8 de octubre 2024 - 10:00

La historia del evento deportivo que tras un gol anulado se convirtió en la mayor tragedia de la historia del fútbol con más de 300 muertos

Una decisión arbitral en un partido de fútbol entre Perú y Argentina en 1964 desató una de las peores tragedias en la historia del deporte mundial.

Al hablar de la selección nacional, se suele mencionar las hermosas alegrías que le da al pueblo, pero en la historia del equipo nacional también hay lugar para momentos horribles  
Al hablar de la selección nacional, se suele mencionar las hermosas alegrías que le da al pueblo, pero en la historia del equipo nacional también hay lugar para momentos horribles   
Reuters

Millones de argentinos celebran los históricos triunfos de la selección, como la obtención de la Copa del Mundo o la Copa América. Sin embargo, las tragedias en eventos deportivos también supieron marcar al equipo nacional Un ejemplo es el fatídico encuentro entre Perú y Argentina en 1964, que dejó una profunda huella en el fútbol.

Este partido, que debía ser un emocionante enfrentamiento en las eliminatorias, terminó convirtiéndose en una de las peores tragedias del deporte, cuando un gol anulado desencadenó el caos en las gradas del Estadio Nacional de Lima.

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Una de las tragedias más dolorosas del fútbol ocurrió el 24 de mayo del 64

Una de las tragedias más dolorosas del fútbol ocurrió el 24 de mayo del 64

Así fue el trágico partido entre Perú y Argentina el 24 de mayo de 1964

Aquella tarde, ambas selecciones se enfrentaron en el Estadio Nacional de Lima en un partido clave de las eliminatorias para los Juegos Olímpicos de Tokio. La Albiceleste, con estrellas como Roberto Perfumo y Agustín Cejas, ya había asegurado su clasificación. Sin embargo, Perú aún luchaba por un lugar, lo que aumentaba la tensión entre los hinchas locales.

El partido transcurría con un empate 0-0 hasta que, en el minuto 18 del segundo tiempo, Néstor Manfredi anotó para Argentina tras un error del arquero peruano, Juan Barrantes. El gol silenció al público, pero los peruanos no se rindieron. Víctor Lobatón consiguió lo que parecía el empate, pero el árbitro uruguayo Ángel Eduardo Pazos lo anuló por una falta.

Esta decisión encendió la furia de los hinchas peruanos. Uno de los aficionados, apodado "Negro Bomba", ingresó al campo con la intención de agredir al árbitro, pero fue detenido por la policía. Poco después, otro aficionado intentó lo mismo, lo que llevó al árbitro a suspender el partido. La situación se descontroló rápidamente.

La policía, al ver que los hinchas intentaban invadir el campo, lanzó gases lacrimógenos para dispersar a la multitud. Esto solo empeoró la situación, ya que las puertas del estadio estaban cerradas, atrapando a miles de personas en una trampa mortal. La multitud, desesperada, intentó huir, pero el caos se había apoderado del estadio.

El resultado fue devastador: más de 300 personas murieron asfixiadas o aplastadas en las gradas, y más de 800 resultaron heridas. Las autoridades detuvieron a más de 50 personas, aunque la mitad logró escapar esa misma noche en medio del desorden. La tragedia no solo dejó una marca imborrable en el fútbol latinoamericano, sino que también generó un luto nacional en Perú, declarado por el entonces presidente Fernando Belaunde Terry.

Jorge Azambuja, el comandante de la policía encargado de la seguridad del partido, fue el único condenado por su actuación en los hechos. Cumplió una sentencia de 30 meses en prisión. Sin embargo, el dolor de las familias afectadas y la memoria de aquellos que murieron en el Estadio Nacional persisten como un recordatorio de los peligros que pueden surgir en un evento deportivo cuando las emociones se desbordan y la policía no esta a la altura de conseguir que no se desborde la seguridad.

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