27 de octubre 2004 - 00:00

"Ganancias de corto plazo pueden complicar el futuro"

Finn Kydland aconsejó al gobierno no avanzar con medidas estatistas.
Finn Kydland aconsejó al gobierno no avanzar con medidas estatistas.
El Premio Nobel de Economía, el noruego Finn Kydland, aconsejó ayer al gobierno argentino «no dejarse tentar por pequeñas ganancias para hoy que pueden perjudicar al país en el futuro», en relación con la renegociación de la deuda.

Durante una rueda de prensa en la Universidad Torcuato Di Tella, el economista (que permanecerá en Buenos Aires durante dos semanas) advirtió: «No hay que sacrificar el futuro para obtener ganancias en el corto plazo, a pesar de que la Argentina está pasando por una situación muy desafortunada por la deuda».

Pese a ser reticente a contestar preguntas coyunturales sobre el país, Kydland se permitía varias bromas. Dijo, por ejemplo, que lo bueno de haber trabajado sobre la Argentina fue que «en mi última estadía para investigar tuve el privilegio de ver el último partido que jugó Diego Maradona». Con respecto al dinero que obtuvo por el Premio Nobel, dijo: «Como la teoría económica aconseja, cuando ingresa dinero inesperado y de golpe, hay que gastarlo despacio».

• Desafío

Kydland, además, señaló: «El gran desafío de este país es diseñar una política económica predecible y estable. La Argentina debería estar mucho mejor de lo que está, por lo que no hay motivos para pensar que no seguirá creciendo».

Después de asegurar que todavía no tiene agendada ninguna reunión con miembros del gobierno argentino, Kydland aconsejó a la administración de Néstor Kirchner que «debe dar garantías de instituciones sólidas que sobre todo hagan al sistema político creíble, que funcione y permita diseñar una política económica predecible y estable». También se manifestó contrario a la intervención del Estado en la economía.

Estas fueron las principales declaraciones de Finn Kydland:

• Soy optimista por el futuro de la Argentina por su capital humano.

• No es buena idea una fuerte presencia estatal en la economía, porque una mayor intervención a largo plazo es perjudicial
.

• No conozco detalles sobre el último cambio de titular del Banco Central de la Argentina, pero por lo que me cuentan suena malo porque los bancos centrales deben estar lo más alejados posible de las medidas de corto plazo.
En los países a los que mejor les va, el titular del Banco Central no se cambia.

• Los organismos de crédito internacional no tuvieron en los '90 un marco conceptual, y por eso sus recomendaciones pudieron haber sido perjudiciales para la Argentina.
Escribí un artículo en «The Wall Street Journal» en 1998 que reflejaba la preocupación del FMI sobre que la Argentina estaba creciendo a una tasa demasiado rápida, pero estaba cayendo el precio de sus exportaciones, por lo que una situación que debía ser superavitaria no lo fue.

• Lo más importante es que el gobierno argentino no pierda de vista que las decisiones de hoy pueden tener impacto a largo plazo. No hay que dejarse tentar por pequeñas ganancias de hoy que después pueden afectar el crecimiento futuro.

• La Argentina debe recuperar la confianza de los inversores.

• El país debe dar garantías de instituciones sólidas que sobre todo hagan al sistema político creíble, que funcione y permita diseñar una política económica predecible y estable de acá a diez años.

• La falta de credibilidad política a largo plazo afectó a la Argentina en la década pasada.
Dada la medida de productividad del país, el inventario de capital era notablemente poco, había una ausencia de confianza que tenía que ver con la credibilidad política a largo plazo.

• Los expertos han comenzado a estudiar los ciclos de fluctuaciones económicas en América latina y han encontrado que son prácticamente iguales a los de países desarrollados. La ventaja es que la misma técnica se puede aplicar a todos los países, lo cual permitirá arrojar luz sobre la distribución de la riqueza en América latina.

• El gran tamaño de la deuda de los Estados Unidos no es un problema que deba preocupar en cuanto al futuro de la economía mundial.

Kydland y su colega estadounidense Edward Prescott ganaron el Premio Nobel de Economía 2004 «por sus contribuciones a la dinámica de la macroeconomía, la consistencia temporal de la política económica y las fuerzas impulsoras tras los ciclos de negocios», según el fallo de la Real Academia Sueca de Ciencias.

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