar la situación.

Las decisiones de política monetaria en EEUU y las diferencias en el desempeño económico entre países plantean un riesgo de shock exógeno que Argentina no está preparada para absorber. De suceder lo previsiblemente expresado, 2025 podría traer turbulencias marcadas por presiones inflacionarias, volatilidad cambiaria y un creciente riesgo de default. La economía argentina no solo debe enfrentar sus desafíos internos, sino que también debe prepararse para resistir los impactos de una economía global en transformación.

Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros

Dejá tu comentario

Te puede interesar