3 Hace pocos días, los argentinos dimos por concluida la etapa de viejas recetas inconducentes y preferimos la incógnita, el cambio. “Hay cosas conocidas y cosas desconocidas, y en medio, están las puertas de la percepción”, decía el gran Aldous Huxley. Hoy estamos a las puertas de esa percepción, atentos a las señales y con las expectativas de una nueva era.
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En búsqueda de la receta para reconstruir expectativas
¿Por dónde va a empezar el nuevo presidente? Todavía no hay certezas, pero el escenario económico es un colador: la inflación no se detiene, cada día hay más restricciones a las importaciones, no hay reservas, tenemos varios tipos de cambio, los precios relativos están distorsionados, el déficit fiscal va fuera de registro y la pobreza supera el 40%.
Los números de la foto actual son contundentes, no dejan margen de maniobra. El capítulo “estabilización macro” es el que marcará el pulso los primeros meses de gestión. Es decir, de todo lo que se dijo durante la campaña, hoy las luces están puestas sobre cuál es la estrategia para encauzar los desbalances de una economía en crisis y cómo se impactará positivamente sobre el problema inflacionario.
El boletín del primer semestre estará compuesto por la materia estabilización, y la evaluación que definan los mercados, los principales agentes económicos, los formadores de opinión y, sobre todo, la ciudadanía, serán claves para la primera meta de gobierno: reconstruir expectativas. En otras palabras, que todos empecemos a darle cierta probabilidad de ocurrencia a la eficacia del gobierno electo.
Además de lo que suceda en casa, hay un mundo que juega. Y ahí también identificamos una fuente de optimismo: 2024 llegará con varias decenas de miles de millones de dólares más que este año, empujón que puede ser fundamental no solo para dar señales en las reglas cambiarias, sino también para ganar varios grados de libertar en “el cuándo y el hasta dónde”.
En el doble clic de mediano plazo, la Argentina tiene un potencial que está ligado al avance de ciertos sectores que actúan como motores del crecimiento, el desarrollo y la competitividad. Tendencias como la sostenibilidad, la transición energética, la digitalización, la bioeconomía y la reestructuración de las cadenas globales de valor, están creando un tablero de oportunidades para los principales sectores dinámicos.
El aprovechamiento de este contexto y la capacidad para catalizar un desarrollo más abarcador estará condicionado por la mejora del entorno macroeconómico. Esto implica la necesidad de reducir la incertidumbre a corto y mediano plazo, así como adoptar enfoques más modernos en materia de política impositiva y laboral. Por el lado de las empresas, será esencial contar con una estrategia específica para adaptarse a demandas que cambian a una velocidad sin precedentes.
La Argentina está iniciando un nuevo camino que no será sencillo, que tendrá altibajos y que nos obligará a repensar muchas de nuestras proyecciones. Es cierto que tenemos más dudas que certezas, que estamos ante una hoja casi en blanco, pero también es real que lo nuevo genera esperanzas.
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