9 de enero 2007 - 00:00

''Convencieron a gremios que dólar alto es popular. Me parece fenómeno''

Rafael Di Tella
Rafael Di Tella
Para Rafael Di Tella, profesor de la Harvard Business School y doctorado en la Universidad de Oxford, «es una estupidez de principio a fin la distinción entre ortodoxos y heterodoxos». El economista, en una entrevista telefónica desde Boston con Ambito Financiero, habló de los principales temas de la actualidad. Sobre el superávit fiscal dijo que «sólo en la Argentina se puede llamar heterodoxo a ese modelo. Pero es muy bueno tenerlo y difícil de hacer por varias razones. Por ejemplo, porque en seguida hay presiones salariales. Kirchner lo ha logrado y es un mérito».

Di Tella acostumbra a investigar campos poco explorados desde su profesión. Especializado desde hace varios años en la denominada « economía de la felicidad», estudia ahora las creencias de las personas acerca de cómo se debe retribuir el esfuerzo humano. Para defender el hecho de abarcar desde su ámbito temas tan inusuales, el economista -hijo del ex canciller Guido Di Tella- ironiza y resalta que «la economía es una ciencia imperialista que avanza sobre áreas no tradicionales».

Periodista: ¿Existe distinción entre economistas ortodoxos y heterodoxos en la Argentina?

Rafael Di Tella: Es una estupidez de principio a fin. Porque, por ejemplo, en la Argentina nos quieren hacer creer que el modelo productivo es el de bajos salarios. Es más, muchas de las políticas de los 90 parecían heterodoxas, por eso al principio el Fondo Monetario las criticaba. Está todo al revés. Hay una especie de gran barullo y muy pocas ganas de discutir en serio. Y si encima nos ponemos rótulos de ortodoxos versus heterodoxos, sinceramente no sé a qué se llega.

P.: Se defiende aquí el superávit fiscal elevado y al mismo tiempo bajo el rótulo de la heterodoxia...

R.D.T.: Sólo en la Argentina se puede llamar heterodoxo a ese modelo. En cualquier otro lugar del mundo eso es muy clásico. A la vez es algo muy bueno tener superávit y difícil de hacer por varias razones. Por ejemplo, porque en seguida hay presiones salariales. Kirchner lo ha logrado y es un mérito. La cuestión es a qué precio y qué cosas implica.

P.: ¿Qué le parece el actual modelo del dólar alto?

R.D.T.: La gente le tiene un poco de miedo porque puede generar salarios bajos. Pero en el modelo actual hay muchasotras cosas que también lo describen. Cuando se empieza un modelo de crecimiento y se tiene éxito, se aprecia la moneda. La pregunta es si se va a tener la decisión política de mantener los salarios bajos para que no se aprecie. Uno puede decidir que sí o que no, pero no se puede enojar con los sindicatos si lo toman a uno como de derecha.

P.: ¿Y se va a poder seguir anclando el tipo de cambio?

R.D.T.: Por ahora el gobierno tiene convencidos a los sindicatos y a la gente como Ignacio de Mendiguren de que el tipo de cambio alto es nacional y popular. Mientras logren jugar a Mandrake, me parece fenómeno.

P.: ¿El crecimiento sostenido del PBI en los últimos años está ocultando problemas? ¿Impacta a pleno en la sensación de bienestar o felicidad, relación que usted analiza en sus trabajos?

R.D.T.: Hoy estamos encantados con este crecimiento, mientras que todo lo sucedido antes parece como no sustentable. Pero eso no es lo que creíamos antes. Si me hacía la misma pregunta en 1998, momento que veníamos con un crecimiento increíble, hubiese ocurrido lo mismo en el sentido que se creía que estábamos en una nueva Argentina. Entonces depende mucho de lo que la gente cree, no de lo que en verdad pasa. Por ejemplo, los argentinos creen ahora que el tipo de cambio era insostenible en ese momento. Recién ahora estamos mezclando el estudio de la economía de la felicidad con las creencias que tiene la gente. Es un campo nuevo muy poco estudiado que estamos tratando de explorar.

P.: ¿En qué línea por ejemplo?

R.D.T.: Lo último que hice fue un trabajo con Juan Dubras, de la Universidad de Montevideo, que empieza con la observación de que los norteamericanos castigan con penas más duras que los europeos. Según nuestra hipótesis, la diferencia se da por las creencias que existen en la sociedad respecto a cómo se retribuye el esfuerzo humano.

Entrevista de María Iglesia

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