10 de agosto 2001 - 00:00

Un sangriento atentado en Jerusalen dejó 18 muertos y provoca dura represalia

Un terrorista islámico se inmoló ayer en un restorán del centro de Jerusalén, dejando un saldo de 18 muertos y 120 heridos, y desatando una dura represalia militar israelí. Tanques hebreos penetraban anoche en Gaza, aviones bombardeaban el cuartel general de la policía palestina en la ciudad autónoma de Ramallah y la policía irrumpía en las sedes de la Organización para la Liberación de Palestina en Jerusalén oriental. En previsión de los ataques, que -se teme-serán muy potentes y podrían durar varios días, Yasser Arafat ordenó el desalojo de dependencias oficiales y policiales de su gobierno. Todo Israel quedó sumido en la conmoción después del atentado, reivindicado por el grupo Hamas y que tuvo como fin evidente maximizar el número de víctimas civiles. El ataque, llevado a cabo con una bomba rellenada con clavos, se produjo contra el restorán en pleno mediodía, cuando almorzaban numerosas familias. Al menos seis niños murieron y varios más recibieron serias heridas.

Un sangriento atentado en Jerusalen dejó 18 muertos y provoca dura represalia
Jerusalén (AFP, Reuters, EFE, ANSA, DPA) - Un cruento atentado suicida causó al menos 18 muertos y más de 120 heridos ayer en el centro de Jerusalén oeste. La matanza desató una dura represalia militar israelí.

Al cierre de esta edición, la policía había ocupado y cerrado la sede de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Jerusalén oriental, según indicó un responsable palestino. Siete funcionarios fueron detenidos durante la operación contra el edificio, conocido como la Casa de Oriente. Además, aviones F-16 de la fuerza aérea israelí habían lanzado ya dos misiles contra una comisaría de la localidad cisjordana de Ramallah, destruyendo varios edificios, pero sin causar víctimas. Asimismo, varios tanques israelíes ingresaron en la parte este de la ciudad de Gaza, que está bajo control de la Autoridad Palestina (AP).

Los ataques se produjeron horas después de un sangriento atentado contra una pizzería de Jerusalén. La policía dio cuenta de 15 muertos, incluido el kamikaze palestino, pero tres personas fallecieron luego al no poder recuperarse de sus heridas. Entre los muertos figurarían seis niños.

El atentado, el más mortífero desde una acción similar el 1 de junio que provocó 23 víctimas, la mayoría adolescentes, frente a una discoteca de Tel Aviv, fue reivindicado por los movimientos radicales palestinos, Yihad y Hamas, aunque el primero luego se retractó.

El ministro de Defensa Binyamin Ben Eliezer se reunió en Tel Aviv con el estado mayor del ejército para elaborar una represalia. Luego, el primer ministro Ariel Sharon convocó una reunión del mini-gabinete de seguridad en la que se aprobó una respuesta armada tras examinar las propuestas de los responsables del ejército. «Habrá una respuesta apropiada y adecuada», señaló un alto funcionario israelí. «Será proporcional al hecho. Hemos visto cuán horrible fue».

Evacuación preventiva

Previniendo un masivo bombardeo, la AP ordenó la evacuación de los cuarteles y comisarías de Cisjordania y Gaza.

En la reunión de seguridad también participó el jefe de la diplomacia israelí
Shimon Peres, quien responsabilizó a Yasser Arafat por el atentado ya que, señaló en un comunicado, el terrorista muerto ayer era uno de los siete integristas que aparecía en la lista que su gobierno entregó a la AP para que fueran arrestados por sus fuerzas de seguridad (ver aparte). «Si el presidente Arafat hubiera actuado con la determinación necesaria contra los integristas y hubiera efectuado las detenciones que le pedimos entre los militantes de Hamas, este horrible atentado terrorista se hubiera evitado», dijo Peres.

En tanto, el jefe del movimiento de Arafat al Fatah para Cisjordania
Marwan Barghuthi, que sobrevivió hace poco a un ataque israelí, advirtió que Israel «pagará caro» los ataques que realice contra los palestinos. Por su parte, el ministro de Información Yasser Abed Rabbo afirmó que la AP «siempre se opuso firmemente a todos los actos de violencia que tienen como objetivo a civiles», pero responsabilizó a Israel del atentado. Según él, «los actos de violencia y de terrorismo son el resultado de la política de asesinatos selectivos» de Sharon.

Más moderado, Arafat, que un día antes había llamado a Hamas y Yihad a conformar un gobierno de unidad nacional, condenó el atentado contra «civiles inocentes y propuso al gobierno israelí publicar «una declaración común israelopalestina para un alto el fuego global e inmediato y para comenzar a aplicar las recomendaciones del informe Mitchell».

Esta declaración fue efectuada después de que el presidente de los Estados Unidos
George W. Bush lo llamara para «condenar este horrible ataque terrorista» y le pidiera «actuar enseguida para que sus responsables sean juzgados» y «tomar medidas inmediatas para impedir nuevos atentados». Mientras otras condenas llegaban desde Europa y Rusia, el secretario de Estado Colin Powell pidió a Israel y a la AP que no avancen por el camino de la violencia y controlen al máximo las provocaciones, buscando frenar una represalia que podría durar varios días.

El terrorista palestino ingresó hacia las dos de la tarde al interior de una pizzería ubicada en una de las esquinas más frecuentadas del centro de Jerusalén, que estaba repleta y donde se llevaba a cabo, según testigos, un cumpleaños. La policía asegura que el kamikaze activó inmediatamente la carga de explosivos llena de clavos que llevaba sobre él, provocando la matanza. La televisión israelí mostró de inmediato imágenes de la devastación con personas ensangrentadas tendidas sobre la vereda en medio de vidrios rotos. Seis niños figuran entre los muertos del atentado, que por su envergadura, evoca el del 1 de junio en Tel Aviv.

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