20 de enero 2003 - 00:00

La meta es poder (y dinero), el camino son los símbolos

La meta es poder (y dinero), el camino son los símbolos
Existe creencia en muchos -y es confianza ciega en el peronismo-que hay una base permanente para el partido de 30% a 35% del electorado nacional en cualquier elección y cualquiera sea el candidato del justicialismo. O sea que enfrentar una elección es, para ellos, buscar 13% o 18% de «voto extra» para ganarla con 48% promedio en el orden nacional.

La desesperación de los caudillos peronistas del Gran Buenos Aires por subsistir en las zonas conquistadas consiste, entonces, en dominar las postulaciones dentro del partido porque, si se las posee, por más mediocridad personal que tengan, «las bases» los harán intendentes.

• Mediocridades

Que tal «base» oculta muchas veces mediocridades lo certifica que cuando quieren elevarse a cargos superiores, candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, por caso, siempre aparece alguien «de afuera» como Carlos Ruckauf, Felipe Solá, Antonio Cafiero u otros. Hasta el propio Eduardo Duhalde no llegó a la gobernación ascendiendo desde sus concejalías e intendencia de Lomas de Zamora, sino proyectándose desde la vicepresidencia de la Nación, donde subió detrás de la popularidad de Carlos Menem.

Los caudillos peronistas bonaerenses, además, tienen que sobrellevar que, más allá de su prosperidad personal, ser conocidos sólo en el terruño y poder llenar a su gusto de parientes, amigos y parientes de amigos las nóminas municipales no se les reconoce otro futuro ni relevancia nacional.

Por eso hay de estos intendentes que se impusieron en un distrito de un millón o millón y medio de votantes y tienen que soportar que salga candidato a presidente de la Nación del duhaldismo -y tengan que apoyarlo-un Néstor Kirchner que emerge de una provincia de no más de 180.000 habitantes.

Soportan todo -se lo soportan a Duhalde y lo hacen arriesgar al margen de la ley en lo electoral-siempre y cuando puedan resguardar sus logros departamentales. Para ello nunca han necesitado discursos elocuentes ni formular propuestas de gestión grandilocuentes. Sienten y creen que sólo necesitan los símbolos del peronismo: el nombre Partido Justicialista; el escudo partidario y tener la única boleta oficial con ambos para cualquier elección.

A ello le agregan, aunque otros puedan hacerlo, la pegadiza marcha peronista, las fotos de Perón y Evita, bombos, pancartas y banderas argentinas.

Pero por nombre, escudo y uso exclusivo de ambos serían capaces de darlo todo.

La lucha del duhaldismo contra Adolfo Rodríguez Saá y Carlos Menem es despiadada en definitiva por la toma de esos símbolos.

No han sido siempre tan ganadores. Los llevó Chiche Duhalde para la designación de candidata a diputada en 1997, pero no le alcanzaron para ganarle a Graciela Fernández Meijide. Los llevó el mismo Eduardo Duhalde para presidente de la Nación en 1999 y tampoco para derrotar a un endeble Fernando de la Rúa.

Esto ha llevado al duhaldismo -que engloba a la mayoría de esos intendentes bonaerenses-a transformarse en una «masa crítica» dentro del partido. Deben apropiarse de los símbolos sí o sí, dentro de la ley o fuera de ella. Con estas metas se construyó ese plan duhaldista para este año en el Café Tortoni.

• Dispendiosas

Desde 1995 -ya distanciado Duhalde de Menem por su frustración tras el pacto de Olivos que lo dejó sin la posibilidad de ser su sucesor en época de euforia económica en el país-, el llamado duhaldismo comprendió que poseer los símbolos en la provincia no bastaba sin el apoyo presidencial de Menem perdido. Allí caen en el total y hasta delictivo dispendio de fondos públicos. Al Banco Provincia de Buenos Aires -según el último dictamen de la Legislatura provincial-lo desfondan en 1.600 millones de dólares empleados por el propio Duhalde y su sucesor Ruckauf operando sobre el hoy diputado nacional, obviamente duhaldista, Rodolfo Frigeri.

Cuando Felipe Solá asume en 2001, el total deficitario de la provincia -incluyendo lo que le traspasó el banco oficialhabía trepado a 4.100 millones de dólares, pese a haber usufructuado también dos millones de dólares diarios del «fondo de reconstrucción histórica» que le aportó el resto del país.

Tremendo déficit en la principal provincia hizo que los poseedores de grandes inversiones vieran la imposibilidad de que la Argentina pudiera cumplir sus vencimientos de deuda con acreedores privados y organismos internacionales y optaron por sacar sus capitales. El accionar de Duhalde y Ruckauf en la provincia llevó al estallido de la economía en diciembre del año 2001.

Hoy, símbolos y fondos públicos engendraron el aparato político bonaerense que de ninguna manera quiere ceder las posiciones así ganadas, dentro y fuera de lo legal.

En un padrón bonaerense de 9.340.000 votantes, ellos calculan que su «base» de sustento de arranque a favor son 3.400.000 votos, nada menos. El cálculo es más agudo también: consideran que de éstos, la mitad ni lee las boletas sino que vota nombre partidario y escudo.

Esa «base» con la posición de la simbología peronista es lo que el duhaldismo no quiere poner en juego ni aun cuando lo exija la ley.

Dejá tu comentario

Te puede interesar