"El ancla hoy de la economía es Moyano"
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L.L.: El problema no es la fuerza laboral sino el capital humano. Se ve claramente en la dualidad del mercado que en 2005 registró un salario formal creciendo 25% (en forma moderada) y uno informal apenas por arriba de 12% (estancado teniendo en cuenta la inflación).
L.L.: Ese es el gran dilema. Si quisiera corregirse el problema de una subvaluación cambiaria deberían compensar la menor rentabilidad de los sectores industriales. A la vez, mejorar los salarios implica subir los costos empresarios y finalmente apreciar el tipo de cambio. Hay que recordar que la inversión prácticamente está autofinanciada con la enorme rentabilidad que generó la licuación real posdevaluación. Pero ahora se necesitaría compensar la menor rentabilidad en las empresas con un mercado de capitales trabajando de manera eficiente.
P.: Los reclamos de los industriales a los banqueros por la supuesta falta de asistencia del sistema financiero parece ir en contra de ese modelo.
L.L.: Claro. La fase exitosa de la convertibilidad consistía en un salario alto en dólares, un costo de capital bajo y con alta disponibilidad. La ecuación de rentabilidad se sostenía de esa forma, alentando mucho más en la industria la expansión de sectores capital intensivo que los mano de obra intensiva. Ahora, se invirtió la ecuación. La filosofía del modelo actual es un salario real bajo en dólares, alto costo de capital o, lo que es lo mismo, poca disponibilidad. Si se quiere subir los salarios, que es uno de los objetivos que debería perseguirla política económica, tendrán que mejorarla disponibilidad de capital básicamente.
P.: ¿Qué se necesita para conseguirlo?
L.L.: Bastante más que un buen ajuste fiscal o mejorar los problemas del sistema bancario. Hay que establecer reglas de juego claras que bajen el costo de capital.
P.: ¿Cree que el gobierno se encamina en esa dirección?
L.L.: En realidad se está subsidiando el crédito. Como no aparece en la cantidad y disponibilidad que quiere el gobierno, los bancos públicos y los subsidios a la reinversión de utilidades están empujando un poco la falta de un mercado de capitales. El gobierno se da cuenta que no puede subir los salarios reales si no mejora la disponibilidad y el costo de capital, y está yendo por el atajo de los subsidios.
P.: ¿Qué se debería hacer en lugar de eso?
L.L.: Un libro de texto diría que hay que subir la tasa de interés, se aumenta el ahorro y eso se canaliza a la inversión. Pero cuando la inversión es hija de la demanda agregada (hay más demanda, debo invertir más) y del autofinanciamiento, no está tan claro. Ahí el gobierno empieza a enfrentar problemas que tienen que ver con la falta de reformas estructurales, en particular del mercado de capitales y de despejar el marco regulatorio.
P.: La respuesta del gobierno a este problema ¿cuál fue?
L.L.: Dicen que no sólo no se permitirá una apreciación del tipo de cambio rápida sino que se postergará tanto como pueda. Al mismo tiempo dicen que la estrategia es disociar los precios internos de los externos a través de acuerdos y retenciones a las exportaciones. Con eso se puede comprar algo de tiempo pero de manera sistemática no se sostiene.
P.: La estrategia de atacar la inflación con acuerdos de precios ¿hasta cuándo puede sostenerse?
L.L.: Tiendo a no ser tan pesimista en la eficacia de los acuerdos de precios. Cito el plan Gelbard en la década del 70, que en un contexto totalmente distinto (con organizaciones empresarias y sindicales más poderosas y aglutinadas que las actuales) logró reducir considerablemente la inflación en base a acuerdos de precios que finalmente terminaron estallando por inconsistencias ante la pauta fiscal y monetaria. Hoy la inconsistencia está porque el gobierno sigue depreciando el tipo de cambio real multilateral y al mismo tiempo le exige a los empresarios que no aumenten los precios.
Entrevista de Florencia Lendoiro
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