El trigo argentino atraviesa una campaña excepcional. Según la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario, la primera estimación nacional de la campaña 2025/26 proyecta una producción de 23 millones de toneladas, un volumen que iguala el récord histórico de 2021/22 y que, de confirmarse, reposicionará al país entre los grandes exportadores mundiales del cereal.
Trigo 2025/26: una cosecha récord que promete más dólares y un respiro para la economía
La Bolsa de Comercio de Rosario estima 23 millones de toneladas de trigo, el mayor volumen de los últimos años. Desde el sector productivo advierten sobre los desafíos de calidad y la necesidad de ampliar los mercados externos.
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Los productores de trigo esperan una cosecha récord en el ciclo 2025/26.
El repunte tiene fundamentos claros: un año climático extraordinario, lluvias abundantes durante el otoño y un invierno inusualmente húmedo, que generaron una recuperación hídrica inédita en los suelos agrícolas. En localidades del norte como Gancedo, Chaco, las precipitaciones de agosto superaron los 115 años de registros históricos, lo que transformó un escenario de sequía en uno de potencial récord.
A diferencia de campañas anteriores, donde el agua fue la principal limitante, este año el trigo se desarrolla en un contexto ideal. “Los trigos están como nunca”, repiten los técnicos de la región núcleo, donde los rendimientos base se ubican en 40 quintales por hectárea, un valor sin precedentes que podría aportar un tercio de la producción nacional. Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos también reportan una mejora sustancial respecto de 2024, con promedios que oscilan entre 35 y 38 quintales por hectárea.
Desde el sector privado, la proyección fue recibida con entusiasmo, aunque sin euforia. El presidente de Argentrigo, Martín Biscaisaque, valoró la magnitud del crecimiento, pero señaló en diálogo con Ambito que el récord solo se confirmará si las condiciones acompañan hasta el final del ciclo. Explicó que todavía quedan “algunas aduanas por pasar”, entre ellas las heladas tardías, los pulsos de aire caliente conocidos como “sopletes” y el riesgo de enfermedades foliares que podrían afectar el llenado del grano.
El dirigente reconoció que en zonas del sudeste bonaerense las lluvias no dan tregua, lo que complica el ingreso a los lotes y retrasa las aplicaciones de fungicidas debido a los vientos. Pese a esos inconvenientes, sostuvo que el panorama general “es muy bueno” y que el cultivo muestra una fortaleza inédita tras años de sequías.
Biscaisaque también advirtió sobre un punto clave: la calidad del grano. Explicó que cuando los rindes son altos, la calidad suele disminuir si no se realizaron fertilizaciones tardías o manejos específicos. Por eso, recomendó a los productores monitorear la calidad al momento de la cosecha y conservar los lotes de mayor valor panadero. Detalló que “en campañas como esta, la diferencia entre volumen y calidad puede definir el ingreso del productor y la competitividad del país”.
El titular de Argentrigo remarcó además la importancia de asegurar mercados para la colocación del excedente: “Argentina necesita que el trigo fluya. Esta producción no solo es vital para los productores, sino también para la economía nacional”.
En cuanto al panorama productivo, la provincia de Buenos Aires continúa siendo el corazón triguero del país, con 2,52 millones de hectáreas sembradas y un rinde promedio estimado de 39,7 quintales por hectárea. Sin embargo, las lluvias excesivas dejaron más de 210.000 hectáreas afectadas, sobre todo en el centro-norte provincial, donde los acumulados superaron los 1.500 milímetros desde enero.
Aun con esas pérdidas, Buenos Aires aportaría más de 9,2 millones de toneladas, lo que representa cerca del 40% del total nacional. En otras provincias, el avance es igualmente prometedor: Córdoba proyecta 35,5 quintales por hectárea, Santa Fe 38 qq/ha y Entre Ríos duplica la cantidad de trigos en condición “muy buena” respecto al año pasado.
Los técnicos coinciden en que la campaña combina tres factores poco frecuentes: reservas hídricas abundantes, sanidad controlada y alta inversión tecnológica. Este escenario, sumado a la mejora genética y a la nutrición balanceada de los suelos, explica por qué el trigo argentino vuelve a posicionarse como un cultivo estratégico para el país.
Un factor clave: el ingreso de divisas
El trigo es uno de los pilares del complejo agroexportador argentino. En 2024, las exportaciones de trigo y sus derivados generaron más de u$s3.200 millones, y todo indica que 2025 podría superar ampliamente esa cifra.
Con una cosecha de 23 millones de toneladas, el saldo exportable se ubicaría en torno a 13 millones, lo que implicaría un aporte de divisas clave en un contexto de consolidación cambiaria.
Brasil seguirá siendo el principal destino, pero se espera una recuperación de las compras desde Argelia, Indonesia y Chile, además de nuevos contratos con países del sudeste asiático, especialmente Filipinas y Vietnam. Este escenario no solo refuerza el rol del trigo como generador de dólares, sino que también consolida su impacto en la balanza comercial y en el financiamiento de la próxima campaña agrícola.
La GEA destaca que esta recuperación “marca el regreso del trigo argentino a su papel histórico de estabilizador productivo y económico”, luego de varios años de caídas por la sequía y la baja inversión. El resultado también refleja un cambio estructural: más tecnología, mejor manejo de suelos y un compromiso creciente de la cadena triguera con la sustentabilidad y la calidad.
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