Cristina y los gobernadores ya pelean por el liderazgo de un peronismo en crisis
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"La crisis del peronismo pasa por la ausencia de líderes. Esta legislativa le complica los planes a (Sergio) Massa, a (Florencio) Randazzo, al cordobesismo... Los ganadores, (Juan Manuel) Urtubey, (Juan) Manzur, (Martín) Soria, (Agustín) Rossi y la misma Cristina (Kirchner) no tienen todos los elementos para conducir el crucero", siguió Burdman. "Para mí, hoy cualquiera puede aspirar a ser líder del peronismo. No veo por qué Urtubey, Massa o Manzur son más presidenciables que Martín Insaurralde, Gustavo Bordet, Sergio Uñac... o cualquier diputado del bloque. Salvo el caso de Cristina, que es historia viviente", completó.
¿Será posible una síntesis entre el kirchnerismo y el peronismo de las provincias?
Si algo demostró Cristina al postularse, contra muchos pronósticos, como candidata a senadora es que no va a permitir que el sector languidezca sin dar una pelea que termina en 2019. Por eso, pese a todo lo que se vaticine acerca de presuntas muertes políticas, ya busca capitalizar un caudal de votos que probablemente la erija en la vencedora de la PASO bonaerense del último domingo 13 en el escrutinio definitivo y en la postulante peronista más votada del país. ¿Qué triunfo, en cualquier provincia, vale más en votos que, incluso, una derrota apretada en octubre?, razonan cerca de ella. Un argumento para discutir largamente, que ignora problemas de techos.
Mientras, sus reuniones con Agustín Rossi y con los referentes de los triunfos K en Tierra del Fuego y Chubut, distritos a los que en el Instituto Patria suman Río Negro y Santiago del Estero, apuntan a reagrupar el kirchnerismo nacional.
La pelea por el liderazgo del peronismo está lanzada. Y desde otras plazas del interior le responden con dureza.
Urtubey ya se presenta como un presidenciable; Uñac se prueba el traje de modo más discreto.
En tanto, varios gobernadores ensayan el argumento de una Cristina confinada a la provincia de Buenos Aires y, para colmo, derrotada en octubre. Y, mientras miran cómo piensa terciar en esa interna la Casa Rosada, debaten si avanzan hacia la conformación de bancadas propias en el Congreso. Sin los K, naturalmente.
Además, la dialéctica pública sube de tono.
Uñac habló de que cualquier debate sobre una reforma constitucional debería incluir un artículo que jubile a todo dirigente que haya cumplido dos mandatos presidenciales. Esgrime, claro, una regla ad hominem. O ad mulierem, en este caso.
El jefe de los senadores, Miguel Ángel Pichetto, por su parte, diferenció dos sectores y, todo un clásico de la derecha peronista, dividió aguas. "El PJ debe volver a ser un partido de centro nacional. Nosotros no somos la izquierda porteña", señaló el jueves en una reunión organizada por la Fundación de Estudios Políticos, Económicos y Sociales para la Nueva Argentina (Fepesna). Ese "centro nacional", sugirió, podría negociar con el macrismo las futuras reformas laboral, previsional e impositiva.
Falta en este análisis una mención imprescindible a un jugador externo: Sergio Massa. Este pareció encontrar en las PASO un freno violento a su estrategia de crecimiento autónomo, tanto que, más que estancarse fue para atrás. Su 15 %, que para peor peligra en octubre frente al Pacman oficial, palidece notablemente frente al 44 % de 2013. Ya no puede esgrimir el mantra deque es "el único capaz de ganarle a Cristina".
¿Llegó para él la hora de recalcular? ¿Acaso ese 15 % puede ser poco para una estrategia de construcción independiente pero suficiente para dar la pelea otra vez dentro del peronismo, al menos como satélite aliado en una primaria amplia? Sin eso, acaso el espectro de Randazzo se convierta en su futuro.
"No sé que le conviene hacer a Massa, pero claramente va a tener que reevaluar su estrategia de ir por la 'avenida del medio'. Por un lado, ese medio se desperfiló ya que la elección, como es norma en la Argentina, se nacionalizó y se polarizó. El clivaje es oficialismo-oposición, como es la norma desde 2001. Por el otro, sumar a Margarita Stolbizer lo convirtió en un candidato antikirchnerista 'genérico'. ¿Para qué votar a Massa pudiendo votar a Cambiemos?", se preguntó María Esperanza Casullo.
"Lo concreto es que están todos en el llano y que sería necesaria una gran PASO para resolver esto", evaluó Burdman.
¿Pero serán sintetizables esas dos visiones del peronismo? O, en términos más palpables, ¿Cristina es la solución de esa ecuación compleja o, como dicen sus rivales, es un tapón para la renovación de un peronismo que, sin eso, no puede volver a ser una opción ganadora?
Por lo pronto, la historia fresca indica que la exmandataria no es una fanática de competir en primarias. Si porfía, la ruptura puede ser inevitable. Para el caos peronista, lo mejor de 2019 es que todavía queda lejos.
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