23 de febrero 2006 - 00:00

"El ancla hoy de la economía es Moyano"

Luciano Laspina
Luciano Laspina
El economista Luciano Laspina cree que «el gran desafío del gobierno para este año dependerá de la muñeca política que tenga para controlar la conflictividad gremial. Hoy el ancla nominal de la economía argentina se llama Hugo Moyano. Los términos de la negociación que establezca el dirigente en los próximos meses serán la pauta del reajuste nominal de toda la economía. El gobierno lo tiene claro, por eso Néstor Kirchner gasta mucho de su tiempo en controlar el tema». El economista de Macrovisión dijo además que no hay que ser tan pesimista con los resultados que pueden tener los acuerdos de precios en la tasa de inflación e instó a «establecer reglas de juego claras que bajen el costo de capital» debido a que la falta de disponibilidad de créditos ya generó tensiones entre industriales y banqueros.

Estas son las principales declaraciones que hizo Laspina a este diario:

Periodista: ¿Cómo resumiría el momento que atraviesa la Argentina en materia económica?

Luciano Laspina: Estamos viendo síntomas de una economía recalentada. En este diagnóstico ya hay consenso de economistas heterodoxos y ortodoxos. El problema macro argentino es el de una economía de subvaluación cambiaria. Así como en la convertibilidad el shock de Rusia de 1998 y de Brasil en 1999, la apreciación cambiaria generaba desempleo y deflación, la economía de 2006 se para en el otro extremo. La subvaluación cambiaria genera sobreempleo e inflación.

P.: ¿Hay sobreempleo cuando la tasa de desocupación supera 10%?

L.L.: El problema no es la fuerza laboral sino el capital humano. Se ve claramente en la dualidad del mercado que en 2005 registró un salario formal creciendo 25% (en forma moderada) y uno informal apenas por arriba de 12% (estancado teniendo en cuenta la inflación).

  • Dilema
  • P.: Si el problema es la subvaluación cambiaria ¿cómo se soluciona cuando el modelo está basado justamente en ésta?

    L.L.: Ese es el gran dilema. Si quisiera corregirse el problema de una subvaluación cambiaria deberían compensar la menor rentabilidad de los sectores industriales. A la vez, mejorar los salarios implica subir los costos empresarios y finalmente apreciar el tipo de cambio. Hay que recordar que la inversión prácticamente está autofinanciada con la enorme rentabilidad que generó la licuación real posdevaluación. Pero ahora se necesitaría compensar la menor rentabilidad en las empresas con un mercado de capitales trabajando de manera eficiente.

    P.: Los reclamos de los industriales a los banqueros por la supuesta falta de asistencia del sistema financiero parece ir en contra de ese modelo.

    L.L.: Claro. La fase exitosa de la convertibilidad consistía en un salario alto en dólares, un costo de capital bajo y con alta disponibilidad. La ecuación de rentabilidad se sostenía de esa forma, alentando mucho más en la industria la expansión de sectores capital intensivo que los mano de obra intensiva. Ahora, se invirtió la ecuación. La filosofía del modelo actual es un salario real bajo en dólares, alto costo de capital o, lo que es lo mismo, poca disponibilidad. Si se quiere subir los salarios, que es uno de los objetivos que debería perseguirla política económica, tendrán que mejorarla disponibilidad de capital básicamente.

    P.: ¿Qué se necesita para conseguirlo?

    L.L.: Bastante más que un buen ajuste fiscal o mejorar los problemas del sistema bancario. Hay que establecer reglas de juego claras que bajen el costo de capital.

    P.: ¿Cree que el gobierno se encamina en esa dirección?

    L.L.: En realidad se está subsidiando el crédito. Como no aparece en la cantidad y disponibilidad que quiere el gobierno, los bancos públicos y los subsidios a la reinversión de utilidades están empujando un poco la falta de un mercado de capitales. El gobierno se da cuenta que no puede subir los salarios reales si no mejora la disponibilidad y el costo de capital, y está yendo por el atajo de los subsidios.

    P.: ¿Qué se debería hacer en lugar de eso?

    L.L.: Un libro de texto diría que hay que subir la tasa de interés, se aumenta el ahorro y eso se canaliza a la inversión. Pero cuando la inversión es hija de la demanda agregada (hay más demanda, debo invertir más) y del autofinanciamiento, no está tan claro. Ahí el gobierno empieza a enfrentar problemas que tienen que ver con la falta de reformas estructurales, en particular del mercado de capitales y de despejar el marco regulatorio.

    P.: La respuesta del gobierno a este problema ¿cuál fue?

    L.L.: Dicen que no sólo no se permitirá una apreciación del tipo de cambio rápida sino que se postergará tanto como pueda. Al mismo tiempo dicen que la estrategia es disociar los precios internos de los externos a través de acuerdos y retenciones a las exportaciones. Con eso se puede comprar algo de tiempo pero de manera sistemática no se sostiene.

    P.: La estrategia de atacar la inflación con acuerdos de precios ¿hasta cuándo puede sostenerse?

    L.L.: Tiendo a no ser tan pesimista en la eficacia de los acuerdos de precios. Cito el plan Gelbard en la década del 70, que en un contexto totalmente distinto (con organizaciones empresarias y sindicales más poderosas y aglutinadas que las actuales) logró reducir considerablemente la inflación en base a acuerdos de precios que finalmente terminaron estallando por inconsistencias ante la pauta fiscal y monetaria. Hoy la inconsistencia está porque el gobierno sigue depreciando el tipo de cambio real multilateral y al mismo tiempo le exige a los empresarios que no aumenten los precios.

    Entrevista de Florencia Lendoiro

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