La campaña de soja 2025/26 arranca en un terreno complejo. Los informes preliminares de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) y de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) coinciden en que habrá una retracción de superficie sembrada respecto del ciclo anterior, con estimaciones de caída de entre 800 mil y un millón de hectáreas. En paralelo, el presidente de ACSOJA, Rodolfo Rossi, advirtió en diálogo con Ámbito que la política impositiva es el principal freno a la expansión agrícola y detalló que “sin retenciones podríamos crecer a 22 millones de hectáreas de soja y 12 de maíz. Eso significa más de 10 millones de hectáreas adicionales en pocos años”.
La fotografía actual del agro argentino es la de un sector que se mueve a la defensiva, ya que los productores ajustan sus decisiones en función de los costos y de la elevada presión fiscal, lo que los lleva a ser conservadores en lugar de apostar por esquemas más intensivos. Según Rossi, “seguimos con un estancamiento agrícola en un país que tiene enormes oportunidades de crecer en área y en rendimiento. Pero la falta de incentivos obliga a una actitud conservadora”.
La diferencia impositiva entre cultivos aparece como un factor central en la ecuación. La soja tributa hoy un 26% de retenciones, tras la reducción aplicada en agosto, mientras que el maíz paga cerca del 12%. Esa brecha, que prácticamente triplica la carga sobre la oleaginosa, condiciona las rotaciones y termina desplazando hectáreas hacia otros destinos. Rossi lo resume de manera contundente: “No puede ser que la soja tenga un nivel de retenciones casi tres veces mayor que el maíz, cuando se trata de una cadena competitiva en todos los aspectos”.
El productor hace cuentas no sólo con la carga fiscal sino también con las variables climáticas. El año pasado, la irrupción de la chicharrita redujo el entusiasmo por el maíz, pero aun así el cereal mantuvo atractivo por su menor presión impositiva y por la chance de capturar precios internacionales algo más favorables. La soja, en cambio, se refugió en su rol histórico: la soja de segunda detrás del trigo o la cebada. En esos esquemas sigue siendo un cultivo insustituible por su flexibilidad y por el costo relativamente menor de implantación.
El clima, sin embargo, vuelve a poner incógnitas sobre la mesa. El invierno dejó más de dos millones de hectáreas bajo agua en Buenos Aires, y la primavera definirá si la campaña arranca con bases sólidas o con trabas adicionales. Para algunas zonas, la humedad acumulada es una garantía de arranque firme. En otras, el exceso complica la implantación temprana. En este sentido, Rossi detalló a Ámbito que hay buenas expectativas de que los rindes acompañen para tener una cosecha cercana a los 50 millones de toneladas, pero todavía es temprano para afirmarlo”.
La falta de financiamiento asequible es otro obstáculo. Las tasas elevadas llevan a muchos productores a recortar tecnología, resignando fertilización balanceada, uso de semillas fiscalizadas o tratamientos de semilla. Esa lógica achica el potencial de los rindes y consolida una dinámica que Rossi denomina “agricultura defensiva”. En su visión, Argentina necesita dar un giro hacia una “agricultura ofensiva”, que invierta más y aproveche todo el paquete tecnológico disponible.
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La Bolsa de Cereales de Buenos Aires calcula que la soja se sembrará en alrededor de 17,6 millones de hectáreas.
Proyecciones oficiales
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires calcula que la soja se sembrará en alrededor de 17,6 millones de hectáreas, casi un millón menos que el ciclo previo. La entidad rosarina, por su parte, eleva ese recorte en ciertas regiones de la zona núcleo, donde el maíz temprano capturó mayor interés gracias a la disponibilidad de humedad en los perfiles y a su esquema impositivo más benigno.
La soja mantiene, no obstante, un lugar relevante en regiones del oeste y del norte del país, donde su menor costo de implantación sigue siendo una ventaja. Además, el desempeño del trigo y la cebada será determinante: entre un 40 y 45% de esas superficies terminan convertidas en soja de segunda, y la evolución climática de los cereales de invierno marcará la magnitud final de la gruesa.
Aun con un área menor, las proyecciones se sostienen en la esperanza de rindes que permitan una cosecha cercana a las 50 millones de toneladas. Pero la cautela domina entre los técnicos: demasiadas variables externas pueden alterar esa expectativa en cuestión de semanas.
En ese contexto, Rossi insiste en mirar más allá de la coyuntura inmediata. Afirma que Argentina tiene capacidad para ampliar en más de 10 millones de hectáreas su frontera agrícola entre soja y maíz si se eliminaran las retenciones. De esta manera, sería posible llegar a 22 millones de hectáreas de soja y 12 de maíz, con producciones superiores a los 65 millones de toneladas en ambos casos. Ese volumen, permitiría aprovechar la capacidad ociosa de la industria y generar más exportaciones, empleo y valor agregado.
Esta posibilidad real junto a otros desafíos que deberá enfrentar el cultivo vinculados a la sustentabilidad, la tecnología y los mercados internacionales tendrán un espacio clave en el seminario “Cuando la soja tiene la palabra”, que ACSOJA realizará el 23 de septiembre en el Recinto de Operaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario. La jornada comenzará a las 9 de la mañana y reunirá a investigadores, productores, gobernadores y directivos de las principales agroindustrias. Habrá paneles con foco en genética, semillas e insumos, y también debates sobre emisiones y huella de carbono en la soja argentina. El programa incluirá la presentación del libro La Industria Semillera en la Argentina, un panel político con mandatarios de la Región Centro y de Buenos Aires, y exposiciones de analistas sobre mercados nacionales e internacionales.
Mientras las entidades bursátiles trazan proyecciones moderadas y advierten por la caída de área, Rossi plantea una visión de mediano plazo donde las decisiones políticas pueden liberar o restringir el potencial de la agricultura argentina. El mensaje es claro: sin cambios de fondo, el estancamiento seguirá dominando la foto de la soja. Con un nuevo marco, en cambio, el agro puede convertirse en la palanca de crecimiento que multiplique producción, exportaciones y empleo.
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