Audaz, Massa se anota para pelear el PJ bonaerense
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Subyase, obvio, un dato: la preferencia manifiesta por Balestrini va en detrimento de Randazzo, con quien Massa comparte gabinete. Y nada más.
Pero fuera del ring, a la espera, hay otro actor: Daniel Scioli. El gobernador mantiene su promesa de respaldar a su vice para la conducción del PJ pero, en su lenguaje neutro, permite el juego que lo coloca como, llegado el caso, postulante «de la concordia». Es ya vicepresidente del PJ Nacional, cargo por el cual antes también lo habían descartado.
Esa hipótesis se sostiene sobre el supuesto es que un tironeo entre Balestrini y Randazzo, y posiblemente Massa, termine con una solución salomónica que ubique a Scioli al tope de la comandancia del peronismo de Buenos Aires. Todo, claro, digitado por Kirchner.
Pero el rol arbitral del patagónico dejó de ser indiscutible y en el PJ, legisladores e intendentes, reclaman autonomía para resolver la conducción partidaria. Todo se explica: además de la cúpula provincial, deben renovarse las jefaturas distritales.
Kirchner quiere emular en el plano bonaerense el sistema de lista única que puso en práctica a nivel nacional. Es decir: proclamación sin internas y, para eso, debería extender su influencia hasta los municipios donde hay batallas endemoniadas.
Un caso testigo: en Quilmes, el intendente Francisco «Barba» Gutiérrez se lanzó desde los paredones a presidir el PJ local mientras que el ex alcalde Sergio «Chino» Villordo amaga pararse enfrente, maniobra para la que buscó recomendaciones del mismísimo Eduardo Duhalde.
Otros atrincherados: Darío Giustozzi, de Almirante Brown, ve el desfile de batallones que hace Jorge Villaverde, diputado nacional, derrotado por Giustozzi -protegido de Randazzoen diciembre pasado, que controla y quiere seguir haciéndolo el PJ del distrito.
Quizá por eso, por los aprestos belicosos, el patagónico quiere demorar los entreveros y, en lo posible, resolver todo en Olivos. No le resultará fácil.
Ni Eduardo Duhalde logró la paz total. La última elección del PJ, el 21 de noviembre de 2004, el ex presidente tuvo que resignarse a que haya internas en 30 distritos. Aquel domingo, Duhalde fue electo jefe partidario pero delegó el mando en su vice, Díaz Bancalari.
Por eso, la elección de la mesa bonaerense debería convocarse para, como mínimo, noviembre de manera que antes de fin de año asuma la nueva conducción. Pero Kirchner quiere postergar la disputa para el año próximo para evitar ruido político en este 2008 agitado.
En ese marco, lo más probable es que se reprograme -Congreso mediante- para el segundo trimestre del año próximo y que la interna de cargos partidarios se haga coincidir con una eventual primaria donde se definan los cargos electivos para las legislativas de 2009.
Esa demora sería bien vista por algunos intendentes que podrían perder, o no conseguir, la jefatura de los PJ de sus municipios y tendrían que convivir con rivales internos instalados en la cima del partido que usen esa «chapa» para bombardear sus gestiones.
Entre tantos frentes abiertos, el PJ está de vacaciones formales. Y no sólo por el receso de invierno. Hace más de un mes, que el Consejo partidario no sesiona y ha evitado sistemáticamente hacerlo luego de la votación en el Congreso por las retenciones móviles.
Hay una fila de dirigentes al acecho para salir a pedir la ejecución pública de aquellos dirigentes del PJ que votaron en contra del proyecto oficial. Al tope del ranking aparece Felipe Solá, sobre quien acumulan furia desde hace años. Pero el ex gobernador no es el único.
También Graciela Camaño y Villaverde se opusieron a las retenciones móviles. Sobre ellos, caerán pedidos de castigos. Y Díaz Bancalari quiere evitar esa caza de brujas. No por Solá, al que la Casa Rosada ya ve como un «enemigo», sino sobre todo por Camaño.
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