La rueda hubiera sido perfecta de no ser por una sola cosa: ocurrió todo en el primer día hábil del año. No es que no celebremos el impresionante repunte que tuvo el Dow en la rueda de ayer. De hecho, por el lado de los precios, que llevaron a que el índice ganara 3,19% cerrando en 8.607,52 puntos, fue impresionante, especialmente si tenemos en cuenta que prácticamente no hubo un solo sector que no se plegara a la suba, por lo que bien vale la generalización de que el mercado como un todo trepó 3%. Sin embargo, luego de quemarnos tantas veces en el pasado, no podemos dejar de seguir siendo escépticos. Para muchos, el detonante del optimismo entre los inversores fue el anuncio del índice ISM (el ex NAPM: mide la evolución de los insumos industriales), que sorprendió mostrando algo así como la mayor recuperación desde junio de 2002. Lamentablemente, en el pasado este dato nunca fue demasiado significativo a nivel del mercado de capitales y fuera de él no hubo ninguna otra noticia puntual con que justificar el repunte accionario. Podemos decir, entonces, con cierta confianza, que el mercado subió simplemente porque había "ganas" de que subiera. Lo malo es que estas ganas no alcanzaron para entonar demasiado a los inversores y el volumen negociado, especialmente en el mercado electrónico, siguió estando debajo de lo habitual, con menos de 1.300 millones de acciones. De alguna manera, quedó la sensación de que fueron los operadores del mercado y algunos grandes inversores los que, apostando a un par de regularidades, se lanzaron de lleno a posicionarse apostando a una suba. La idea es que si en las primeras 5 ruedas del año el S&P sube, el año tendrá un saldo positivo (el año pasado esto no se dio) y que si enero es ganador, el año también lo será (en 2001 esto no se cumplió).
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