«Corte falla también en impuestos», resultó título de un recuadro en la tapa de Ambito del miércoles. En tal caso, se trataba de un tema muy focalizado y que tiene relación con estar exentas del IVA las entidades que revistan como «sin fines de lucro». Pero, la Corte también tiene en sus manos un asunto de mucha mayor magnitud y crucial en la vida de las sociedades: resolver acerca del «ajuste por inflación» y su aplicación (o no, como se lo ha decidido hasta ahora por parte de los funcionarios) en los balances. Tema que periódicamente retomamos en esta columna y al que consideramos como uno de los pocos, en la actualidad nacional, capaz de sacudir un ciclo bursátil que desfallece en cada semana.
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Se sabe que los integrantes de la Corte han solicitado asesoramientos técnicos sobre el particular y, por lo que tenemos entendido, difícilmente se pueda sostener una opinión en contrario a su aplicación justamente desde el punto de vista técnico. Lo que se ha venido realizando es desoír lo que tales conclusiones aseveran y manejarse en base a lo que es común a muchos otros asuntos: tamizarlos por lo político, al afán recaudatorio, los simples deseos de un gobierno.
La Corte actual ha brindado ya algunas sorpresas, que no iban en la misma dirección que la voluntad de los gobernantes, ante lo cual existe una buena chance de que se produzca un fallo rotundo, en pro de tal aplicación del «ajuste por inflación». Donde las arcas de las AFJP no dejarían de percibir lo suyo, sino que deberían dejar de tomar impuestos a las ganancias sobre una porción que es meramente virtual, numérica, derivada de tener que moverse las sociedades como si se estuviera en un escenario de inflación cero, o casi. Baste observar cuánto se vino acumulando desde la devaluación (camino a 200% a finales de año, o en 2007) para advertir la falacia de no reconocer la inflación.
Importante para todas las compañías, en el caso de las cotizantes podría generar una suerte de «miniboom» de la tendencia. Porque allí irían a asociarse una muy buena nueva para los resultados de los balances, en todo rubro, junto con una línea de tendencia que puede estar más para la «sobreoferta», que para ser un mercado «comprado». En una palabra, cuando surgen hechos que son trascendentes por sí mismos en grado sumo, en un escenario de bajo interés por los títulos y escasos movimientos de negocios, es casi seguro que la oferta -de por sí escasa- se cierre por completo y obligue a un reacomodamiento intenso, por el tironeo de demanda sobre activos que cambian de semblante.
Posiblemente (porque siempre el que está en Bolsa la debe tener), resulte la única esperanza firme de ver un vuelco de fondo sobre la tendencia a cierto plazo. Esto, cuándo se expedirán, es el «factor X»: el desconocido. Pero, si aparece...
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