Cristina de Kirchner demostró que sigue dolida tanto por la derrota en el Congreso con la Resolución 125 como por el apoyo que la clase media le dio en las ciudades a ese reclamo del campo. Ayer la castigó asegurando que su bienestar se debe sólo al modelo económico: "Muchas veces se cree solamente producto de su propio esfuerzo, sin advertir que es el producto de un modelo económico que la ha generado como tal". Así respondió a quienes no la votaron en la elección de octubre en las grandes ciudades del país.
La seducción electoral de Cristina de Kirchner no pasó ayer por su mejor momento. Aprovechando un acto para la entrega de becas universitarias se escuchó una de sus críticas más ácidas contra la clase media, la misma que le dio la espalda en las elecciones de octubre en todas las grandes ciudades del país y la que llenó los actos del campo en contra del gobierno.
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La acusación de Cristina de Kirchner impactó en el centro de la idiosincrasia de la clase media argentina: le achacó el creer que existe por su propio esfuerzo, cuando en realidad la concibe como un producto de su política económica.
Peor imposible para una clase que ya considera que sobrevive luchando a pesar de la inflación escondida durante el gobierno de los Kirchner y que reniega de los grupos piqueteros que se alimentan en el conurbano.
La Presidente hablaba de la educación en la historia argentina, la importancia de la movilidad social a través de ella y de ejemplos entre los que citó a Florencio Sánchez y su relato de «M'hijo el dotor». En ese tren elogió a su gobierno y dijo que el modelo, «que ha contribuido a mejorar la calidad de vida de todos los argentinos, tiene esa esencia: agregar valor, industrializar a la Argentina, hacerla cada vez más competitiva y además aprovechar la calidad de sus recursos humanos, producto de la instrucción pública, de la educación pública y gratuita en nuestro país, desde los niveles inferiores hasta los superiores, que nos ha permitido una movilidad social ascendente de gente que comía proteínas y entonces generaba neuronas, recursos humanos».
Y fue allí cuando incluyó a «una clase media argentina, que mucha veces se cree solamente producto de su propio esfuerzo, sin advertir que es el producto de un modelo económico que la ha generado como tal».
A nadie le pasó por alto que la mención partió de una presidenta herida por esa misma clase media que se empeñó en criticar su mandato desde la propia elección y que se alió al campo en la batalla que le estropeó los primeros meses de su mandato y posiblemente marque los años siguientes.
La relación de los Kirchner con la clase media siempre fue conflictiva. Ambos son un emergente de ese sector social, aunque luego sus carreras políticas en Santa Cruz los hayan alejado bastante de la idea de un argentinomedio. Pero nunca consiguieron seducirplenamente a ese electorado. Por lo pronto, parece que a Cristina de Kirchner le tocó la peor etapa de la relación.
Así, la Presidente castigó ayer no sólo a los que colaboraron con el campo o no la votaron, sino a los que ya no se sienten atraídos por la política de derechos humanos del matrimonio, ni aceptan que el actual modelo esté redistribuyendo riqueza, como proclama diariamente la Presidente. Todas esas ideas que en algún momento convencieron a algunos sectores de la clase media, hoy quedaron tapadas por una agenda económica que el gobierno no atiende.
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