La Presidente a la UIA: dólar más alto es inflación
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César Gioja, Daniel Scioli, Carlos Tomada, Juan Carlos Lascurain, Juan Carlos Sacco
Sergio Massa rodean a Cristina de Kirchner ayer en la UIA. La Presidente dijo que «el tipo
de cambio alto puede ser inconsistente en la lucha contra la inflación».
A Cristina la acompañaron, además, el jefe de Gabinete, Sergio Massa; los gobernadores Daniel Scioli, César Gioja (San Juan) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y los ministros Carlos Fernández (Economía), Carlos Tomada (Trabajo), Florencio Randazzo (Interior) y Jorge Taiana (canciller), además del secretario de Industria, Fernando Fraguío, y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli.
Entre los empresarios estaba casi todo el Comité Ejecutivo (faltó el vice Luis Betnaza, de Techint, por un viaje que no pospuso, no justamente a Venezuela) pero sí Héctor Massuh,José Ignacio de Mendiguren, Federico Nicholson, Juan Carlos Sacco, Adrián Kaufmann Brea y Cristiano Rattazzi. También asistieron Luciano Miguens (Sociedad Rural), Mario Vicens (ABA) y Carlos de la Vega (Cámara de Comercio), así como los textiles Guillermo Gottelli y José López Mañán, entre otros.
Lascurain había pedido -tal como adelantó este diario- que se fortalezca el superávit comercial (o sea: se cierre lo más posible la importación), un tipo de cambio competitivo y «la pronta resolución generada por la cuestión de la ley de riesgos de trabajo».
También -en un párrafo casi críptico de su discurso, que hizo que Cristina le preguntara a Massa de qué se trataba, lo que motivó una larga explicación en voz baja del funcionario- «que se modifique el artículo 34 del proyecto de Presupuesto, que posibilita la importación de mercaderías nuevas o usadas con arancel cero para proyectos de infraestructura que la Secretaría de Energía considere críticos», advirtiendo que «provocará un daño irreparable». La Presidente no respondió en su propia alocución a ese punto.
En cambio, Cristina de Kirchner creó cierto suspenso al anunciar en parte que hoy De Vido dará detalles de la « garrafa social», que -según sus palabras- «llegará a vastos sectores a un precio accesible». También aprovechó el estrado de la UIA para volver a atacar a «los evaluadores, pronosticadores y gurúes que decían que nuestro modelo no iba a durar, que se iba a derrumbar, y que son ellos hoy los principales protagonistas de la peor crisis mundial desde 1929, 1930».
Tras afirmar que lo que entró en crisis no es sólo el capitalismo sino «la lógica del capitalismo» (un sistema que, según la mandataria, «no fue creado para producir dinero del dinero sino dinero a partir de la producción de bienes y servicios») adelantó que se avanzará en una ley de accidentes de trabajo, reclamo que Lascurain ya había reiterado.
«Lo intimé al ministro Tomada para que arribe a un proyecto», y la aplaudieron, pero dejó de ser creíble cuando dijo que había « inconvenientes con el trabajo itinerante y la doble acción». Se refería obviamente a los accidentes «in itinere» (los que se producen cuando el empleado va a su lugar de trabajo) y a la doble vía (cobrar la indemnización que marca la ley a la ART para después accionar judicialmente pidiendo un monto mayor). Después, cuando se intentó hablar con Tomada, el ministro chanceó a la prensa diciendo que «cuando les dije que se terminaba la doble indemnización, se terminó...», dando lugar a pensar que pasará lo mismo en esta ocasión. A su lado Jorge Amaretto, presidente de la UART (que nuclea a las ART) enfatizaba que «lo que dijo la Presidente nos causa enorme satisfacción, porque es lo que pensamos nosotros». Pero Sacco terció: «La UIA es la que viene diciéndolo desde hace rato, pero todavía no vimos la ley».
Después del acto, Lascurain, en breve charla con algunos periodistas, adelantó que «hay un stock de 60.000 juicios, que a un promedio de $ 100.000 cada uno, representa unos u$s 1.800 millones. Es el fin de miles de pymes». En relación al «no» presidencial a un tipo de cambio alto, el dirigente manifestó que «hablamos de tipo de cambio real, no nominal. Ahí pueden entrar, por caso, la eliminación de retenciones a las exportaciones; también el tema de los juicios...».
Para entonces, Cristina de Kirchner se había ufanado de los éxitos de la gestión de su esposo y la propia, se había mostrado «sorprendida» al comprobar que Estados Unidos aplicaba los mismos remedios que le prohibían a los países en desarrollo, y había dicho que «si esta crisis nos hubiera agarrado en la convertibilidad,muchos de ustedes estaríantirándose de alguna ventana, en alguna oficina de algún edificio». Una docena de empresarios consultados por este diario negaron de plano que podrían haber tomado medidas tan extremas. «Hemos pasado por cosas peores, y acá estamos...» , dijo un reputado dirigente textil.
También la Presidente anunció el envío de un proyecto para alentar la industria de partes para motos. José Luis Basso, dueño de una de las autopartistas más exitosas del país (le vende hasta a Ferrari) dijo que «obviamente voy a fabricar partes para motos: si uno de mis clientes más fieles es Harley Davidson...». La mandataria dijo que se había pasado en un lustro de 64.000 motos vendidas a las 678.000 del año pasado, pero se lamentó que «sólo 30% son de industria nacional. Esperamos que en cinco años llegaremos al menos a 60% de industria nacional, con premios e incentivos para las empresas que se radiquen en el país».
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