15 de diciembre 2006 - 00:00

Contagio argentino: nuevo jefe de Ecuador admitió que no honrará sus deudas

Ricardo Correa, presidente electo de Ecuador, anunció durante su visita a la Argentina que va a reestructurar la deuda. Fue ayer y sacudió a los mercados. Los papeles de ese país se desplomaron 5%. Contagiándose de la Argentina, país con el mayor default de la historia en mercados, Correa convalidó el temor a su gestión que existe entre los inversores y anunció que reprogramará los vencimientos. Pobre debut para el mandatario, que toma esta decisión con los mercados del mundo en alza y el petróleo, producto clave para Ecuador, en altos valores.

Rafael Correa, presidente electo de Ecuador y economistade izquierda. Se reunió aquí con Kirchner y también con Hebe de Bonafini.
Rafael Correa, presidente electo de Ecuador y economistade izquierda. Se reunió aquí con Kirchner y también con Hebe de Bonafini.
Mientras los analistas de los bancos de inversión se empeñan en desentrañar qué hará el próximo presidente de Ecuador con la deuda externa, Rafael Correa dejó importantes claves en su paso por Buenos Aires. El economista de pensamiento izquierdista y amigo de Hugo Chávez se reunió el miércoles con Néstor Kirchner, logrando al parecer gran empatía. En una conferencia de prensa brindada ayer minutos antes de viajar a Chile, ratificó que reestructurará las obligaciones de su país a partir de su asunción el 15 de enero. Y, si bien dijo con una sonrisa pícara que «espero que sea amigable», descontó que la negociación «no va a ser bienvenida por los inversores».

Ambito Financiero le preguntó por un informe del banco Credit Suisse conocido el miércoles, según el cual «es poco probable una moratoria o una reestructuración no amigable de los bonos», estimación que, por otra parte, provocó en la jornada una brusca caída de 8,4% del riesgo Ecuador, hasta 610 puntos básicos. Más allá de esos pronósticos, la respuesta de Correa respecto de sus planes dejó claro que piensa jugar fuerte. Y la noticia impactó inmediatamente en los bonos del país. El Ecuador 2030 se derrumbó ayer, pasando de los u$s 90 a los que había cotizado el miércoles, a u$s 86,5. A continuación, las principales definiciones del presidente electo de Ecuador, quien anticipó además una renegociación con las petroleras a lo Evo Morales.

Rafael Correa: Yo también espero que la reestructuración sea amigable, pero la vida va a estar antes que la deuda. El presidente Néstor Kirchner dijo en su momento que el pago de servicios no debía superar 3% del PBI. Nosotros pagamos hoy más de 6%. Vamos a una reestructuración de los tres segmentos de la deuda: comercial, multilateral y bilateral. El desarrollo de un país no es posible cuando se gasta el doble en servicios de deuda que en educación. Con el nivel actual de esos servicios no es posible sacar adelante al país. Y con respecto a su pregunta de cómo lo haremos, le respondo que la mejor estrategia es no anunciar la estrategia.

Periodista: ¿Conversó con el presidente Chávez sobre la posibilidad de que preste apoyo financiero a Ecuador en caso de que la reestructuración no sea bienvenida por el mercado?

R.C.: ¿Cómo va a ser bienvenida si vamos a poner límites al pago de la deuda? Y para que muchos se sorprendan, digo que aún no hablé del tema con el presidente Chávez. De cualquier manera, debemos apuntar a una integración que nos permita ser menos dependientes del mercado internacional. Si regresaran los 200.000 millones de dólares que hay colocados en el exterior, América latina tendría la capacidad de financiarse intrarregionalmente.

P.: ¿Piensa renegociar también los contratos vigentes con las petroleras extranjeras que operan en su país?

R.C.: El 16 de enero, un día después de que asumamos, empezará la renegociación y la revisión de los contratos petroleros. Y ésas son dos cosas distintas, porque muchos contratos no se han cumplido, por ejemplo en lo que hace al medio ambiente. Hoy, cada cinco barriles de crudo que extraen, las empresas transnacionales se llevan cuatro y dejan uno a Ecuador. Esto es intolerable para nuestro gobierno. Recordemos que en los 70 la empresa Texaco nos dejaba 8,5 barriles por cada diez que extraía y aun así tenía una buena rentabilidad: creo que ésa es una buena referencia para el futuro.

P.: Usted habló de un acercamiento de Ecuador al Mercosur. ¿Cómo se dará ese proceso?

R.C.: Hay que recordar que Ecuador ya es miembro asociado del Mercosur, aunque no supimos explotar esa posición a causa de la dolarización, que nos hizo perder competitividad. Nuestra posición es fortalecer la CAN (N.d.R.: Comunidad Andina de Naciones) como miembro pleno y aprovechar nuestra condición de país asociado al Mercosur, con la idea de que a mediano y largo plazo ambos procesos de integración se fusionen. Hemos tenido una gran acogida en todos los gobiernos del Mercosur, entre ellos el de la Argentina. Aquí vinimos a nuestra casa, la visita al presidente Kirchner no fue a un jefe de Estado sino a un amigo. Y la Argentina debe saber que el gobierno de Rafael Correa será también un amigo para ella, buscando afianzar la relación de hermandad y unidad latinoamericana.

P.: ¿Qué opina de los recientes resultados electorales en América latina?

R.C.: América latina no vive una época de cambio sino un cambio de época. Está superando la larga y triste noche del neoliberalismo, esa ideología que se disfrazó de ciencia y que nos quiso hacer creer en la falacia de que el individualismo es una virtud social, que la competencia es más importante que la cooperación. Estamos superando rápidamente esas falacias y hoy vivimos procesos nacionalistas y populares, no populistas como algunos dicen. Se trata de un verdadero milagro; basta comparar quiénes nos gobiernan hoy con quiénes lo hacían en los 90.

P.: Usted no presentó lista para legisladores en las últimas elecciones porque apostaba a una reforma constitucional que debería renovar el Poder Legislativo. ¿No teme que el Congreso opositor lo desestabilice?

R.C.: No, porque ésa es una condición necesaria pero no suficiente para que se desestabilice a un gobierno. Otro factor ha sido la actitud de los gobernantes que cambiaron su discurso tras asumir el poder.

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