El futuro de Vicentin, la agroexportadora santafesina en default desde 2019 y en concurso de acreedores desde 2020, sumó una novedad decisiva en la recta final del cramdown. El Fideicomiso Acreedores Granarios de Vicentin, que reúne a más de 70 empresas productivas, anunció que respaldará la propuesta del Grupo Grassi, presentada en alianza con Cargill, para quedarse con el control de la compañía.
Acreedores granarios respaldan la propuesta de Grassi y Cargill para quedarse con Vicentin
El fideicomiso que agrupa a más de 70 empresas del sector anunció que apoyará la oferta del grupo rosarino. El plan promete recuperar el 100% de lo adeudado desde 2019.
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Con el apoyo de los acreedores granarios Grassi se anota un punto clave para quedarse con la agroexportadora.
El comunicado difundido subraya que la iniciativa “prioriza la continuidad de la empresa, la preservación de los puestos de trabajo y la recuperación íntegra de lo adeudado desde 2019”. El pronunciamiento le otorga al grupo rosarino un espaldarazo clave en un proceso que definirá si la compañía logra un salvataje o avanza hacia la quiebra.
Un acuerdo con Cargill como socio estratégico
El plan se estructura sobre un entendimiento con Cargill, multinacional estadounidense líder en el negocio global de granos. El diseño prevé que Grassi asuma la originación de granos, mientras que Cargill aporte capacidad en molienda y exportación. El esquema entrará en vigencia solo si la propuesta logra las mayorías necesarias de acreedores.
La corredora rosarina no es un jugador externo: figura entre los principales acreedores comerciales de Vicentin, lo que combina su interés en recuperar acreencias con la oportunidad de escalar posiciones en el tablero agroindustrial argentino. El respaldo de los acreedores granarios, en este sentido, refuerza su capacidad de negociación.
El proyecto también contempla sostener al personal técnico de Vicentin y sumar a ex ejecutivos de grandes traders internacionales, con el objetivo de asegurar continuidad operativa en plantas que hoy trabajan con limitaciones bajo contratos de fasón.
El apoyo a Grassi y Cargill no define el resultado. En el proceso también compiten Bunge, que a través de Viterra ya es socio de Vicentin en Renova, la mayor planta de crushing de soja del mundo, y el frente conjunto de Molinos Agro y Louis Dreyfus Company (LDC). Todos cuentan con solidez financiera y presencia global, y difícilmente cedan terreno en una puja que involucra activos estratégicos para el comercio exterior argentino.
La competencia se desarrolla en un marco singular: la última valuación oficial reveló un patrimonio neto negativo de u$s1.000 millones. En consecuencia, el atractivo no está en el valor de las acciones, sino en el acceso a terminales portuarias y capacidad de procesamiento que redefinirán el mapa agroexportador.
Plazos judiciales y desafíos industriales
El juez concursal, Fabián Lorenzini, dispuso que las propuestas deberán conseguir adhesiones de más de la mitad de los acreedores y dos tercios del capital antes de fines de octubre. Si ninguna alcanza ese piso, el destino será la quiebra.
Mientras tanto, las plantas de Avellaneda, San Lorenzo y Ricardone operan bajo fasón, con problemas técnicos que restringen la molienda. El gremio aceitero advirtió que el girasol podría procesarse hasta noviembre y la soja hasta febrero de 2026, pero solo con reparaciones urgentes.
Con el apoyo explícito del fideicomiso granario, la iniciativa de Grassi-Cargill gana volumen en la recta final del concurso. El desenlace no solo marcará el futuro de Vicentin, sino que también impactará en la configuración del negocio agroexportador argentino.
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