20 de abril 2001 - 00:00

Incendio vecino alarmó a comitiva en Washington

Washington (especial) - Una tarde de té y regalos se vivió ayer en la Casa Blanca mientras George W. Bush y Fernando de la Rúa se reunían en el Salón Oval para su conversación sobre temas bilaterales. El encuentro entre los dos presidentes comenzó con la típica recepción en la entrada de la West Wind, el ala de trabajo de la Casa Blanca. Laura Bush estaba junto a su marido para dar la bienvenida a Inés Pertiné. Vigilando todo estaba de pie la influyente Condoleeza Rice, de la cancillería estadounidense, que no bien terminó el besamanos abandonó la escena. Después de los saludos de rigor las mujeres se fueron a tomar el té y llegó la hora del intercambio de regalos. Los argentinos entregaron los juegos de platería que se acostumbra llevar en estos viajes y Bush retribuyó con confituras texanas.

Un capítulo aparte de la visita lo protagonizó una funcionaria de protocolo de la Casa Blanca, ya conocida por los De la Rúa por ser la administradora de Blair House, la residencia oficial de visitantes que la pareja argentina ocupó durante la visita oficial en el gobierno de Bill Clinton. Mientras saludaba a De la Rúa y señora levantó su clásico bastón para protestar contra los periodistas que, a su disgusto, habían invadido demasiado el área presidencial para tomar fotos.

El resto de los argentinos miraba todo lo que podía de la Casa Blanca y el Salón Oval, en especial las fotos de perros que pululan sobre los muebles y hasta alguno creyó reconocer a los mismos animales de los Bush que retozan por la residencia. Mientras avanzaban los chistes sobre los grandes ventanales del despacho presidencial y la incomodidad que eso debió suponer para la intimidad de Clinton, todos querían olvidar el mal momento que pasaron ayer durante el almuerzo de De la Rúa en la residencia de la embajada argentina cuando se declaró un incendio en la casa vecina y los servicios de seguridad de los EE.UU. tuvieron que actuar de emergencia.

Cuando finalizó el encuentro presidencial, la comitiva volvió a la Base Edwards para embarcar en el Tango 01 con destino a Québec. A su llegada una limusina esperaba a De la Rúa para trasladarlo al hotel Fairmont, residencia establecida durante la Cumbre de las Américas. El viaje desde el aeropuerto al hotel estuvo custodiado por un helicóptero que no perdió de vista al vehículo en ningún momento, lo que motivó el primer chiste en suelo canadiense: «¿Adalberto, no estará 'Mingo' en el helicóptero?», le dijo De la Rúa a Rodríguez Giavarini.

Un rato después la delegación argentina, aprovechando que gracias a las cuatro horas de diferencia Domingo Cavallo dormía en Londres, repasaba la agenda de reuniones que el Presidente mantendrá a partir de hoy: en forma separada y a solas se encontrará con el venezolano Hugo Chávez, con Fernando Henrique Cardoso -tendrá un desayuno ofrecido por el brasileño en el Hotel Chateau Frontenac-y el primer ministro de Canadá, Jean Chretién, todo antes de la inauguración de la Cumbre.

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