Transitamos un año en el que todo se puso en cuestionamiento y más allá de la salud y los cuidados necesarios que todos tuvimos que adoptar, fue un año de empobrecimiento en general.
Teatro 2020, como una película de ciencia ficción de clase B
Nunca en la historia estuvieron los teatros del mundo cerrados tanto tiempo, fueron casi 9 meses.

Empobrecimiento en lo económico y en lo simbólico, porque la falta de espectáculos en vivo nos ha dejado secuelas sobre la imposibilidad de compartir los espacios culturales, las discusiones, las empatías y desacuerdos, desarrollar el pensamiento crítico, el disfrute y la emoción del arte en vivo resignificado de manera innegable que se volvió aún más necesario.
También nos mostró algo muy contundente: las limitaciones que tenemos como país en cuanto a la capacidad de sostener el tejido cultural, al estar tan empobrecidos como Nación para poder hacerle frente a la crisis de la manera que lo hicieron los países desarrollados europeos a los que tanto nos gusta mirar.
Nunca en la historia estuvieron los teatros del mundo cerrados tanto tiempo, fueron casi 9 meses.
Esta semana estamos volviendo, de a poco, no todos; las salas independientes con menos recursos tienen verdaderos problemas para adaptarse al protocolo y coinciden con ser las de mayores vulnerabilidades. La pandemia ensancha la diferencia entre quienes tienen más recursos con los que menos tienen, una vez más.
Volvemos desde lo simbólico, no desde lo económico, aunque comenzar a mover la rueda se vuelve imprescindible para ir paliando tantos meses de trabajadores independientes sin poder realizar su trabajo y por lo tanto sin ingresos.
El tejido de nuestras artes escénicas se resintió, aún no sabemos cuánto, pero quedarán cicatrices, se desarrollaron numerosos instrumentos, que han intentado con los recursos disponibles capear la situación. Nada ha sido suficiente, porque ante esta crisis generada por la pandemia, nada ha alcanzado en el mundo, pero eso no debe tapar los cuestionamientos y lo que ha quedado blanco sobre negro y que sin duda conllevará desafíos extremos será la reconstrucción de un tejido más sólido, formal y de alguna manera más organizado, ya que han surgido numerosas agrupaciones que sin duda permitirán articular con el Estado de manera mucho más efectiva y solidaria.
En 2001 con la crisis que nos tocó vivir, de acuerdo con las estadísticas de AADET, tardamos hasta 2005 para recuperar los espectadores de antes de la crisis. No es parecida esta situación, ya que el corte en marzo fue abrupto y esperamos el clásico rebote económico habitual en estas circunstancias, pero no debemos olvidar que los mayores de 60 son público teatrero desde siempre y hoy personas de riesgo, el aforo permitido reducido de nuestras salas es del 30%, el empobrecimiento generalizado que conlleva recorte de consumos culturales y de entretenimientos es una realidad y las empresas y productores independientes están descapitalizados después de 9 meses sin generación de contenidos ni facturación; esta sin duda, no es la mejor tarjeta de presentación para la recuperación del sector. La reapertura no puede significar de ninguna manera, la interrupción del diálogo con las autoridades responsables, vamos a necesitar un 2021 donde nos acompañen en la reconstrucción.
Desde lo artístico, poco tengo que decir del streaming y de los modos híbridos; lo mejor de todo esto es la capacidad de federalizar contenidos en un país tan extenso y con costos de logística altísimos; seguiremos con el desafío de tratar de seguir llegando con la presencialidad a cada rincón de nuestro país. Por lo demás, no hay competencia contra el vivo, sin dudas. Una cosa si es verdad, vamos a mejorar nuestras grabaciones, se acabaron los registros a una cámara fija con sonido ambiente.
En lo personal ha sido un año agotador, nunca trabajamos tanto para perder tanto… pero no hay alternativas, es la que nos tocó vivir, pero no sólo a las artes escénicas, al mundo en general ya que ni siquiera es una situación Argentina, es mundial, y remarco esto porque habitualmente nos solemos poner en el centro, como si el problema del virus fuera Argentino y siempre vemos el jardín del otro más verde que el propio.
Este año aprendimos el verdadero significado de la palabra incertidumbre. Hoy no tenemos certezas para 2021, sólo puedo decir que tendremos que mostrarnos con margen de maniobra, flexibles a los cambios, ya que falta mucho para normalizar la situación sanitaria y por lo tanto la de nuestra actividad y queda claro que la única manera de tener una salida es entre todos, con las salas independientes y todos los espacios culturales, haciendo un trabajo fino y personalizado de atención a cada situación y sabiendo que todos estamos perdiendo, nadie puede pensar que quedará indemne de esta pérdida, pero la salida debe y tiene que ser colectiva, nuestro sector debiera dar ejemplo, es parte de nuestro ADN, el arte es solidario por naturaleza.
Por último, esta pandemia nos muestra transparentes y sus acciones quedarán en el recuerdo de la comunidad. Quienes tenemos responsabilidades de gestión, de llevar adelante negociaciones colectivas, no debemos olvidarnos de esta inmensa responsabilidad en la que nos pone a prueba este año.
Respecto al teatro propiamente, y a los contenidos, llegan tiempos de menor a mayor. Iremos comenzado con formatos pequeños, para de a poco y a medida que la situación sanitaria y económica lo permita, ir recuperando los grandes formatos, pero mientras tanto, lo artesanal será protagonista. Desde lo artístico es tolerable, desde los contratos es preocupante. Todos quienes formamos parte de este sector debemos tomar aire, refrescarnos y volver a retomar mesas de trabajo para seguir pensando en cómo salir de este pozo en que nos puso la pandemia.
No me preocupa el teatro, su existencia y la pérdida de público… estoy seguro de que es cuestión de tiempo que podamos recuperarlo; sí me preocupa ese tiempo que puede expulsar a mucha gente de nuestro sector, construcciones y sueños de años que debemos cuidar.
Es una buena noticia terminar el año con los teatros abiertos, pero que quede claro, la apertura de los teatros es solamente el comienzo de un trabajo monumental que tendremos que emprender todos en nuestro sector para evitar más daño del actual en que nos puso la pandemia. Sin duda celebraremos la apertura de los teatros cuando estemos TODES y nadie haya quedado en el camino.
Empresario teatral.
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