30 de enero 2007 - 00:00

Gremios quieren que Moyano firme la primera paritaria

Néstor Kirchner
Néstor Kirchner
Los caciques sindicales forzarán a Hugo Moyano a que negocie, antes que los demás, la paritaria del gremio de los transportistas. No sólo porque este sindicato actúa hoy a la cabeza de los demás, como hace 30 años lo hacía la UOM. También porque el jefe de la CGT es el principal socio político de un gobierno, y quieren probar hasta qué punto se siente Néstor Kirchner dispuesto a defenderlo en una silla en que ya pocos lo quieren. Movidos por la envidia del poder que tiene y la autonomía con que se mueve, el resto de los líderes gremiales esperan que Moyano acuerde un incremento a los salarios para renovar las andanadas. No le admitirán pacíficamente ningún porcentaje.

De la oficinas de Carlos Tomada sale la idea de que el aumento puede estar entre 16 y 19%. Si Moyano acordase por esos valores, el resto de los gremios -como ocurre desde ayer- saldrá a acusarlo de tibio, de oficialista, de entregar las reivindicaciones. Si el acuerdo del transportista fuera mayor -impensable hoy porque no lo quieren sus socios del gobierno para proteger el índice de precios- correrán sus adversarios a ofrecerse al gobierno como negociadores con sentido común y lo acusarían de desestabilizador.

Moyano sabe que pasa por su peor momento. Más cuando entiende que la usina de sus adversarios abreva en tantas ventanillas que la defensa se le complica cada día más. Luis Barrionuevo, enojado con el gobierno por el boicot kirchnerista a su candidatura a gobernador de Catamarca, está a la cabeza de uno de los piquetes antimoyanistas.

Del otro lado -más peligroso que «Luis», que se anula él solo con sus extravagancias-, Andrés Rodríguez (UPCN) y Gerardo Martínez ( Construcción) piden un congreso de la CGT que nadie imagina se realice en el mediano plazo; basta con que lo reclamen por los medios para «barajar y dar de nuevo» para producir efecto. Lo más grave es a qué ventanilla reporta este dúo: Cristina de Kirchner. La senadora emite señales antimoyanistas porque cree que la estética del jefe de la CGT es horrorosa para el gobierno en su búsqueda de votos moderados. También porque el albacea del acuerdo Kirchner-Moyano es Julio De Vido, que está en la lista negra de sus afectos.

Arriesgarlo a Moyano a picar en punta y explotar sus debilidades en el arranque de las paritarias va a ser el primer movimiento político electoral de los jefazos gremiales. Creen que la conmoción que significarán las paritariasen la agenda de 2007 «reseteará» toda la estrategia electoral del gobierno y les va a permitir recuperar espacios que el hegemonismo del eje Kirchner-Moyano les ha restado hasta ahora. Espacios que son poder para hacer acuerdos como los que el camionero tiene para llevarse parte de los subsidios al transporte para su gremio, algo que sólo puede compararse a lo que alcanzó su socio José Luis Lingieri, que se ha quedado nada menos que con la empresa de aguas y los subsidios que el gobierno le da, además de cargos directivos, manejo de contratos, etc.

  • Obligación

    Además de la interna matrimonial, se aprovechan estos sindicalistas antimoyano de la obligación que tiene el gobierno de defenderlo al «Negro». Por menguado que sea su poder hoy, manejar camioneros y tener como socios a ferrocarriles y transportistas lo convierte en el peor enemigo de un gobierno. Se estará midiendo ya Kirchner los zapatos de otros gobiernos que cedieron antes ante gremios creyendo que los protegerían, para terminar después enredados en esa pelea rara, ajena a la política común, que es siempre la puja sindical.

    Tan celosos son en estas horas de la necesidad de usarlo a Moyano como « madrina» de la negociación de salarios que algunos ocultan que ya han firmado calladamente para 2007; tratan de ocultarlo para que no los tomen a ellos como paritaria testigo. En el piso, el SUPE de Antonio Cassia (ampara a los trabajadores de Repsol-YPF) ya firmó en diciembre un aumento de 10% con una cláusula de «paritaria permanente» que le permitiría acercarse a mejores valores si el promedio fuera más alto que ese 10%.

    Cerca del techo hay dos gremios, el SMATA ( mecánicos) de José Rodríguez que tiene vigente ya un aumento de 19% para este año; es parte del acuerdo de 2006 que preveía 38% dividido en dos aumentos de 19%, 2006 y 2007. Más arriba, el único moyanista que ha cerrado salarios, Gerónimo «Momo» Venegas, firmó este mes un aumento de 21% para los trabajadores rurales.

    La dispersión geográfica de los sindicalistas que tienen que lanzar en una semana las paritarias -se han repartido entre la Capital, lugares de veraneo y santuarios privados para que no los vean juntostrata de encubrir la trama de pactos, divorcios, traiciones y engaños a que están entregados. La pelea del salario en un país con inflación de dos dígitos es la principal preocupación del gobierno, porque puede cifrar la suerte de la administración en las elecciones. Los caciques no miran el resultado de los comicios -se acomodarán a ellos-pero sí explotan el estado de debilidad que produce la campaña en el gobierno y sus aliados. Lo que miran es la arquitectura del poder que surge de una presidencia débil y sin partido, del aliento oficial a la puja salarial creyendo que podrán controlarla en beneficio propio, de la debilidad del jefe de la CGT desde la astracanada de San Vicente, de la mecha encendida que significa una inflación de góndola disparada y que presiona a los jefes gremiales desde abajo como nunca antes. Como está a la cabeza de todos, el que paga, tironeado entre sus amigos del gobierno y sus adversarios del sindicalismo, es Moyano. Los primeros quieren usar sus últimos cartuchos como contención de una escalada que podría ser salvaje. Estos al fin sueñan que esta batalla de paritarias sea la oportunidad para tumbarlo.
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