¿Bonafini también "borocotorizada"?
La no aparición aún del testigo del caso Etchecolatz, Julio López, no sólo hace estallar al gobierno sino también al arco de las organizaciones defensoras de los derechos humanos de izquierda. La salida de Hebe de Bonafini descalificandoal testigo como «familiar de policías» y negando que sea «ni militante ni desaparecido» dividió a ese espacio que salió a pronunciarse a través de la prensa y, principalmente, de las páginas Web desde las cuales se expresan. Elegimosuno de los pronunciamientos más agrios para ejemplificar ese hecho, que reproduce el sitio Argenpres y se titula «El final de una ilusión». Veamos los principales párrafos que firma el militante Daniel Cadabón.
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Fue en esta reunión en la que «el hijo de las madres» habrá mostrado su preocupación por el desaparecido en democracia pidiendo a Hebe que saliera a defender su gestión. «Me lo hicieron a mí, Hebe», «es una maniobra en contra de nuestro gobierno.»
Y Bonafini salió con los tapones de punta, dijo que hay que analizar bien el «caso López» porque este hombre «tiene un hermano policía y vive en un barrio de policías», puso en duda el comportamiento de Jorge mientras estuvo detenido; reactivó el viejo argumento del terrorismo de Estado señalando que López puede estar en otro lugar (la dictadura sostenía que los hijos de Hebe estaban en Europa); reanimó la teoría de los dos demonios, al declarar que la desaparición del compañero es una maniobra de la izquierda y la derecha en contra de Kirchner, etcétera.
Tan lamentables y repugnantes fueron las declaraciones de Bonafini que hasta los propios Kirchner y Solá salieron a diferenciarse, después de haberlas promovido. Realmente hay que ser un cagón para mandar a tu «madre» al frente.
Pero Hebe no es inocente. El repudio público que merecen sus declaraciones son el alto precio de su «borocotización».
De su pasaje sin principios al gobierno de la pura apariencia. Bonafini, con treinta años de lucha como una reconocida militante de la «aparición con vida», ha quedado a la altura de un D'Elía, lo que no es poco decir.
Que hasta el momento no haya detenidos ni sospechados muestra que el gobierno va en el camino de una negociación más que de un enfrentamiento. Las declaraciones de Solá sobre el primer «desaparecido en democracia» son tan reales que dan la idea de que la patota pejotista bonaerense ha comenzado a contar, nuevamente como en el 74. Los vínculos de los represores con el aparato del Estado son muchos, y sus relaciones son de larga data. El caso «Juanjo» Alvarez muestra que están insertos en el poder a través de sus partidos. La financiación de las patotas criminales no es una cuestión menor; hay que investigar las cuentas bancarias de los «viejos» financistas de la represión en nuestro país. Abrir los archivos de la SIDE y ver cuántos de estos grupos siguen en operaciones dentro y fuera de las fuerzas represivas del Estado.
El presidente Kirchner descansa en El Calafate esperando que el «caso López» se transforme en un caso olvidado que no empañe su reelección. Menem hacía lo mismo, en épocas de la AMIA, yéndose a «la Rosadita» de Anillaco en La Rioja. Mientras tanto, el compañero López, a sus 76 años, puede estar reviviendo en un sótano frío y húmedo los peores momentos de su desaparición el 27 de octubre de 1976.
La ilusión del kirchnerismo se hace pedazos. Como toda ilusión que cae llega el momento de decir «ahora comprendo». Con vida se lo llevaron, con vida lo queremos.
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