9 de diciembre 2002 - 00:00

Cupones bursátiles

En la «memoria» correspondiente a 1858, a solamente cuatro años de la creación definitiva de nuestro sistema bursátil, la voz institucional escribía: «No ignoráis, señores, la época azarosa y excepcional, por la cual ha pasado esta plaza en el año que ha terminado. A la crisis espantosa que le precedió, dejando tras de sí los males siempre consecuentes a la desaparición de grandes fortunas y de créditos mercantiles por largo tiempo cimentados, siguió la época de transición y desconfianza. Y ésta fue vivamente agravada en su malestar, por las desgracias de la seca en la campaña y -sobre todo- por la mayor crisis política que, por mucho tiempo, haya experimentado este país...». Parece escrita hace unos días, salvando algunas referencias muy propias de la época, pero estamos viendo relatos de nada menos que 1858. ¿Cuánto? Casi siglo y medio antes de que lo que estamos viviendo, ya se atravesaba por senderos plagados de peligros para la salud de la Nación. Una gran diferencia: en aquellos tiempos, recién estaban tratando de dar forma, de sacar de la forja, un país que se había independizado apenas unos cincuenta años antes. En realidad, lo que demuestran estas palabras y muchas otras que se pueden recoger de cualquier libro de historia, es que los argentinos tenemos necesidad de reiterar los conceptos; porque hacemos permanentes «replay», de las jugadas del pasado.

Una «crisis espantosa» (como la describe el autor, en la «memoria» de la Bolsa de ese año), la «desaparición de grandes fortunas y de créditos por largo tiempo cimentados...». Una «época de transición y desconfianza», que se veía más complicada por año donde las cosechas se habían arruinado en buena medida, por la seca, pero especialmente por «la mayor crisis política que, por mucho tiempo, haya experimentado el país...». En aquel momento, la expresión «mucho tiempo», hacía referencia a apenas unas décadas de país independiente. Hoy, pudiendo traspolar párrafos y expresiones textuales para conceptuar lo que se vive, no tiene justificación alguna que se produzca después de casi dos siglos de historia.


Un volver a empezar, perpetuo, recorriendo algunos pocos pasos y debiendo ir otra vez a la línea de largada. Pero, tenga la seguridad el lector que la creencia sobre las «crisis más espantosas», o «la mayor crisis política», nos han sido afines periódicamente. ¿Será lo de ahora peor? Esta, que también parece zona de «transición y desconfianza» ¿resultará más, o menos, cotejable con los rudos momentos vividos en la historia previa? Quizás, tengamos el desagradable privilegio de ser parte del escenario histórico más duro del recorrido, o acaso otras veces, y contando con un país recién en proceso de amalgamarse, limitado a recursos primarios, la hayan pasado mucho peor que ahora. Lo que sabemos es que la Argentina fue, después, más que aquello, para volver a caer. Una y otra vez. Habrá que intentarlo de nuevo...

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