11 de agosto 2025 - 12:20

El agro ante una encrucijada: márgenes ajustados, financiamiento caro y suelos que pagan el precio

La Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID) alertó sobre cómo la falta de rentabilidad acelera el deterioro de la base productiva.

El sector se mueve en un manejo agronómico eficiente y una administración financiera meticulosa.

El sector se mueve en un manejo agronómico eficiente y una administración financiera meticulosa.

Depositphotos

En los pasillos de La Rural de Palermo se desarrolló la 33ª edición del Congreso Aapresid -donde productores, técnicos, empresarios y funcionarios intercambiaron datos y estrategias- las altas expectativas sobre una campaña que promete con crecimiento en áreas de siembra para varios cultivos se cruzaron con otras no tan alentadoras, vinculadas al devenir financiero: los números son muy finos y no habrá margen para cometer errores.

En ese contexto, el economista David Miazzo sintetizó en una frase la tensión que atraviesa el agro argentino. En diálogo con Ámbito destacó que “el margen no sobra” pero además alertó que según los modelos climáticos "hacia el verano probablemente tengamos menos lluvias”, combinando presiones económicas y riesgos productivos, ambos sin señales claras de alivio en el corto plazo.

Según explicó, no hay en el horizonte medidas que mejoren sustancialmente el escenario de cara a la cosecha. No se esperan reducciones de retenciones, ni saltos significativos en los precios internacionales, ni un tipo de cambio más favorable. Esto obliga a concentrar la estrategia en dos pilares inseparables: un manejo agronómico eficiente y una administración financiera meticulosa.

Aapresid, Marcelo Torres
El presidente de Aapresid, Marcelo Torres, durante la inauguración del congreso.

El presidente de Aapresid, Marcelo Torres, durante la inauguración del congreso.

El primero se refiere a producir más con menos, optimizando el uso de recursos y anticipando posibles contingencias climáticas. El segundo apunta a tomar decisiones de inversión, cobertura y comercialización con la mayor precisión posible. Allí, Miazzo dejó su primera alerta: “Estamos con tasas reales del 20 al 25% y créditos en dólares por encima del 10%. Es un costo financiero alto que, por lo menos, va a seguir los próximos tres meses”.

En este marco, el financiamiento se transformó en un cuello de botella. Tomar crédito para maquinaria o mejoras en el campo exige cálculos milimétricos, porque es difícil que la renta cubra los intereses. Miazzo detalló que es altamente probable que la actividad agrícola, alquilando y contratando labores, no permita pagar mucho más de un 10% en dólares, y mucho menos un 20% en pesos dolarizado, por eso alertó que “el costo financiero puede comerse gran parte del margen”.

El economista, recordó además, que el sector pasó de un escenario de tasas reales negativas, que incentivaba endeudarse en pesos, a uno de tasas ampliamente positivas, lo que obliga a repensar por completo la estrategia. “El año pasado terminó siendo neutral: tasa nominal del 35%, inflación del 39% y dólar subiendo un 40%. Pasamos de negativas a neutrales y ahora a positivas”.

Cuando la economía impacta en la base productiva

Las palabras de Miazzo encontraron eco en el discurso del presidente de Aapresid, Marcelo Torres, quien llevó el análisis un paso más allá y describió las consecuencias que deja la falta de rentabilidad sobre el modelo productivo argentino. No se trata de algo que sorprende al sector, sino mas bien de un tema que lleva años y que ahora -aún a pesar de los alivios y la baja de los derechos de exportación anunciados recientemente- sigue preocupando a todas las cadenas productivas.

Torres sostuvo que los márgenes insuficientes empujan a muchos productores a agrandar escalas para seguir siendo viables, una estrategia que, en ciertos casos, deriva en prácticas menos sostenibles. Según el titular de Aapresid, “hemos caído del 90% al 78% de siembra directa, no reponemos ni la mitad de los nutrientes que extraemos y estamos perdiendo carbono orgánico en los suelos”. Esa degradación, silenciosa pero constante, erosiona la capacidad productiva y compromete la competitividad a largo plazo.

Aapresid
El congreso de  Aapresid se desarrolló durante tres días en le predio La Rural de Palermo.

El congreso de Aapresid se desarrolló durante tres días en le predio La Rural de Palermo.

A esta presión económica se suma un clima imprevisible: tres de los últimos cinco años fueron de sequía y el actual se presentó hasta ahora con algunas lluvias extremas y hay un panorama incierto hacia fin de año. Además, los mercados internacionales ya no solo miden cuánto se produce, sino cómo se produce. “Piden trazabilidad, impacto ambiental medido y estándares sociales. Ya no alcanza con producir bien, hay que demostrarlo”, subrayó.

En este escenario, Torres defendió la necesidad de acelerar la adopción de tecnología y digitalización, señalando que existe una brecha enorme entre lo que está disponible y lo que realmente se usa en el campo. Una agricultura sitio-específica permitiría mejorar la eficiencia, reducir pérdidas y capturar más valor. Sin embargo, la falta de infraestructura, financiamiento y planificación frena ese salto. En este sentido, Torres destacó que es necesario “desarrollar zonas con riego, pero necesitamos energía, caminos, información de acuíferos y créditos. Son muchas variables que deben sincronizarse”.

En su repaso, también apuntó contra los vaivenes políticos y el intervencionismo recurrente, que —dijo— debilitaron al agro. Comparó la evolución de Argentina y Brasil en las últimas décadas y detalló que “ellos crecieron 14 veces en superficie; nosotros, apenas cuatro. La diferencia es que nunca cerraron exportaciones ni pusieron retenciones, sin importar el signo del gobierno de turno”.

El mensaje de Torres fue un llamado a rediseñar la relación entre el sector público y privado. “No se trata de pedir más Estado ni menos, sino un Estado eficiente que acompañe, que entienda los tiempos del productor y no lo castigue con burocracia o reglas arbitrarias”, reclamó.

De cara al futuro inmediato hay algo que queda muy al descubierto: sin rentabilidad no hay inversión, y sin inversión la base productiva se deteriora. Sin márgenes no hay tecnología, sin tecnología los suelos se degradan y los rindes se estancan. El riesgo es caer en un círculo vicioso que se repite campaña tras campaña, donde el esfuerzo apenas alcanza para sostener la actividad sin generar excedentes para reinvertir.

El desafío no es solo técnico o financiero, sino cultural y político. Romper con esas “ruinas circulares” de las que habló Torres requerirá decisiones coordinadas entre productores, empresas y Estado, con reglas claras y visión de largo plazo.

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