6 de octubre 2006 - 00:00

Lo que se dice en las mesas

  
  • «La música está aquí», graficó un veterano operador de la plaza local. Hacía referencia a que la Argentina ahora está al frente de las preferencias de los inversores a la hora de elegir opciones en los mercados emergentes. No es que el país repentinamente enamore a Wall Street, sino que, como siempre cuando de dinero se trata, es el que más probabilidades tiene de dejar ganancias a los fondos del exterior. Están llegando divisas y por ello el buen clima que reina en las mesas de dinero en lo que podría ser un cierre de año por encima de lo imaginado por el más optimista de los operadores meses atrás.

  • Yendo a datos concretos, ya está descontado por inversores que octubre tendrá una inflación de 0,8% y noviembre, de 0,5%. Esto es importante por la evolución de todos los papeles argentinos que ajustan sus pagos en función del CER (precios minoristas). Hay un indicador que siempre se mira de las planillas del INDEC sobre los precios. Es lo que en la jerga se conoce como inflación «core» o «estructural». De allí surge que está en 0,5% solamente este componente, lo que anticipa que, salvo factores estacionales muy puntuales, desde ahora en adelante deberían estar todos los meses por debajo de 1%. Obviamente, los operadores hacen estos cálculos siempre considerando que no habrá ajustes de tarifas ni de precio de naftas.   

  • ¿Embestida del gobierno contra las AFJP? De lo surgido en medios afines, quedó la sensación en bancos de que se vendrían cambios en este sentido. «Será de normas o a lo Moreno», señalaban en referencia a las ya clásicas presiones del secretario de Comercio Interior. Todo apuntaría a que dejen la tarea de comprar dólares únicamente para el Banco Central, que no saquen divisas del país -aunque es lo normal en cualquier sistema- y que participen en emprendimientos como gasoductos, centrales eléctricas, etcétera.

  • Es claro que el dólar está sobrevaluado y en términos reales (incluyendo el efecto inflacionario) tiene que bajar sí o sí. También está claro que el gobierno no quiere que en términos nominales baje y por ende la inflación hará su trabajo. Por eso es que para el año próximo los operadores siguen estimando que el alza de precios le ganará al tipo de cambio y éste se ubicaría en $ 3,20 aproximadamente, una suba de apenas 2,5%.   

  • ¿Se va Alfredo Mac Laughlin de la Secretaría de Finanzas? Al parecer estaría agotado de la función pública con pedidos familiares para que vuelva al sector privado. Es lo que habría comentado a allegados. La decisión final, como siempre, la tomará Néstor Kirchner. Paralelamente, nadie podía entender en la plaza local ni en el exterior el alejamiento de Federico Molina de Finanzas. Es que se trata de un funcionario de línea, con buena imagen y conocimiento de bonos y mercados en general mayor que el de sus superiores y, por si fuera poco, insobornable. Varias veces tentado para pasarse a la función privada, prefirió mantenerse en la planta permanente del Estado. Insólito. Ahora, culpado porque nadie asistió a una exposición de Felisa Miceli en Singapur, en el marco de la cumbre anual del FMI-Banco Mundial -como si la ministra despertara pasión en el exterior-, fue removido. Otro pase, pero en el sector privado: Guillermo Nabone, ex Deutsche, se pasó al Crédit Suisse First Boston en Buenos Aires. Todo en el marco del desembarco aquí de entidades como Barclays, CSFB y Merrill Lynch.

  • El Bono del Sur, que pomposamente anunciaron en julio el gobierno argentino y el venezolano, amenaza con quedar apenas como una expresión de deseos, tal como ocurrió en su momento con los 20.000 millones de dólares en inversiones chinas. En el equipo económico reconocen que «no hay apuro» para avanzar con esta iniciativa. Pero la realidad es que en Venezuela aseguran que no están dispuestos a compartir el menor riesgo que tienen los bonos de ese país con la Argentina, lo cual haría inviable un lanzamiento de este tipo. También están en veremos otros anuncios efectuados en los últimos meses, como el Banco del Sur y la posibilidad de operar con Brasil sin la intermediación del dólar.
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