Ayudó baja del calor: cortes pero no colapso
Más cortes de luz afectaron a Capital Federal y al Gran Buenos Aires, sobre todo ayer a la mañana. La situación pudo haber sido mucho peor si se cumplía el pronóstico de que la temperatura subiría hasta 34° durante la jornada. Se hubieran sumado nuevas fallas y se hubiera tardado más en las reparaciones, precipitando un colapso con una crisis ya inmanejable. Se trató de cortes por fallas en cables de media y baja tensión. Preocupa ahora la versión de que el gobierno habría ya acordado cortes programados con industrias, porque el sistema está operando casi sin reservas. Esto significa que la falta de energía estaría mucho más cerca de lo que se preveía.
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Los cortes son atribuidos a fallas en las redes de distribución porque las instalaciones están sobreexigidas por el calor y el alto consumo. En el área de Capital Federal y Gran Buenos Aires hay en todos los años tres o cuatro días muy críticos porque, sobre todo, con el primer calor sale de actividad todo lo que estaba en peores condiciones.
Esto que es un fenómeno realmente habitual creó, sin embargo, en esta oportunidad alguna sospecha, que en principio puede haber estado motorizada porque la mayoría de los cortes de media tensión se produjeron a la madrugada y porque se advierte cierto retaceo de la información por parte de fuentes oficiales.
La sospecha que sólo fue expresada públicamente por el ex subsecretario de Energía Gustavo Callejas -de opiniones muy discutibles- es que hubo cortes «programados» aplicados por las distribuidoras para bajar el consumo y equilibrar la demanda con la oferta de electricidad. Es decir, se sospecha que faltó energía, lo que sería más grave que el hecho de que las redes fallaron como en el primer calor fuerte de todos los veranos.
Un experto indicó que para el martes se había proyectado un consumo de potencia de 18.067 megavatios y que a media tarde se bajó el cálculo a 17.628 megavatios. Pero el máximo real se registró a las 21 y fue de 17.323.
Según este experto, a las 15 del martes comenzaron « reducciones programadas solicitadas y consensuadas con anticipación a numerosas industrias por parte de Cammesa (la empresa mixta que controla el mercado mayorista eléctrico) y el Ministerio de Planificación para reducir la carga».
«Esas reducciones voluntarias que implican interrupción de la producción se estiman entre 500 y 1.000 megavatios», según el técnico consultado, quien añadió que «aun con esas reducciones de demanda y versiones de cortes programados realizados en barrios por las dos distribuidoras, el sistema sólo tuvo como reserva 376 megavatios de la central Río Grande y 132 megavatios térmicos, es decir 3%». Esto significa que cualquier problema en una de las centrales que estaban funcionando no hubiera podido ser solucionado.
El problema -que de todas formas será mucho más grave en el próximo invierno- es el crecimiento espectacular que se observa en la demanda, mientras la oferta se mantiene prácticamente constante porque no hay ingreso de nuevas centrales y no lo habrá hasta 2008.
Sin considerar los cortes a industrias y los que se produjeron por fallas en las redes de distribución, la potencia máxima abastecida el martes fue 1.200 megavatios u 8% mayor que en diciembre de 2005. Y si se considera la demanda potencial que aceptó una reducción voluntaria, el aumento del consumo hubiera sido de 1.923 megavatios, o sea 12% superior.
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