Falleció ayer Nobel Milton Friedman
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El ímpetu de sus ideas favorables al libre mercado llegó a impregnar incluso la administración del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, un ferviente defensor de la liberalización comercial. «Su visión cambió a Estados Unidos y está cambiando al mundo», dijo Bush en 2002. Según el presidente norteamericano, Friedman «usó su mente brillante para hacer avanzar una visión moral, la visión de una sociedad donde los hombres y las mujeres son libres, libres de elegir, pero donde los gobiernos no son libres de sobrepasar sus decisiones».
Entre los países en desarrollo, en particular los de América latina, se recuerda también la influencia de los jóvenes economistas formados en la Universidad de Chicago, a la sombra de Friedman, quien regresó a esa casa de estudio después de la Segunda Guerra Mundial. Esos economistas fueron conocidos con el apodo de los «Chicago boy's».
Aunque sus enseñanzas tuvieron diversos resultados a través del mundo, Friedman afirmó siempre que sus teorías de libre mercado debían servir para promover la libertad de los individuos a través de la minimización de los gobiernos y la apertura económica. En ese sentido, «Capitalismo y libertad» (1962) y «Libre para elegir» (basado en una serie televisiva de 1980) son algunos de sus trabajos más representativos.
Además de poner fin en la práctica al keynesianismo en Estados Unidos, Friedman fue un rival intelectual de John Kenneth Galbraith, quien abogaba por la intervención del gobierno en el control de precios, y también de los salarios.
Friedman y Galbraith compitieron, por ejemplo, en obtener la atención del presidente Nixon, quien en un momento de su administración accedió a ejercer controles económicos para intentar frenar la inflación.
Defensor a ultranza del libre mercado, Friedman predicó la libre empresa frente a gobiernos reguladores, y abogó por una política monetaria que permitiera un crecimiento estable del suministro de dinero. Creía que una política de estabilización económica no operaba como un termostato, debido al «largo y variable lapso» entre las acciones y sus efectos últimos.
El presidente de la Reserva Federal de San Luis, William Poole, otro destacado monetarista, sostuvo que gran parte del pensamiento moderno del banco central proviene del trabajo de Friedman. Poole dijo que la mayor contribución del Premio Nobel fue relacionar el pensamiento económico teórico con una serie de temas de política pública. «Antes de Milton, los economistas no eran tomados seriamente por los funcionarios públicos», agregó, al citar la influencia del trabajo de Friedman en temas como el servicio militar obligatorio en Estados Unidos, los vouchers escolares y la política impositiva, así como su contribución más conocida sobre la importancia del suministro de dinero para la inflación. «Fue una figura extraordinariamente importante en la profesión», concluyó.
Friedman consideraba una política monetaria estable y predecible como la mejor garantía contra la excesiva fluctuación en el nivel general de precios y en el nivel de la actividad económica.
Tuvo también un estrecho contacto con el periodismo y los medios de comunicación y, por ejemplo, escribió una columna cada tres semanas en la revista «Newsweek» entre los años 1966 y 1983. La serie se convertiría luego en un libro que Friedman realizó con su esposa y tuvo un gran éxito de ventas.
Escribió, entre otras obras, «Teoría de la función de consumo» (1957), «Un programa para la estabilidad económica» (1959), «Capitalismo y libertad» (1962), «Historia monetaria de los Estados Unidos, 1867-1960» (1963), «Ensayos de economía positiva» (1966), «Teoría de los precios» (1976) y «Libres para elegir» (1980).
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