Una semana muy preocupante para imaginar el momento que se atraviesa en los mercados de riesgo, donde las acciones de casi todos los países han rodado de modo notorio, en la pasada etapa de enero. A Buenos Aires no le fue nada bien, pero en esa insólita carrera del «quién baja menos», puede decirse que ha salido bastante menos maltrecha que un Dow Jones con pérdida de 5 por ciento en estos días y que es de efectos mortíferos para lo que representa como mercado.
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Y qué decir de los vecinos brasileños, a quienes ya Lula no ha podido seducir y se despeñaron con 7,5 por ciento de caída en cinco días. Finalmente, nuestro Merval decreció 3,5 por ciento y esta vez, el repunte sucesivo del dólar acrecentó esa pérdida en términos reales...
Todo parece estar envuelto en un manto de nervios y de iras, según se observe la tensión creciente que atraviesa el mundo -ahora dividido en pro y contra de la guerra- o se eche un vistazo a la cuestión que cada vez separa más al supuesto partido político que gobernará por aquí.
En tal contexto, el mercado de riesgo paga su precio por el temor creciente -así como el oro se fortalece- y nada parece salirse de lo ortodoxo en tal aspecto. No son momentos para riesgos aventurados ni lances emocionales; la demanda ha demostrado que puso un freno.
Habrá que ver si los de la oferta mantienen cierta serenidad, sin romper los límites. Todo lleva a imaginar un escenario defensivo.
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