La meta es poder (y dinero), el camino son los símbolos
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• Mediocridades
Soportan todo -se lo soportan a Duhalde y lo hacen arriesgar al margen de la ley en lo electoral-siempre y cuando puedan resguardar sus logros departamentales. Para ello nunca han necesitado discursos elocuentes ni formular propuestas de gestión grandilocuentes. Sienten y creen que sólo necesitan los símbolos del peronismo: el nombre Partido Justicialista; el escudo partidario y tener la única boleta oficial con ambos para cualquier elección.
A ello le agregan, aunque otros puedan hacerlo, la pegadiza marcha peronista, las fotos de Perón y Evita, bombos, pancartas y banderas argentinas.
Pero por nombre, escudo y uso exclusivo de ambos serían capaces de darlo todo.
La lucha del duhaldismo contra Adolfo Rodríguez Saá y Carlos Menem es despiadada en definitiva por la toma de esos símbolos.
No han sido siempre tan ganadores. Los llevó Chiche Duhalde para la designación de candidata a diputada en 1997, pero no le alcanzaron para ganarle a Graciela Fernández Meijide. Los llevó el mismo Eduardo Duhalde para presidente de la Nación en 1999 y tampoco para derrotar a un endeble Fernando de la Rúa.
Esto ha llevado al duhaldismo -que engloba a la mayoría de esos intendentes bonaerenses-a transformarse en una «masa crítica» dentro del partido. Deben apropiarse de los símbolos sí o sí, dentro de la ley o fuera de ella. Con estas metas se construyó ese plan duhaldista para este año en el Café Tortoni.
• Dispendiosas
Desde 1995 -ya distanciado Duhalde de Menem por su frustración tras el pacto de Olivos que lo dejó sin la posibilidad de ser su sucesor en época de euforia económica en el país-, el llamado duhaldismo comprendió que poseer los símbolos en la provincia no bastaba sin el apoyo presidencial de Menem perdido. Allí caen en el total y hasta delictivo dispendio de fondos públicos. Al Banco Provincia de Buenos Aires -según el último dictamen de la Legislatura provincial-lo desfondan en 1.600 millones de dólares empleados por el propio Duhalde y su sucesor Ruckauf operando sobre el hoy diputado nacional, obviamente duhaldista, Rodolfo Frigeri.
Cuando Felipe Solá asume en 2001, el total deficitario de la provincia -incluyendo lo que le traspasó el banco oficialhabía trepado a 4.100 millones de dólares, pese a haber usufructuado también dos millones de dólares diarios del «fondo de reconstrucción histórica» que le aportó el resto del país.
Tremendo déficit en la principal provincia hizo que los poseedores de grandes inversiones vieran la imposibilidad de que la Argentina pudiera cumplir sus vencimientos de deuda con acreedores privados y organismos internacionales y optaron por sacar sus capitales. El accionar de Duhalde y Ruckauf en la provincia llevó al estallido de la economía en diciembre del año 2001.
Hoy, símbolos y fondos públicos engendraron el aparato político bonaerense que de ninguna manera quiere ceder las posiciones así ganadas, dentro y fuera de lo legal.
En un padrón bonaerense de 9.340.000 votantes, ellos calculan que su «base» de sustento de arranque a favor son 3.400.000 votos, nada menos. El cálculo es más agudo también: consideran que de éstos, la mitad ni lee las boletas sino que vota nombre partidario y escudo.
Esa «base» con la posición de la simbología peronista es lo que el duhaldismo no quiere poner en juego ni aun cuando lo exija la ley.
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