11 de junio 2003 - 00:00

Los impuestos se llevan un tercio del rinde de soja

Un trabajo realizado por María Castro, de AACREA, sostiene que sólo con las retenciones, el Estado percibe una renta mayor que el productor. Y esto sin sumar el resto de los impuestos. A continuación, reproducimos un resumen de dicho informe:

Los impuestos se llevan un tercio del rinde de soja
¿Cuántos quintales paga en concepto de impuestos una hectárea de soja que rinde 30 quintales? Supongamos que un empresario agrícola obtiene ese rendimiento en la zona sur de la provincia de Santa Fe y quiere saber, en función de los quintales obtenidos, cuántos se deben destinar para cubrir gastos directos (semilla, herbicidas, labores, etcétera) e indirectos; cuántos para pagar impuestos y para reponer las amortizaciones y, finalmente, cuántos quintales quedarán como resultado final. Si se parte de un precio de venta de la soja de 45,5 $/qq, éste ya tiene descontado el primer gran impuesto que paga el agro argentino: las retenciones a las exportaciones.

El porcentaje de retenciones es de 23,5 para el caso de la soja; esto implica que el precio «lleno» que debería recibir el productor -de acuerdo con la cotización internacional de la oleaginosa- sería de 59,5 $/qq. Si se mide esa diferencia de precio en quintales (tomando como precio lleno 59,5), la conclusión es que este primer impuesto está costando 7,1 qq/ha al productor, con lo que ahora parte de un rinde de 22,9 qq/ha. A ese primer resultado se le deben descontar los gastos de comercialización para obtener el ingreso neto. En este caso, significan 2,1 qq/ha menos; quedan entonces 20,8 qq/ ha. Luego se deberán restar los gastos directos de producción y los gastos indirectos, que son aquellos que hacen al funcionamiento de la empresa: estructura, asesoramientos y personal, entre otros. La suma de estos gastos da un total de 8,6 qq/ha. Del rinde original ahora quedan 12,2 qq/ha.

Los impuestos provinciales y municipales (sin considerar aumentos en los primeros para la provincia de Santa Fe), los aportes patronales y el impuesto a las transacciones financieras implican una «disminución» del rinde en 1,2 qq/ha.
Quedan ahora sólo 11 quintales de aquel rinde logrado, pero aún habrá que descontar 1,1 qq/ha de amortizaciones (necesarias para evitar una descapitalización) y el Impuesto a las Ganancias, que representa 3,5 qq/ha. Es así como se llega a un resultado final de 6,5 qq/ha, que representa 22% del rinde obtenido por el productor. Este resultado no considera ningún costo de alquiler de la tierra (con lo cual un empresario agrícola que produce en campos de terceros obtendría bastante menos de ese 22%, especialmente en un año en el cual el valor de los alquileres se encuentra elevado en términos históricos). La sumatoria de lo que entrega el productor (ver cuadro 1) en concepto de impuestos directos, según estos cálculos, sería entonces de 11,8 qq/ha. Si bien esta evaluación tiene en cuenta la mayor parte de la presión impositiva, también es cierto que no expone toda la realidad de la carga fiscal que debe afrontar el contribuyente. La incidencia de otros impuestos indirectos -como combustibles, patentes, limitación a la deducción de ciertos gastos en Ganancias, saldos de IVA irrecuperables y tasa de justicia en las sociedades de capital-permite apreciar que el efecto impositivo sobre el agro sería más alarmante aún de lo que expresa el presente análisis (ver gráfico).

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