Nuestro sistema educativo avanza hacia la consolidación de un modelo socialmente regresivo, situación que se agrava por esta pandemia global, que afecta más a los alumnos de los barrios mas humildes, que tienen menos acceso a los recursos tecnológicos para reemplazar el obligado cierre de las escuelas.
Mejor educación para abatir la pobreza
-
Hacia una Argentina con desarrollo educativo y sin gerentes de la pobreza
-
El Gobierno anunció que se cobrará la salud y la educación universitaria a los extranjeros
¿Qué tenemos que hacer para mejorar el nivel educativo de nuestros alumnos? Debemos comenzar por el cumplimiento de las leyes que establecen que la educación es un derecho, pero también una obligación ya que la escuela es legalmente obligatoria desde cuatro años de edad hasta terminar la secundaria. Pero la realidad es otra, ya que la graduación secundaria no solo es baja sino también desigual, ya que de cada 100 niños que en 2006 ingresaron al primer grado privado se graduaron en 2017 en la escuela secundaria 70, mientras de los que fueron a escuelas estatales se graduaron apenas 33, es decir menos de la mitad.
Nuestra acumulación de capital humano calificado es menor que en otros países y es insuficiente para enfrentar los desafíos científicos y tecnológicos, ya que el crecimiento económico no depende hoy de los recursos naturales sino de la acumulación de capital humano. Los países que estimulan inversiones en activos productivos logran mayores tasas de incremento en su producción, siendo importante el incremento del capital humano acumulado por la educación.
El nivel de conocimientos de un país es la garantía de su avance, por esta razón son importantes las evaluaciones educativas de alcance global, como la Prueba Pisa 2018 en la que participaron 79 países; China lideró los resultados en las tres áreas evaluadas (Lectura, Matemática y Ciencias). En América Latina el nivel de conocimientos en Matemática de nuestros adolescentes está por debajo del nivel en Chile, Uruguay, Costa Rica, Perú, Colombia y Brasil, atrás nuestro apenas están Panamá y Republica Dominicana. Los resultados de esta Prueba PISA evidencian una situación crítica en lo que hace a los conocimientos de nuestros jóvenes; en Ciencias nos ubicamos en el lugar 65; en Lectura en el 63, mientras que en Matemática hemos descendido al lugar 71; es decir, estamos en los últimos lugares de los 77 países participantes. Esto es preocupante para nuestro futuro, ya que se trata del nivel de conocimientos de adolescentes de 15 años.
La acumulación de capital humano se hace en el seno de la familia, que realiza la transferencia de ese capital de una generación a otra. Son los padres quienes, con sus ingresos, financian la educación de sus hijos, que luego, en el futuro, recibirán un mayor ingreso laboral por su propio trabajo. Los pobres tienen menos capital humano acumulado (representado por años de escolaridad), por eso generan menos ingresos y no están en condiciones de financiar una mayor acumulación de sus hijos (más escolaridad). Se está consolidando así la reproducción intergeneracional de la pobreza. Según las Evaluaciones Aprender de 2017, la mitad de los alumnos del último año de escuelas de gestión estatal no reunían conocimientos matemáticos básicos, mientras que en el caso de los alumnos de escuelas secundarias privadas, esta magnitud se reducía al 27 por ciento, gran parte de esta desigualdad se explica por el nivel socioconómico de los padres.
Se están eliminando empleos no calificados y aumentando la demanda por trabajadores con mayor educación, por eso la escuela ayuda a abatir la pobreza y también el crecimiento económico. La mayoría de los pobres tiene trabajos precarios y poco calificados o están desocupados porque carecen de un buen nivel educativo. La creciente segmentación del mercado laboral en función del nivel educativo va generando núcleos duros de desocupados: aquellos que no tienen un nivel de educación básica que sea suficiente.
El desempleo entre los jóvenes pobres es alto, además está aumentando la desigualdad salarial por nivel educativo, ya que el cambio tecnológico viene sesgado en favor de los empleos calificados. La educación y el empleo tienen vinculación, dando lugar a la aparición de brechas importantes de empleo e ingresos entre los trabajadores que logran acceder a niveles altos de instrucción y los que poseen escasas calificaciones. La posibilidad de que una persona de bajo nivel de instrucción esté desempleada es mayor que la de alguien con estudios universitarios completos.
Los que tienen más educación son los que ganan mejores salarios, los que trabajan en empresas más sólidas y los que tienen más estabilidad laboral. Desde ya que un alto nivel educativo no asegura siempre un buen empleo, pero un bajo nivel garantiza un mal empleo o bien la desocupación estructural.
La mayor parte de los empleos creados en los últimos años requieren de estudios secundarios y universitarios, lo cual explica la creciente diferencia en las tasas de desocupación según el nivel educativo. El nivel educativo secundario se está transformando en el piso establecido por la mayor parte de las empresas para el reclutamiento de su personal.
No es fácil crear trabajo productivo y estable para quienes están marginados de la educación. El nivel educativo es esencial para determinar el ritmo de crecimiento del empleo y del futuro nivel de vida de la población. Sin educación para todos, la Justicia Social es una ilusión.
(*) Academia Nacional de Educación
Dejá tu comentario