14 de diciembre 2022 - 13:34

Julián Álvarez, ciudadano del mundo

Después de los dos goles conquistados ante Croacia, el exjugador de River sigue escalando niveles y se consolida como el número 9 de la Selección Argentina.

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Es muy difícil pensar que cuando Julián Alvarez era muy chiquito y hacia goles para el Club Atlético Calchín, alguien, alguna vez, lo compararía con Mario Kempes, por el empuje, la perseverancia y la valentía de pasar entre amenazantes y filosos botines rivales para hacer un gol en la Semifinal del Mundial de Qatar 2022.

Y, la verdad, si uno ve que el pibe fue probado y aprobado por el Real Madrid cuando tenia once años, entonces ciertas cuestiones de su evolución como futbolista van a ir encontrando explicaciones. De Calchín (su pueblo natal, provincia de Córdoba, aproximadamente 3.500 habitantes) fue al Madrid, pero volvió porque había dificultades para fichar a pibes menores de 13 años. Fue ahí que dio el primer paso hacia la gran ciudad. Llegó a Argentinos Juniors, lo vieron jugar y pasó lo que pasaba con todos los que lo veían jugar: les encantó y le hicieron un lugar en la pensión. Pero al poco tiempo se volvió al pueblo.

River apareció en la vida de Julián después de aquella decepción en el Real Madrid y de la negativa de Gustavo y Mariana --sus padres-- de seguir en Argentinos.

Había tenido, incluso, una chance de ir a Boca, pero Julián prefirió volver a Calchín a esperar una mejor ocasión para dar el salto a un equipo grande. La camiseta del Club Calchín es igual que la de River y, tal vez eso, quién sabe, fue lo que decidió a Julián y su familia a irse al cuadro millonario.

Llegó a la Séptima de River en 2015 y no paró más. Y no sólo no paró más: su primer partido en Copa Libertadores fue la final de Madrid contra Boca, en la que Marcelo Gallardo utilizó a la Araña (apodo puesto por uno de sus dos hermanos porque parecía tener mas de dos piernas cuando corría, por lo rápido) como una especie de carrilero por la derecha. Y también jugó en ese mismo lugar en la final que River perdió en Lima contra Flamengo.

De todos modos, el centrodelantero integral, moderno, técnico, táctico, goleador estaba en ciernes. Gonzalo Higuaín lo dijo claramente en marzo de 2021 en ESPN, cuando el futbol recién estaba saliendo del oscuro tiempo de la pandemia, River buscaba un centrodelantero y Julián todavía no había explotado.

River ya tiene un 9 y es Julián Alvarez. Está jugando por un carril, pero como 9 es muy parecido a mí. El día que lo pongan de 9, no sale más”. Tenía razón Pipita. Gallardo acudió a Julián en el torneo local del segundo semestre del 2021 y el pibe de Calchín no defraudó. Hizo 18 goles en 22 partidos y llevó a River al primer titulo de Liga del ciclo Gallardo. Ahí empezó otra historia.

Julián todavía estaba en River y seguiría en el equipo millonario seis meses más, pero ya había sido transferido al Manchester City. Pep Guardiola fue decisivo para que Julián se quedara en el City. Parte del directorio de los propietarios del equipo celeste tenia la idea inicial de comprar al pibe de Calchín y darlo a préstamo a algún equipo de la Premier o bien, a algún equipo europeo del holding para que cumpliera con un tiempo de adaptación. Guardiola se reunió con ellos y fue claro y contundente: “Julián Álvarez es un tipo de delantero que este plantel no tiene. Lo he visto mucho y creo que debe quedarse con nosotros”.

Y así fue que Julián Álvarez se quedó en Manchester City. Su personalidad, su madurez, sus modos, su aplicación a la idea de superación constante y sus inquietudes sedujeron de inmediato al gran entrenador. El City había gastado un buen dinero en el noruego Erling Haaland, un delantero grandote que llamó la atención de Pep por la inmensa cantidad de goles que había convertido en el Borussia Dortmund, de la misma edad de Julián (apenas unos meses más joven) y con un estilo extraño para los equipos de Guardiola. Pero, justamente, la diferencia de estilo entre el pibe noruego y el de Calchín es lo que le da variedad al ataque del City. Guardiola cumplió con aquella idea de tenerlo ya mismo en su equipo, dándole cada vez más minutos.

Sin embargo, todo esto no redundó en la convocatoria inmediata a la Selección Argentina. Lionel Scaloni tenia a Lautaro Martínez como dueño del centro del ataque, al Tucu Correa como alternativa y a Gio Simeone como tercera opción. Julián Alvarez --tal vez por estar en el futbol argentino-- asomaba allá a lo lejos, algo así como “cuando vaya a Europa, vemos”.

Julián hizo su último semestre en la Argentina en un River que no fue tan bueno como otros que armó Gallardo y, si bien hizo goles en serie (6 de 8-1 a Alianza Lima, por ejemplo), el equipo no lució y fue eliminado de la Libertadores en Octavos por Velez el 7 de julio, una fecha en la que, en cualquier circunstancia normal, se estaría jugando el Mundial. El Destino quiso que todo fuera como fue y Julián Alvarez tuviera el margen necesario para ir asentándose en el City y, por ende, hacer inevitable su convocatoria al equipo nacional.

Lo que siguió es todo lo que sabemos. Ya en Qatar, el puesto que fue de Lautaro Martínez hasta que la Araña lo reemplazó en el partido contra México. A Scaloni y su estilo le vino como anillo al dedo. Julián Alvarez es el prototipo del delantero moderno, al que se le piden más tareas que al 9 grandote del pasado.

Julián tiene muchas virtudes, pero hay una lo pone por encima del resto de los jugadores de su puesto, algo que ya había mostrado en River: es muy raro que no haga lo que pide la situación. Siempre está perfilado correctamente para recibir, siempre busca el espacio correcto, siempre marca el pase que se necesita, siempre tiene la definición que se necesita para vencer al arquero rival. Y no sólo esto. Además, cumple a la perfección aquello de que el 9 es el primer defensor.

En el partido contra Croacia, Julián fue muchas veces sobre Kovacic, cuando este estupendo futbolista se ponía de volante central y Modric se corría a la derecha. El golazo del 2-0 para Argentina podría definirlo en toda su dimensión. Julián fue quien rechazó la pelota aérea que cayó en el área argentina tras un córner croata y, desde allí, salió disparado, incontenible, seguro, perseverante, voraz. Por eso, se llevó por delante el fallido rechazo de Sosa y convirtió el gol. También le hicieron el penal en una jugada bastante parecida y se vistió “9 de área” para ponerle la firma a la genial jugada de Messi, previa al tercer gol.

Julián Alvarez llegó para quedarse. Su vida como futbolista fue imponerse a fuerza de juego y goles, de constancia y aplicación a rajatabla de los planes previos. La noche consagratoria del Lusail Stadium, el pase a la final con su imprescindible aporte, su capacidad de adaptación a cualquier sistema o estrategia, lo convierten en un futbolista de excepción que se metió casi en puntas de pie en la elite del futbol mundial.

Calchín, Manchester o Doha parecen ser lo mismo para este verdadero ciudadano del mundo.

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