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Un sangriento atentado en Jerusalen dejó 18 muertos y provoca dura represalia
Un terrorista islámico se inmoló ayer en un restorán del centro de Jerusalén, dejando un saldo de 18 muertos y 120 heridos, y desatando una dura represalia militar israelí. Tanques hebreos penetraban anoche en Gaza, aviones bombardeaban el cuartel general de la policía palestina en la ciudad autónoma de Ramallah y la policía irrumpía en las sedes de la Organización para la Liberación de Palestina en Jerusalén oriental. En previsión de los ataques, que -se teme-serán muy potentes y podrían durar varios días, Yasser Arafat ordenó el desalojo de dependencias oficiales y policiales de su gobierno. Todo Israel quedó sumido en la conmoción después del atentado, reivindicado por el grupo Hamas y que tuvo como fin evidente maximizar el número de víctimas civiles. El ataque, llevado a cabo con una bomba rellenada con clavos, se produjo contra el restorán en pleno mediodía, cuando almorzaban numerosas familias. Al menos seis niños murieron y varios más recibieron serias heridas.
Evacuación preventiva
Previniendo un masivo bombardeo, la AP ordenó la evacuación de los cuarteles y comisarías de Cisjordania y Gaza.
En la reunión de seguridad también participó el jefe de la diplomacia israelí Shimon Peres, quien responsabilizó a Yasser Arafat por el atentado ya que, señaló en un comunicado, el terrorista muerto ayer era uno de los siete integristas que aparecía en la lista que su gobierno entregó a la AP para que fueran arrestados por sus fuerzas de seguridad (ver aparte). «Si el presidente Arafat hubiera actuado con la determinación necesaria contra los integristas y hubiera efectuado las detenciones que le pedimos entre los militantes de Hamas, este horrible atentado terrorista se hubiera evitado», dijo Peres.
En tanto, el jefe del movimiento de Arafat al Fatah para Cisjordania Marwan Barghuthi, que sobrevivió hace poco a un ataque israelí, advirtió que Israel «pagará caro» los ataques que realice contra los palestinos. Por su parte, el ministro de Información Yasser Abed Rabbo afirmó que la AP «siempre se opuso firmemente a todos los actos de violencia que tienen como objetivo a civiles», pero responsabilizó a Israel del atentado. Según él, «los actos de violencia y de terrorismo son el resultado de la política de asesinatos selectivos» de Sharon.
Más moderado, Arafat, que un día antes había llamado a Hamas y Yihad a conformar un gobierno de unidad nacional, condenó el atentado contra «civiles inocentes y propuso al gobierno israelí publicar «una declaración común israelopalestina para un alto el fuego global e inmediato y para comenzar a aplicar las recomendaciones del informe Mitchell».
Esta declaración fue efectuada después de que el presidente de los Estados Unidos George W. Bush lo llamara para «condenar este horrible ataque terrorista» y le pidiera «actuar enseguida para que sus responsables sean juzgados» y «tomar medidas inmediatas para impedir nuevos atentados». Mientras otras condenas llegaban desde Europa y Rusia, el secretario de Estado Colin Powell pidió a Israel y a la AP que no avancen por el camino de la violencia y controlen al máximo las provocaciones, buscando frenar una represalia que podría durar varios días.
El terrorista palestino ingresó hacia las dos de la tarde al interior de una pizzería ubicada en una de las esquinas más frecuentadas del centro de Jerusalén, que estaba repleta y donde se llevaba a cabo, según testigos, un cumpleaños. La policía asegura que el kamikaze activó inmediatamente la carga de explosivos llena de clavos que llevaba sobre él, provocando la matanza. La televisión israelí mostró de inmediato imágenes de la devastación con personas ensangrentadas tendidas sobre la vereda en medio de vidrios rotos. Seis niños figuran entre los muertos del atentado, que por su envergadura, evoca el del 1 de junio en Tel Aviv.
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