Dos ballottages negros el domingo para el gobierno
Néstor Kirchner esperará la llegada del domingo en Río Turbio. Por los pronósticos políticos que ya tiene sobre ese día querrá escuchar los resultados de los dos ballottages, Capital Federal y Tierra del Fuego, en lo más hondo de la mina. Descuenta la derrota de su candidato y ministro Daniel Filmus en la segunda vuelta por el gobierno de la Capital. Incluso, sus asesores ponen en duda que el perdedor alcance 40% de los votos que querría exhibir el Presidente como adhesiones a su persona. En Tierra del Fuego el panorama no es mejor; los primeros sondeos aventuran el triunfo del ARI de Elisa Carrió, a quien Kirchner creyó sepultada junto a Jorge Telerman. Perderían en esa provincia los dos candidatos a los cuales apostó el Presidente y nacería otra leyenda, la del ARI gobernando algo en la Argentina.
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Cuando Ulloa acordó la incorporación de Garramuño como candidato K, la Casa Rosadacreyó que alejaba un temor cierto: que Tierra del Fuego alimente un «junio» negro para el gobierno porque, en ese mes, debería soportar el seguro triunfo de Mauricio Macri en la Capital.
El temor volvió: el domingo próximo puede ser fatídico para los Kirchner si en Capital y Tierra del Fuego ganan candidatos enrolados en la oposición. Eso ocurriría a días de entrar a julio, mes en que está previsto lanzar la fórmula presidencial del oficialismo.
En Tierra del Fuego se aplicó un modelo que surgió con el traspié Misiones. Desde entonces, la Casa Rosada optó por jugar a doble chance, a rojo y negro, para «ganar siempre» o, dicho de otro modo, «nunca perder».
Lo hizo en Entre Ríos, donde apostó a Sergio Uribarri y Julio Solanas; en Río Negro, a Saiz y Pichetto; y más veladamente jugó a dos puntas en Catamarca -auspició secretamente a Barrionuevo- y en Neuquén logró con Jorge Sapag el diálogo que no tenía con Sobisch. Sin poder evitar el revés porteño, a través de Ulloa, Kirchner creyó exorcizar el riesgo de una mala noticia llegada del extremo sur, la provincia que aparece como el patio trasero de Santa Cruz. Todo marchaba bien: Garramuño, hasta el video fatídico, peleaba codo a codo con Cóccaro.
Pero lo temido ocurrió: la sangre de la campaña con cámaras ocultas, grabaciones secretas y accidentes al parecer poco accidentales, castigó a los dos candidatos K e instaló en la segunda vuelta a Fabiana Ríos, dirigente del ARI, que parece exceder al propio ARI.
El ingreso de Ríos al ballottage, que el miércoles era evaluado como muy probable en ambientes kirchneristas, se convirtió en un problema para la Casa Rosada porque, en caso de una victoria de la dirigente del ARI, no podrá evitar que se compute como una derrota de Kirchner.
Por eso, a la distancia, el gobierno planea dar un último envión a la fórmula que encabeza Cóccaro y secunda Rosana Bertone, quien gozó de un extraño privilegio: fue candidata a vice de un binomio K antes de que se supiera quién sería el candidato a gobernador.
El primer aporte, lanzado a circular ayer en Ushuaia y Río Grande, fue golpear sobre el ARI y su, a decir de los voceros del FpV local, «incapacidad para gobernar». «Si gana el ARI, en un año hay una intervención federal de la provincia», asustaban.
Hasta anoche no estaba claro, todavía, si Cóccaro participará como gobernador en los festejos de mañana en Rosario por el Día de la Bandera. En un momento se especuló que sí para mostrarlo junto a Kirchner, pero luego se dijo que permanecerá en la isla para «hacer campaña».
A pesar de que anoche en el gobierno decían que se «hará todo lo posible» para evitar un triunfo del ARI, no era clara cuál sería la contribución: no está prevista la presencia de funcionarios de renombre en Tierra del Fuego ni que Kirchner intervenga directamente en la campaña local.
En Ushuaia consideraban poco probable que el satacruceño se meta en la campaña fueguina. De hecho, más que pensar en la Casa Rosada, « azorado» por el resultado del domingo, Cóccaro tratará de reconstruir una alianza con «el peronismo fueguino» para ganar la elección.
El Presidente tiene, según confiaban ayer dirigentes del FpV, «70% de respaldo» en la provincia. Sin embargo, esa supuesta adhesión no se transfirió a sus candidatos, y es un dilema si incidirá en la segunda vuelta del próximo domingo.
Deberá lidiar contra la estadística que, esta vez, es adversa a los deseos de la Casa Rosada: en las tres elecciones de gobernador en Tierra del Fuego, en el ballottage ganó el que quedó segundo en la primera vuelta.
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